Editorial
Aneto; mejor seguro
Una encuesta realizada entre los últimos días de julio y los de agosto de 2018 en las rutas normales del Aneto y Monte Perdido sacó a relucir que se siguen cometiendo errores de bulto, empezando por lo más básico, el equipo. Los resultados asustan un poco: el veintiuno por ciento de los encuestados llevaba calzado «poco adecuado».
Tras atender varios accidentes graves en el glaciar del Aneto durante el verano pasado, la Guardia Civil advirtió de que el uso de crampones de goma elástica, esos que se adaptan a las zapatillas de trail running, no son seguros en un glaciar con hielo duro y de fuerte pendiente como es el del Aneto en verano, donde un resbalón puede convertirse en una caída de la que, en el mejor de los casos, se saldrá con raspones y quemaduras que pueden llegar a ser graves si se viste pantalón corto.
¿Qué quién sube a un tresmil en pantalón corto? ¡Un seis por ciento! según los datos obtenidos por los voluntarios de la campaña Montaña Seguras. Más datos reveladores de la encuesta: casi uno de cada nueve encuestados reconoció que no tenía experiencia en alta montaña y un veinte por ciento había elegido el Aneto o Monte Perdido como su primer tresmil.
En el Aneto un trece por ciento iba sin piolet y un cuatro, sin crampones, herramientas imprescindibles en cualquier época del año en esta montaña rodeada de nieves perpetuas. ¿Y qué decir del Puente de Mahoma, para muchos el único lugar preocupante al que hay que hacer frente para llegar a la cumbre? Pese a los atascos de los meses de verano, se registran pocos accidentes en este tramo. Eso sí, cuando los hay son fatales. Así que ni un segundo de bajar la guardia, y en caso de mucho viento, tormenta o, sencillamente, duda, mejor no intentarlo.
Y para finalizar, un porcentaje que hace bueno uno de los muchos consejos del mítico Gastón Rébuffat cuando advertía que una escalada no termina en la cumbre, sino cuando se está de regreso en casa: más del sesenta por ciento de los incidentes que se producen en el Aneto tienen lugar durante el descenso.
¡Buena subida y que la fuerza os acompañe en la bajada!
Por: Dioni Serrano.
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Aneto, en lo más alto del Pirineo
En pleno centro de la Cordillera Pirenaica se alza hasta los 3404 metros de altitud el pico Aneto “pastoreando” la mayor concentración de tresmiles de Pirineos. Doce valles que se desprenden de la montaña y un centenar de lagos se alimentan de los glaciares más extensos de la cordillera forman el reino del Señor del Pirineo.
Todos los aficionados a subir montañas han soñado alguna vez con llegar hasta su cumbre y conseguir el premio de un horizonte que no se ve interrumpido por ninguna otra montaña.
Rutas normales al Aneto
Hasta el 20 de julio de 1842 la cima del Aneto no había visto ser humano. Aquella mañana de verano un grupo formado por el ruso Platón de Tchihatcheff, el botánico francés Albert de Franqueville, y los «guías» Pierre Sanio, Bernard Arrazau, Pierre Redonnet y Jean Sors Argarot, se aupó hasta ella no sin miedo y dudas.
La expedición empleó tres días para llegar desde Luchon hasta la cumbre siguiendo una ruta algo enrevesada. La motivación del ruso le llevó de nuevo a la cumbre cuatro días después acompañado otra vez por Sanio, Arrazau y Redonnet, y el químico Auguste Laurent, esta vez por la ruta que, con pequeñas modificaciones, es la que ahora siguen cientos de montañeros cada año.
Texto: Alberto Hernández / Redacción Grandes Espacios.
Vuelta al macizo de la Maladeta
La construcción y la apertura de un refugio guardado en el lado del Cap de Llauset en julio de 2016 ha hecho posible un viejo sueño de muchos montañeros aficionados a los circuitos de varios días por la alta montaña: rodear el macizo de la Maladeta sin tener que transportar una pesada mochila.
El Aneto cara a cara
A diferencia de Monte Perdido, el Aneto no es una montaña tímida que se esconda a las miradas. No son pocos los lugares desde los que se divisa el coloso pirenaico, si bien en muchos de ellos hay que aguzar la vista para descubrirlo rodeado como está de otros tresmiles soberbios. Desengáñense, sin embargo, aquellos que piensen que podrán fotografiarlo desde la ventanilla del coche: el Aneto exige un tributo en forma de caminata.
De entre todos los posibles miradores naturales hemos elegido cuatro especialmente bien situados desde los que podremos mirar al Aneto cara a cara. Uno es el Pico Salbaguardia en el Valle de Benasque; otro es el Tuc d’Arres, una de las cimas fronterizas del Valle de Arán. El tercero es un señor tresmil, o mejor dicho, una “señora” tresmil: La Tuca de Mulleres. El cuarto, un pico secundario pero notable: el Tuc del Port de Vielha. Preparad las botas y no olvidéis meter la cámara en la mochila u os arrepentiréis toda la vida.
¡Vaya cruz! La montera del monarca
Es probable que de los cientos de cachivaches que “ adornan” las montañas españolas, la enorme cruz situada en la cima del Aneto sea el más famoso y el que tiene la historia más sustanciosa. La Cruz del Aneto, como el Toro de Osborne, se ha convertido en un objeto de culto para unos y en algo despreciable para otros.
Refugio La Renclusa
El Aneto no se entendería sin La Renclusa, el refugio donde pasan la noche muchos de los miles de montañeros que todos los años atacan al coloso pirenaico. El moderno refugio, dotado hoy con todas las comodidades que se pueden pedir, merece un capítulo en el libro de historia del Pirineísmo.
Forau D’aigualluts
Los millones de metros cúbicos de agua procedentes del deshielo de las nieves que cubre la vertiente norte del Aneto interrumpen su viaje natural hacia el valle de Benasque y se cuelan por un enorme agujero abierto en el Plan d’Aigualluts dando lugar a un asombroso fenómeno natural lleno de misterio.
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