DOLMA KANG (6.332 M)

Tomeu Rubí y Pep Roig ascienden un seismil olvidado del Rolwaling en estilo alpino

La cordada de mallorquines escalan la pared sureste del Dolma Kang (6.332 m), una ruta que solo había sido ascendida en estilo pesado hace más de cuarenta años.

Tomeu Rubí y Pep Roig en el Dolma Kang: Pep llegando al vivac del primer (Foto: T. Rubí).
Tomeu Rubí y Pep Roig en el Dolma Kang: Pep llegando al vivac del primer (Foto: T. Rubí).
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Los mallorquines Tomeu Rubí y Pep Roig han emprendido esta primavera una interesante aventura en estilo alpino en el valle del Rolwaling (Himalaya de Nepal). Ponen de nuevo en marcha la maquinaria de alpinismo de exploración que habían puesto en práctica varias veces antes de la pandemia, añadiendo algunos metros más a sus objetivos.

Y es que en verano de 2019, también junto a Cati Lladó y Derek Watson ascendieron dos cincomiles vírgenes en el valle de Khane (Karakórum). En 2011, Tomeu Rubí y Cati Lladó coronaron otros dos cincomiles vírgenes en el Djangart Occidental (Kirguistán), actividad que les valió el Premio FEDME en alpinismo extraeuropeo.

Cara sureste Dolma Kang 6.332 m (Foto: Tomeu Rubí).
Cara sureste Dolma Kang 6.332 m (Foto: Tomeu Rubí).

Vertiente olvidada

En el Rolwaling, Tomeu Rubí y Pep Roig aprovecharon la fase de aclimatación para ir acotando sus posibles objetivos. En principio, la idea era ascender algún seismil virgen o bien abrir una nueva ruta en estilo alpino. Finalmente, escogieron la pared sureste del Dolma Kang (6.332 m).

Sin embargo, durante el transcurso de la expedición hallaron indicios de que otras expediciones anteriores habían pasado por allí. Encontraron una tabla que hacía referencia a una expedición de 2017 que posteriormente averiguaron que no había llegado a ascender la montaña. Más arriba, encontraron viejas cuerdas fijas todavía colgando de la pared. Correspondían a dos equipos, uno australiano y otro japonés, que subieron la pared en estilo pesado en primavera y otoño de 1980, respectivamente.

Unas ascensiones olvidadas en el tiempo, de hace más de cuatro décadas. Eso sí, no consta que nadie antes que los dos mallorquines realizara una escalada de esta impresionante vertiente en estilo alpino. Este es el relato de la ascensión de puño y letra del propio Tomeu Rubí:

Cara sureste del Dolma Kang (6.332 m)

Finalizado el obligado proceso de aclimatación, durante el cual hemos aprovechado para visitar los diferentes valles al este de Na, debemos fijar un objetivo. No resulta fácil ya que son muchos los condicionantes que nos impone el gobierno de Nepal a la hora de expedir el permiso para cualquier intento de ascensión a alguna de las montañas del valle. Nuestra intención es intentar subir alguna ruta nueva o poco escalada, en una cara virgen o con pocas rutas y en estilo alpino.

Al final las limitaciones que nos afectan –si no queremos obrar fuera de la ley para evitar problemas en caso de accidente–, hacen que tengamos que desviar nuestro punto de mira hacia el noroeste. Allí se encuentran dos picos que podrían encajar con nuestras pretensiones, el Beding (6.126 m) y el Dolma Kang (6.332 m) –este podría considerarse como una cima secundaria del Gaurisankar (7.146 m).

El 30 de abril hacemos una aproximación a la pared sureste del Dolma Kang. La ruta tiene algunos tramos complicados que hacen que no sea una mera aproximación. A unos 4.900 m, sumergidos en la niebla que a diario nos acompaña y que deja escapar algunos copos de nieve, encontramos unas plataformas donde se pueden instalar algunas tiendas. En una tabla de madera perdida entre las rocas podemos intuir una inscripción que habla de alguna expedición del año 2017. La niebla no deja que podamos ver la pared de cerca en ningún momento. Con eso bajamos de nuevo a Beding, donde nadie nos sabe dar información de la expedición de 2017. 

El 1 de mayo debemos subir otra vez a Na en busca del material que necesitamos para la ascensión. No tener un plan fijado antes de acabar el trekking de aproximación tiene cierto atractivo, pero también algunos inconvenientes. Deseábamos un día de descanso antes de meternos en faena, a cambio un precioso paseo de ida y vuelta Beding-Na-Beding con pesadas mochilas…

La previsión meteorológica poco fiable a la que nos aferramos nos pronostica un día sin precipitaciones para el 3 de mayo. El 2 de mayo subimos los 1.200 m de terreno incómodo hasta las pequeñas terrazas que habíamos visto dos días antes. Hoy sí conseguimos ver la pared; nos resulta extraño que nadie haya subido o probado esta pared antes…

A las 3:30 h del día siguiente suena el despertador, una hora después nos ponemos en marcha. 1.000 m de desnivel más tarde, paramos para montar nuestra tienda en una repisa costosamente  tallada en el hielo. Algo no encaja, la tienda aunque escueta, resulta demasiado grande para el espacio habilitado. Esta noche tocará dormir apretados. Para llegar hasta aquí hemos tenido que superar un largo corredor de nieve en no muy buen estado. La inclinación media del corredor será de unos 60/65º con resaltes verticales de hielo podrido. Los últimos 300 m han sido de un terreno mixto más vertical y difíciles de proteger… un terreno parecido al que nos espera mañana.

Sin apenas dormir –parece que no andamos tan aclimatados como creíamos–, suena el despertador sobre las 4:00 h, ¡qué alivio! Una hora y media después conseguimos ponernos en lento movimiento para superar los aproximadamente 400 m que nos separan de la cima. El terreno resulta ser más técnico que el día anterior, y por eso más costoso. Mientras aseguro a Pep en una de las muchas reuniones veo a mi derecha unas cuerdas que ascienden por un espolón al que nos dirigimos, al fin se disipa la duda: no somos los primeros que pasamos por aquí. Es una lástima encontrar tanta cuerda y material abandonado.

Sobre las 12:00 h llegamos a la cima sin tiempo para saborearla. Las nubes ya nos envuelven y hay que encontrar la ruta de bajada, que empieza por un glaciar repleto de seracs y grietas. Vamos navegando entre los puntos que mentalmente fijamos cada vez que las nubes deciden separarse lo suficiente para poder ver el siguiente. Varias veces deberemos esperar porque no podemos ver hacia dónde ir. Al fin llegamos hasta la arista que nos habíamos fijado como punto desde el cual ya no había que preocuparse por el hecho de meterse en un callejón sin salida. Pensábamos llegar ese mismo día hasta las plataformas donde habíamos dormido dos noches atrás, pero no logramos ver más allá de los 15 o 20 metros. Es por eso que sobre las 16:00 h, al pasar por un lugar donde se puede habilitar un espacio para montar la tienda, sin mucho esfuerzo decidimos parar. Estamos como en la noche anterior a unos 5.900 m (según marca mi reloj). A la mañana siguiente, sin nubes, realizamos algunos rápeles y destrepes que exigirán toda nuestra atención… Este mismo día, aunque mucho más tarde y con pocas energías, llegaremos de nuevo a Beding.

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