Este es el relato que Sechu López nos envía desde Kathmandú en el que nos cuenta la ascensión al Shisha Pangma Central que ha realizado hace pocos día. Una ascensión con la montaña muy cargada de nieve que realizó practicamente en solitario (el polaco Andrzej Bargiel también ascendió ese mismo día) afrontando un descenso muy complicado debido al mal tiempo y a la mucha nieve que había en la montaña. Una de las motivaciones más importantes que tuvo para continuar la ascensión, a pesar de la situación en que se encontraba la montaña, fue dedicarle la cima a su amigo Abel Alonso fallecido en el descenso de la cumbre del G1, el pasado 21 de julio.
«Pues si, además del polaco Andrzej Bargiel, yo también hice cumbre en el Shisha Pangma Central (8.012 m) el 2 de octubre. Y esta es la historia sobre ese ascenso, realizado por la ruta normal de la montaña, cara norte. Los horarios expresados son locales (Tíbet-China), motivo de muchas confusiones, pues en el CB se empleaba el chino y el nepalí (unas dos horas menos).
He compartido la expedición al Shisha Pangma con un equipo de 4 polacos, cuyo objetivo principal era conseguir que Andrzej descendiera de la cumbre con esquís, y lo han logrado. Así, los 5 hemos compartido viaje y estancia en el CB, bajo la organización de la conocida agencia nepalí Seven Summit Treks. La relación ha sido buena, a pesar de las dificultades por el idioma, nos hemos reído.
Mi expedición es individual, no cuento con sherpa ni compañero previo de ascensión, luego en la montaña no suelo estar solo, aunque frecuentemente si, y establezco mi estrategia por mi cuenta… y riesgo. A mi me gusta la soledad en la montaña, intimo con ella, pero no rechazo la presencia de otros montañeros, simplemente disfruto de la montaña en cualquier caso. Lo que si cuento es con el apoyo de algunas entidades y sobre todo de mucha gente, principalmente de mi querida tierra gallega, a quienes les agradezco enormemente su confianza, ánimo y empuje.
Hubo cambio de planes por parte de algunos alpinistas y las fuerzas se dividieron.
Una vez aclimatados y con campamentos de altura preparados, las distintas expediciones y con sus últimos partes meteorológicos, llegamos a la conclusión de que el día de cumbre ideal era el 2 de octubre. 14 europeos y 3 sherpas (de Carlos Soria), nos preparamos para ese día llegar a la cumbre del Shisha Pangma Principal (8.027 m), cada cual siguiendo su estrategia. Pero pronto hubo cambio de planes por parte de algunos alpinistas y las fuerzas se dividieron.
Así, un suizo y un inglés partieron el 29 de septiembre del CB para intentar hacer cumbre el 1 de octubre. La noche anterior, en el C3, el intenso frío les hizo desistir del intento y descendieron. Ese mismo día 29, el equipo de Carlos Soria (4 alpinistas y sus sherpas) salía del CB con el plan de avanzar a ritmo de campamento por día y cumbre el 2, sólo se unió a ese plan el danés Jakob Urth. Por mi parte, inicié el ascenso el día 30 para, saltándome el C2, hacer cumbre también el día 2. El resto de europeos retrasaba su intento al día 3, en principio también con meteorología favorable.
El día 30 salgo del CB, voy ligero de peso y alcanzo el C1 en 6 horas, lo que estaba bien de horario, pero a pesar de salir descansado y con ganas, llego al campamento con una sensación de cansancio superior a lo esperado. Valorando ese detalle y lo que sucedió a otros alpinistas, posteriormente llegamos a la conclusión de que el CB, a 5.620 metros, es ideal para aclimatar, pero demasiado alto para una buena recuperación física, el desgaste no es evidente, pero merma mucho. Al C1 van llegando otros alpinistas, entre ellos Darek Zaluski, líder del equipo polaco, con muchas e interesantes expediciones (5 ochomiles y considerado como uno de los mejores cámaras-alpinistas), como avanzadilla de Andrzej y de su hermano Grzegorz (guía internacional de montaña y también cámara), quieres saldrían del CB los últimos, la madrugada del día 1 con la intención de llegar a la cumbre el 2 y bajar juntos esquiando. El equipo polaco se completaba con el fotógrafo Marcin Kin, aunque no paso del C1. Las imágenes tomadas por los polacos son impresionantes.
El día 1 salgo de madrugada, tengo que salvar 1.100 metros hasta el C3. Voy el primero y me encuentro con la sorpresa de que la huella a sido cubierta por la nieve. Al tener que rehacer la huella el esfuerzo extra me supone un gran desgaste y tardo casi 5 horas al C2 (ya había subido en 3 horas). Me tomo un descanso y reanudo la marcha, la nieve no está en buen estado pero ahora la huella está bien, me precede el equipo de Carlos Soria y antes de ellos ya han pasado los dos europeos (suizo e ingles) con los que me cruzo en su retirada. Alcanzo también a Jakob, quien no se encuentra fuerte y decide descender. Yo sigo subiendo, llego al C3 (7.452 m) sobre las 9 de la noche, tras una jornada de 14 horas y media, estoy fundido. Hablo con el equipo de Carlos Soria quienes me ofrecen bebida caliente, son los únicos en el C3 y me informan de sus planes de cumbre. Monto mi pequeña tienda y caigo rendido en el saco, despierto a las 2 de la madrugada, me hidrato bien ¡y ceno! Recibo el parte meteorológico que me alerta de que el mal tiempo se adelanta y el día 2 habrá poca visibilidad y bastante viento.
Al amanecer del día 2, el equipo de Carlos Soria también tiene un mal pronóstico del tiempo y sus sherpas, que han salido de avanzadilla, informan del mal estado de la nieve. Deciden abortar el intento de cumbre y descender. Es entonces cuando les digo que yo intentaré la cumbre Central, me desean suerte y preparo mis cosas.
La mente es el “músculo” más poderoso que tenemos, yo así lo creo, y sigo subiendo
Cuando estoy a punto de salir aparece Andrzej Bargiel (había dormido con sus compañeros en el C2 y en el ascenso al C3 su hermano no se encontró con suficientes fuerzas y terminó por regresar al C2), me pregunta a qué cumbre me dirijo y le digo la Central. Me dice que a él le vale. Para alegría de los presentes, no subiré solo, me llevo muy bien con todos los miembros del equipo de Soria y quedaron más tranquilos. Inicio el ascenso mientras Andrzej descansa un poco, bebe y come. Pronto siento su aliento, me adelanta, es un verdadero portento, aplasta la nieve como quien pisa uvas en la vendimia. Nos encontramos con tramos en que la nieve está tan mal que tenemos que pasar “a gatas” para hundirnos lo menos posible y poder avanzar. Andrzej me va sacando rápidamente distancia. Yo voy muy cansado del día anterior y paso por malos momentos, el viento también castiga, pienso en renunciar, pero no quiero hacerlo, aún voy en hora y sé que el descenso es rápido y seguro porque hay bastante cuerda fija (aprox. entre los 7550 y 7800 m), y tengo necesidad de llegar, no por mi, sino por dedicarle la cumbre a un amigo fallecido en la montaña, eso me da ánimo y la mente es el “músculo” más poderoso que tenemos, yo así lo creo, y sigo subiendo. Veo a Andrzej en la cumbre (son más de las 3), y sé que yo también puedo, si quiero… y claro que quiero. Andrzej tarda mucho en iniciar el descenso, la nieve se desmorona, provoca una pequeña avalancha, pero por fin se decide y le grabo en vídeo. Llega junto a mi, se detiene y me dice que por donde él ha subido está muy peligroso por riesgo de avalanchas. Nos deseamos suerte y se va. Decido no seguir su huella y me dirijo a una zona rocosa por la que ganar altura de forma más segura, el terreno es mixto y la nieve está mal, paso apuros pero logro salir por arriba, luego sigo hacia la cumbre… y llego, es un montón de nieve inestable en la que clavo el piolet como quien mete el dedo en la nata, miedo me da, me muevo muy despacio asentando cada paso. Observo la arista que conduce a la cumbre Principal, parece factible, otro año quizás. Es muy tarde, son las 18.45 h, me quedan unas dos horas de luz natural. Hago unas fotos, marco la cumbre en el GPS (indica 8.020 m) y guardo el trak, no quiero tener problemas en el descenso. 20 minutos y para abajo. Llego al C3 pasadas las 10 de la noche, sin contratiempos. Estoy solo, sé que seguiré así en todo el descenso y que no será fácil, el mal tiempo está garantizado. Pero en el campamento me siento seguro, saboreo la cumbre, me emociono y pienso en mi amigo, llamo a Xulio (mi hermano) para decírselo y que lo publique, le dedico la cumbre a la “Memoria de Abel Alonso y a su familia” (Abel falleció en el descenso de la cumbre del G1, en Pakistán, junto a otros dos españoles, el pasado 21 de julio).
Había exprimido mi cuerpo al límite, sufrido y resistido… y sentido intensamente, había vivido otro sueño
La noche es tremenda, un viento enfurecido azota mi endeble tienda. Al día siguiente no se ve nada, allá donde mire todo es blanco, está nevando, espero a que despeje un poco, al final tengo que salir así, recojo todo y voy para el C2, pero tengo que hacer huella en la nieve fresca, con viento en contra, y tardo unas 7 horas (ese descenso lo había realizado en hora y cuarto cuando estaba aclimatando), y además me cuesta encontrar el campamento a pesar del GPS. Otro día que voy al saco agotado, pero satisfecho. A la mañana siguiente lo mismo, abrir huella, pero es más corto, en dos horas y media llego al C1, donde tengo de todo y recupero bien. Voy lento, pero el mal tiempo me hace ser prudente y afianzar cada paso, además no tengo prisa y estoy bien. El día siguiente recojo todo, es mucho material a cargar, pero nunca dejo ni el más mínimo resto (excepto el material orgánico), y el peso es brutal. Fabrico una especie de trineo para aliviar la mochila y desciendo hasta la lengua del glaciar (penitentes), donde no me queda más remedio que cargar todo a la espalda para cruzar el hielo, es el último obstáculo importante, y donde por cierto terminó el descenso de 1h20´ de Andrzej desde la cumbre. Superar ese obstáculo tan cargado, me supuso 3 horas y cuarto (con anterioridad ya lo había realizado en apenas una hora, sin carga). Fue muy duro. Después aún tenía que realizar un penoso descenso por la pedregosa orilla del glaciar hasta el CB, un recorrido normalmente de 2 horas mínimo, pero el ayudante de cocina de mi campamento me esperaba para ayudarme. No había pedido ayuda, pero acepté gustoso su ofrecimiento. Llegué al CB la tarde del día 5, muy cansado, pero muy feliz, al fin y al cabo había conseguido llegar a la cumbre, hermoso lugar esté donde esté, había exprimido mi cuerpo al límite, sufrido y resistido… y sentido intensamente, había vivido otro sueño y eso es, en definitiva, lo que hace que la vida merezca la pena, luchar por nuestros sueños.
Sechu López. Kathmandu, 9 de octubre de 2013