El comienzo (real) del invierno llega trágico, cerca y lejos. Fin de semana negro en nuestras montañas, y también en las lejanas de Nepal, desalentador comentario que, sin saber bien por qué, hemos repetido durante las últimas semanas. Esta vez, el mazazo llegaba desde la zona del Khumbu, concretamente desde el estético y hermoso Ama Dablam, donde Guillermo Mateo fallecía el pasado viernes 19 de enero, al precipitarse a un vacío de 300 m, en la cara oeste del Ama Dablam.
Guillermo formaba parte de un nutrido y experimentado grupo que integraban además el tinerfeño Ramón García, los madrileños Miguel Ángel Vidal, Carlos Gallego y Jesús Gutiérrez, y los catalanes Xavi Deviala y Paco Crestas Sánchez, y que acudía con diferentes intenciones. Las de Guillermo (47 años) y Ramón pasaban por preparar un segundo asalto en estilo alpino al cercano Tengkang Poche (6.500 m), y a la atractiva línea de hielo (2.000 m) directa y vertical de su cara nordeste, unas «Droites» en Nepal sin ascensiones absolutas todavía.
Buscando vivac
El pasado viernes 19 Guillermo descendía de la cumbre del Ama Dablam, mientras sus compañeros le divisaban desde la arista suroeste (ruta normal). Según relato de Jesús Gutiérrez, le vieron desviarse de la vía, entendiendo que buscaba una grieta donde prepararse para vivaquear, pues se le había hecho tarde, y entonces le vieron precipitarse a un vacío de 300 m, en la cara oeste.
Debido a lo poco accesible de la base de la pared, y que no se cuenta con una localización aproximada el cuerpo, tanto familiares como compañeros de expedición han descartado la posibilidad de un arriesgado rescate para intentar recuperarlo. «Tendrá la tumba más bonita que se puede tener», asegura su amigo Paco Aguado, «el Taj Mahal es un mausoleo que levantó un emperador hindú a su mujer fallecida, y no tiene nada que ver con el Ama Dablam, es mucho más feo».
Alpinista de trayectoria…
El hielo era su elemento, aunque a finales de los 70 también le dio a la roca cuando eso del libre comenzaba a propagarse por la Península. Guillermo pertenecía al grupo que curtió en la zona centro en aquella época, y que juntó al Musgaño, Lupión, Félix de Pablos y, sobre todo, a su buen amigo Paco Aguado, al que conoció por «chulearle» una vía en Galayos: «en vez de matarle, nos hicimos amigos, así empezó nuestra amistad».
Técnico deportivo de montaña, profesor de roca, hielo y alpinismo de la Escuela Española de Alta Montaña desde 1981 y miembro del GAME, el hielo una de sus grandes pasiones y especialidades. En 1986 firmó junto a Máximo Murcia, otro habitual compañero y buen amigo, la primera repetición de Overdose (Gavarnie, Francia), con un vivac y enderezando además la ruta con una versión más directa (grado VI/V+ en hielo).
Más primeras nacionales en Gavarnie (Banzayous, Adrenaline), también en el Vignemale (Espolón Norte de la Pique Long, por su trazado actual), y salto a los Alpes, donde también dejó huella con primeras ibéricas (Arista Küffner al Mont Maudit en solitario, Desmaison- Pollet-Villard al Couloir Norte Brèche du Triolet, Authenac-Tournier directa al Espolón Nordeste de Les Droites en invierno), y varios intentos en los 80 a la norte del Eiger, tanto en cordada (de nuevo con Maxi Murcia) como en solitario (1987).
Himalaya en los ochenta
Fumador empedernido, en la primera mitad de los ochenta enlazó dos intentos en la vertiente norte del imponente Thalay Sagar, con Paco Aguado, Maxi y Paco Murcia, y Pedro Pablo González. El primero fue en el 82, al Espolón noroeste, y dos años después, ya con el grupo descrito se metieron en la norte. Pedro se descolgó del ataque final, mientras Paco Murcia y Guillermo lo dejaron tras el gélido primer vivac. Aguado y Maxi tras el segundo. «Nos bajamos por su culpa, por culpa del mechero, nos lo quitó él, el fumador se llevó todos los mecheros».
Los noventa le llevaron a un ochomil, el Dhaulaguiri por su Arista sureste, y al estético Shivling (6.543 m) por el Espolón norte. Ambos se quedaron en intentos. Con el cambió de milenio sucumbió al encanto de los 2.000 metros de hielo directo, vertical y virgen en la nordeste del Tengkang Poche. El pasado invierno llegó el primer pegue con Miguel Ángel Vidal y Curro González, durante el que poco pudieron hacer, pues la línea no estaba formada. Sus desesperados intentos de aproximarse tuvieron más riesgo del deseado por desprendimientos (sin hielo, caían rocas constantemente), así que para abajo. Pero se desquitó junto a Curro con la segunda nacional a la Cascada de hielo de Namche Bazar (V / 5, 5+ 900 m), algunos días después.
Hacer risas
Recordando la reciente presentación del libro Escalad, escalad malditos, Paco Aguado recuerda que «Guillermo era el maldito por excelencia. Un bestia, le vi resolver un desplome de hielo en el Thalay Sagar con una mochila de 40 kilos y un solo piolet, mientras los demás nos lo estábamos pensando».
Paco recuerda ahora una conversación telefónica antes de marchar a Nepal, le contó la última en Ordesa: «Hemos estado en la Brujas, Adolfo (Madinabeitia) el Gálvez y, y no veas que risas montamos». «Guillermo no iba a escalar», añade, «iba a hacer risas». Y tanto con los Gálvez, Madinabeitia y compañía, como con cualquier escalador desconocido.
Guillermo, que deja mujer y dos hijas, tendrá una emotiva despedida el próximo 23 de febrero, con una proyección en su recuerdo en la Librería Desnivel, a cargo de un nutrido grupo de los amigos más próximos a este excelente y «gamberro» alpinista y escalador madrileño.