El número de fallecidos en el Everest durante este fin de semana, en la primera ventana de buen tiempo registrada en el techo del mundo esta temporada, se ha visto incrementada con el nombre de un ciudadano español. Se trata de Juan José Polo Carbayo, médico de profesión, de 43 años de edad y residente en Tenerife. Había nacido en Salamanca, aunque creció en la población barcelonesa de Mataró antes de mudarse a la isla.
Según los escasos datos que se han dado a conocer, estaba integrado en la expedición comercial de la agencia Himalayan Guides Nepal, con sede en Katmandú. Por lo que parece, habría alcanzado la cumbre por la vertiente norte tibetana el sábado 19 de mayo, pero falleció durante el descenso. La causa de la muerte ha sido definida como “exhaustion”, es decir, un agotamiento extremo provocado por el esfuerzo, al que a menudo se suman los efectos de la altura.
Otros dos fallecidos por la vertiente norte
Al mismo tiempo que el nombre del doctor Polo, también se han dado a conocer el del alpinista alemán Ralf D. Arnold, que compartía permiso con Ferran Latorre y Nacho Orviz. En su caso, una caída en el segundo escalón le provocó una fractura en una pierna y posteriormente la muerte.
Finalmente, se da prácticamente por fallecido también al italiano de 69 años Luigi Rampini, que lleva cuatro noches solo en el C3 (8.300 m) sin utilizar oxígeno, esperando una nueva oportunidad para alcanzar la cumbre. Se calcula que ya lleva varios días sin víveres.
11 muertes esta temporada y 1 ‘reaparecido’
La lista de víctimas en el Everest 2012 ascendería a 11 personas de confirmarse el fallecimiento de Rampini. Los cuatro primeros muertos se produjeron durante las semanas previas a las primeras cumbres. Los otros siete montañeros fallecieron durante el fin de semana del 19 y 20 de mayo, en que unas 300 personas habrían intentado alcanzar la cumbre del Everest, tanto por la vertiente sur como por la norte.
Algunas fuentes hablan de la masificación como una de las causantes de estas muertes. Las aglomeraciones provocan que la ascensión sea más lenta de lo previsto, con mucho más tiempo del planeado por encima de los 8.000 metros y, por tanto, con más riesgo para la salud de las personas a esa altura. Quienes ascienden con oxígeno, además, corren el riesgo añadido de agotar las botellas al utilizarlo durante más tiempo del previsto.
Una buena noticia entre tanto drama fue protagonizada por el sherpa que había sido dado por desaparecido el fin de semana. Finalmente, regresó sano y salvo por su propio pie al campo base el lunes. Por lo visto, se separó de su grupo y no disponía de equipo de comunicación.