Sputnik Berango abre por primera vez las puertas tras meses de trabajo al detalle para pulir hasta el último milímetro de sus 1500m2, hecho que no pasa desapercibido entre el público que se ha acercado a conocerlo: más que un gimnasio, más que un rocódromo, Berango parece un museo del boulder, un templo de la escalada donde la estética se encuentra con el rendimiento.
La luz ambiente tenue, las vías iluminadas como si de cuadros se trataran, los colores cálidos, el ambiente tranquilo: escalar allí es como escalar en el Prado o en el Louvre.
Los problemas de Sputnik Berango están diseñados para todos los gustos y niveles
Los responsables presumen de equipadores, y con razón. Las vías fáciles proponen retos sencillos, pero entretenidos a los y las principiantes, propiciando una progresión fluida y a la vez entretenida a quienes se inician, y las vías difíciles suponen un desafío incluso para los varios medallistas nacionales e internacionales que se encuentran allí.

El propósito de Sputnik es claro: el rocódromo tiene que ser para todo el mundo, tanto para quienes se calzan unos pies de gato por primera vez como para campeones del mundo. Y como se pudo ver en la inauguración, lo han conseguido.
A veinte minutos en coche de Bilbao y cinco de la playa de Sopela, el nuevo Sputnik quiere ser un nexo entre el mundo de la escalada y la cultura vizcaína: no todo son presas y pies de gato, en Berango también se respira gastronomía y surf.
Una situación geográfica privilegiada tiene que tener sus ventajas, y eso lo pudieron comprobar los y las atletas de Sputnik y La Sportiva, que pudieron disfrutar de una sesión de olas cantábricas entre ronda y ronda de problemas de boulder.