VESTIMENTA OUTDOOR

Una chaqueta para cada ocasión. El amplio (y confuso) mundo de los tejidos

Softshell, Gore-Tex, Hydroshell, Pertex, Neoshell, Windstopper, Schoeller… La lista de términos que invade la vestimenta para montaña es interminable. Intentamos arrojar algo de luz sobre su significado, poniendo el foco en las chaquetas exteriores y analizando sus diferencias, requisitos y usos recomendados.

Alpinistas que comparten cordada en una arista del macizo de Mont Blanc.  (Arc’teryx / Piotr Drzozdz)
Entre estos alpinistas que comparten cordada en una arista del macizo de Mont Blanc
Eva Martos / desnivel.com | No hay comentarios |

Dos son las corrientes que dirigen el mercado de las chaquetas de montaña: por un lado prendas cada vez más especializadas para una actividad concreta (principalmente hiperligeras y minimalistas que responden a la obsesión por la rapidez tan en boga) y por otro lado modelos polivalentes que cumplen su cometido ante una amplia variedad de condiciones meteorológicas. Sean de uno u otro bando, para una tercera capa montañera siguen siendo indispensables los requisitos de impermeabilidad y transpirabilidad.

Cómo se mide la impermeabilidad 

En casi todas las chaquetas veréis indicado el dato de su “columna de agua”, que es en realidad una unidad de medida de la presión que representa el peso de una columna de agua pura (con una densidad de 1.000  kg/m3) de un metro de altura o, explicado sin tecnicismos, es la fuerza con la que el agua hace presión para pasar por un punto determinado. Se mide en milímetros de agua y, aplicado a los textiles, se considera que un tejido es resistente al agua cuando soporta como mínimo una columna de agua de 2.500 mm, si bien las chaquetas que se venden hoy día como impermeables presentan unos valores de entre 10.000 a 20.000 mm. Si pensamos que la fuerza de la lluvia en una tormenta fuerte no llegaría a los 7.000 mm, vemos que queda mucho margen para llegar al límite de  la impermeabilidad indicada por los fabricantes de prendas, pero no hay que olvidar que el tiempo de exposición al agua también determinará su rendimiento, además de que las condiciones reales de uso de una chaqueta difieren de los resultados que se obtienen en un laboratorio.

La columna de agua (o test Schmerber) es uno de los sistemas utilizados para medir la impermeabilidad, si bien no es el único, con lo que comparar prendas con datos obtenidos en distintos test no tiene mucha utilidad. No penséis, por otro lado, que la cifra de la columna de agua es definitiva para conocer la impermeabilidad de una chaqueta, hay muchos otros factores tanto o más importantes que entran en juego, como son el tipo de soporte textil exterior que lleve la membrana, la confección de la prenda, la calidad del termosellado, el tipo de cremalleras utilizadas… 

Hay que distinguir también entre impermeabilidad y “repelencia al agua duradera”, que suele ir indicado como “DWR” (Durable Water Repellent). Esto implica que el tejido exterior ha sido sometido a un tratamiento hidrofóbico, bien basado en químicos o en soluciones acuosas (tipo Nikwax, libre de fluorocarbonos) que precisará una re-aplicación con el paso del tiempo. Las prendas con este tratamiento soportarán la humedad o una lluvia fina, pero no una tormenta o una exposición prolongada al agua. 

Cómo se mide la transpirabilidad

Mientras que para la medición de la impermeabilidad sí que existe, como hemos visto, un test consensuado internacionalmente, no ocurre lo mismo a la hora de cuantificar la transpirabilidad de los tejidos, que viene a ser su capacidad para dejar pasar el vapor de agua. Suele ir indicado con las siglas MVTR (Moisture Vapor Transmission Rate), siendo la unidad de medida: gramos de vapor de agua en un metro cuadrado durante 24 horas (g/m2/24h). Para determinar esta cifra, uno de los sistemas más ampliamente utilizado es el “test Hohenstein”, expresado en el valor RET (Resistant to Evaporation Transfer), es decir, la Resistencia Textil a la Evaporación. Cuanto más pequeña sea esta cifra, mayor será la transpiración del tejido, considerándose entre 0 y 6 un valor muy alto de transpirabilidad (para actividades de alta intensidad, como trail running), entre 6 y  13 un valor confortable (para actividades intensas como alpinismo, es el que presentan la mayoría de chaquetas tres capas), entre 13 y 20 un nivel satisfactorio (para senderismo) y a partir de ahí poco transpirable. 

Sin embargo, este valor no está estandarizado y muchas marcas utilizan sus propios test, con lo que realizar una comparativa es complicado y poco esclarecedor. Además, es una cifra obtenida de nuevo en un laboratorio que es difícil trasladar a situaciones reales

Existen otros test, como el DMPC  (Dynamic Moisture Permeation Cell) que introduce en la ecuación factores que podemos encontrar en el exterior, como son el viento y el movimiento, por lo que su correspondencia con el rendimiento real de la prenda será más acertada.

Softshell: ¿qué y para qué? 

Este tipo de prenda surgió en el mercado hace menos de una década dando respuesta a la creciente demanda de prendas “activas”, aportando soluciones a medio camino entre las chaquetas exteriores impermeables y los forros polares, añadiendo las  virtudes de una mayor elasticidad y ligereza. Así, el concepto de “hardshell” (capa exterior “dura”) evolucionó hacia el “softshell(capa exterior “blanda”) que presenta propiedades tradicionalmente atribuidas a las chaquetas tres capas, como la protección frente al viento y al agua, pero con un rendimiento menor (no para condiciones extremas) y aumentando a cambio su transpirabilidad y flexibilidad. Al no incluir membrana, basa su rendimiento en su confección con un tejido muy denso y un trenzado que consigue que la superficie disperse la humedad dificultando la penetración del agua, reforzado con tratamientos DWR. 

No podemos por tanto pedirle la misma impermeabilidad que a una chaqueta con un laminado de membrana, pero su elevada elasticidad las convierte en prendas muy cómodas para usar haciendo actividad que exija una buena movilidad, como escalada o alpinismo. 

Tejidos como el Windstopper de Gore (como su nombre indica, muy eficaz como barrera contra el viento), el Matrix que utiliza la firma británica Rab (que destaca por su elevada transpirabilidad) o los tejidos bielásticos de Schoeller, entre muchos otros, entrarían en este amplio segmento de los softshell, cuyas fronteras siguen estando difusas.

El infinito mundo de los híbridos

Como en la vida, tampoco en las prendas de montaña todo es “blanco o negro”; entre los muchos matices de grises encontramos una fuerte tendencia de los fabricantes por combinar tejidos hardshell con softshell, colocados estratégicamente en las zonas  del cuerpo que necesitan más protección o bien más transpirabilidad. 

Hay también prendas softshell a las que añaden paneles de aislamiento (con relleno sintético, pluma…) aportando una mayor capacidad térmica y por tanto aumentando su polivalencia del uso, a cambio de sacrificar otras cualidades como puede ser la ligereza. 

Ejemplos de membranas impermeables y transpirables 

Sin ánimo de exhaustividad, hacemos aquí un somero listado de las membranas que utilizan los principales fabricantes de prendas outdoor:

Gore-Tex: Las virtudes de la microporosa membrana de ePTFE (el impronunciable PolyTetraFluoroEtileno expandido) que llevan utilizando los fabricantes norteamericanos ¡desde 1978! son más que conocidas. En los últimos años han aumentado su amplia oferta disponible con nuevos productos: Gore Tex Pro (más resistente y duradero, pensado para las condiciones  más extremas), Gore Tex Active (con sobresalientes cualidades de transpirabilidad, para actividades intensas) y una tecnología que acaban de lanzar esta temporada: Gore Tex C-Knite, una membrana a la que han añadido una capa interior de textil suave creando en conjunto un tejido más flexible y transpirable (no tan duradero), ideado principalmente para el senderismo. Para el próximo invierno entran también en el mundo del aislamiento con su nuevo Gore Tex Thermium.

Neoshell: es la propuesta de membrana microporosa impermeable y transpirable de los fabricantes de tejidos Polartec, que lanzaron en 2011 y desde entonces incorporan muchas de las  marcas más conocidas del sector para sus prendas activas. 

eVent: Se basa igualmente en sus millones de microporos que dejan pasar el vapor de agua hacia fuera pero no la humedad hacia dentro, pero además añaden un recubrimiento exterior de un material repelente que protege las fibras y aumenta su transpirabilidad.  

Otras membranas exclusivas: cada vez con más frecuencia las distintas marcas desarrollan laminados propios que incorporan en exclusiva a sus terceras capas. Es el caso de membranas como Hydroshell de Berghaus, Flashpoint de Rab, Dry Q- Elite de Mountain Hardwear, NanoPro Membrain de Marmot, Helly Tech de Helly Hansen, Omny-Dry de Columbia o TextremQ de los españoles Soloclimb, entre otras.

Las distintas opciones de combinación de tejidos y confecciones multiplican exponencialmente las posibilidades de vestirnos para la montaña aunque, ya sabéis, por mucha tecnología que llevéis puesta, sin actitud no hay cumbre posible.


 

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