El Kilimanjaro (5.895 m) no es una montaña estrictamente alpinística, ni mucho menos. Las noticias que han llevado al pico más alto de África hasta las noticias de Desnivel.com tenían que ver con los intentos de récord de velocidad de ultrarunners o con proyectos del tipo de las Siete Cimas.
Sin embargo, el Kilimanjaro es una montaña que cada año ascienden a pie unas 50.000 personas, según los datos del Ministerio de Turismo de Tanzania. Un número notable de gente que se ve obligada a adaptarse a la altura, esforzarse y contratar guías y porteadores para llevar a cabo su sueño de alcanzar el punto más elevado del continente negro.
En este sentido, los datos apuntan que la estancia media de esas 50.000 personas en la zona del Kilimanjaro es de alrededor de una semana. Durante ese tiempo, “un visitante de Estados Unidos puede llegar a dar trabajo hasta a 15 personas, de las cuales 13 serían porteadores, un cocinero y un guía”, según la organización que agrupa a los porteadores de Tanzania.
¿Riesgo u oportunidad?
Toda esa estructura turística estaría en riesgo de desaparecer si el gobierno termina aprobando la construcción de un teleférico hasta la cumbre del Kilimanjaro, según la organización de porteadores: “Somos de la opinión que la montaña debería permanecer como está”, aseguran.
De opinión diametralmente opuesta, el Ministerio de Turismo pone sobre la mesa las previsiones de que un teleférico hasta la cima del Kilimanjaro llevaría a la región un 50% más de turistas, que pasarían de los 50.000 actuales a 75.000. Casos de éxito no les faltan como ejemplos, especialmente en los Alpes pero también en montañas de Estados Unidos y Canadá, en China o el Himalaya.
El proyecto todavía está en fase de estudio y tampoco existe una idea única sobre el recorrido, altitud y distancia del teleférico. “Hay dos empresas que han mostrado interés, una de China y otra de un país occidental”, ha declarado el ministro de turismo, Constantine Kanyasu.