Fueron 23 largos días, los que duró la travesía de Jose Mijares y Jose Antonio Fernández Segura por tierras chilenas, caracterizadas por sus grandes tesoros como son el Campo de Hielo Norte y Sur. Estos se consideran los más cercanos al ecuador y, después de la Antártica y Groenlandia, las extensiones de hielo más grandes del planeta con un total de 20.000 km2. En esta ocasión, el objetivo de estos dos españoles fue el Campo de Hielo Norte, también conocido como Patagónico Norte, con una amplitud de 4.500 km2 y una longitud norte-sur de 100 km y 50 de este a oeste.
La curiosidad de descubrir una nueva tierra, ocupada por escasas expediciones hasta el momento, fue uno de los alicientes que motivaron a estos dos escaladores a realizar esta travesía. Además, el hecho de que en ella se encuentre la montaña más alta de la Patagonia, el Cerro San Valentín de 3.950 metros de altura.
A su llegada a Chile, el primer punto de referencia para los españoles fue el Instituto Geográfico Militar, para obtener la información necesaria para el viaje, aunque no fue muy provechosa. Por ello, una segunda visita obligada fue a Pablo Besser, uno de los escaladores que mejor conocen las tierras patagónicas y que hace tan sólo unos meses, en septiembre de este año, realizó la primera travesía invernal norte-sur.
Comienzan la travesía
Con un plazo máximo de 25 días para realizar el recorrido, la primera decisión fue por qué lado partir, el norte-sur, el del Cerro San Valentín o el este-oeste, aunque con la seguridad de querer entrar al hielo desde el Lago Leonés, por el noroeste. Finalmente, se decantaron por el lado este-oeste. Tras unas horas de vuelo y de trayecto en carretera, un paseo en caballos les acercó hacia el Lago Leonés, su punto de partida, que cruzaron en zodiac. «Desde el lago, empezamos a portear hasta el campo 1 a 1.100 metros a través de un bosque precioso». Para poder entrar en el Campo del Hielo, tuvieron que superar un collado de 2.200 metros y descender a una altura media de 1.500 metros.
«A José Antonio Fernández y a mí, cruzar el collado y pisar el Campo de Hielo con todo el equipo nos costó 18 días, la mitad de los cuáles, los pasamos solos y encerrados en la tienda». Muchos días que retrasaron su travesía por el lado este-oeste. Uno de los días, un grupo de italianos les acompañaron en su travesía pero la climatología adversa del lugar, les hizo posponer su viaje. Sin embargo, el mal tiempo no fue un impedimento para Segura y Mijares que decidieron continuar por la parte más llana del Campo de Hielo, que acaba abriéndose al mar, en un total de 10 kilómetros con demasiados resaltes y grietas. «Para poder seguir, avanzamos hacia el Nunatak – isla de roca en mitad del hielo-, y entramos al glaciar San Rafael por el costado derecho». Esto le obligó a despojarse de sus pulkas y parte del material para liberar algo de peso.
Avance lento pero seguro
Aunque se les hacía difícil seguir adelante, estos dos expedicionarios decidieron seguir la línea que divide roca y hielo para poder alcanzar el mar. Esto les obligó a subir al bosque más de 300 metros para bajar de nuevo al hielo, consiguiendo así, librar algo más de 100 metros horizontales. «Esas subidas con 30 kilos a la espalda, echando mano a espinosos arbustos, eran matadoras. Además, en el glaciar íbamos encontrando agujeros que dejaban ver el curso de pequeños ríos y grietas, cada vez mayores. Todo ello nos obligó a negociar cada metro de los últimos cinco kilómetros».
Pero al final, todos los esfuerzos se vieron compensados cuando pudieron recrearse con la vista del lugar, a sus espaldas el glaciar San Rafael y el mar, a sus pies. A partir de ahí, la vuelta a casa. «Para salir de San Rafael -un lugar carente de cualquier infraestructura- subimos a un barco de turista que nos llevó hasta Puerto Chacabuco.
Estos nos fueron las únicas expediciones del lugar, ya que según habían podido saber los españoles, Reinhold Messner estaba haciendo esa misma travesía, que según había declarado en una entrevista previamente, suponía para él hacer un big wall horizontal. Sin embargo, estos dos escaladores afirmaron que «a Messner… nunca le vimos». «Los italianos por su parte salieron 2 días más tarde y alcanzamos a verlos en Coyhaique»
Ésta ha sido, sin duda, una travesía muy importante para José Antonio Fernández Segura y José Mijares que se quedará en su mente y sus retinas como un buen recuerdo. Seguro que tras esta aventura, reafirman lo dicho por Eric Shipton, «Esta es una de las regiones más encantadoras de la Tierra, si bien reclama de sus aficionados una cierta dosis de estoicismo», protagonista de la primera travesía diagonal al lugar en 1963.