SU CUARTO INTENTO A LA MONTAÑA

Òscar Cadiach vuelve al Broad Peak para completar los Catorce Ochomiles

El alpinista tarraconense ya está en Pakistán, camino del campo base del Broad Peak (8.051 m), donde intentará completar la lista de los catorce ochomiles. Nos contó sus sensaciones justo antes de partir en la siguiente entrevista.

Oscar Cadiach en el C2 del Broad Peak en el intento que realizó en la primeravera 2015  (©Oscar Cadiach)
Oscar Cadiach en el C2 del Broad Peak en el intento que realizó en la primeravera 2015
Desnivel.com | 1 comentario |

Òscar Cadiach ya está en Pakistán otra vez, y van… incontables, las veces que el alpinista tarraconense ha viajado al país asiático para intentar ascender alguna de sus montañas. Partió el 18 de junio y, por tercer verano consecutivo tratará de cerrar la cuenta pendiente con los catorce ochomiles en el Broad Peak (8.051 m). Es la última cima principal que le queda. Una cima que ha visto de cerca en varias ocasiones, como en 2014, cuando se quedó a escasos 30 metros de desnivel. Situada en un macizo que es uno de sus favoritos, en el que ha abierto itinerarios a las cumbres Norte (7.600 m) en 1990 y Central (8.011 m) en 1992.

«Comparto permiso con dos alemanes a los que no conozco de nada»

Vuelves al Broad Peak. ¿Sólo o con qué compañeros?
Vuelvo solo, aunque eso no quiere decir que vaya solo. Vienen dos personas de aquí, Lluís Díaz y Albert López, que me acompañarán en el trekking hasta el campo base. Para el tema de costes, me he apuntado con dos alemanes a los que no conozco de nada; en total somos tres. Voy con una agencia germano-suiza que se llama Summit Climb, y que va con una agencia de allí que es Laila Peak.

Ellos ya tenían programado el viaje por estas fechas, aunque yo intenté que estuviéramos en el Broad Peak para el 10 de junio, pero no lo he podido cambiar… Aunque lo que más me preocupa es el tema del cambio climático. Pero bueno, espero que la montaña esté en buenas condiciones. Hasta la fecha nadie me ha dicho nada.

¿No conoces de nada a tus compañeros, entonces?
No. Conozco al jefe de la agencia, Felix Berg, que estuvo conmigo en 2014 y subió al Broad Peak. Pero él no va.

¿Cómo te encuentras?
Preocupado con el cambio climático… Pero físicamente, me encuentro normal, y espero que todo vaya bien y que no haya ningún percance.

Será su cuarto intento a la cima principal del Broad Peak tras los de 2012, 2014 y 2015

¿Cuántas veces has intentado el Broad Peak?
En 2012, que estaba en el K2, tenía el permiso del Broad Peak, pero lo utilicé para aclimatar. Subí hasta el campo 2 y me fue bien, porque en el K2, mientras no subíamos al C2 por el viento y todo esto, yo subí en el Broad Peak. En 2014 fui y me quedé a 20 metros de desnivel de la cumbre. Y en 2015, el año pasado, fue cuando tuvimos el cambio climático, y estuvimos a 7.300 m.

Te quedaste muy cerquita aquella vez…
Sí, faltaban una o dos horas para llegar a la cumbre, una o dos horas más para regresar, más el cansancio acumulado de haber salido a las nueve de la noche. La idea era haberlo intentado de nuevo al día siguiente, pero ya no pudo ser porque aparecieron las congelaciones de la doctora. Una vez abajo, yo dije que me quedaba, pero lo habían desmontado todo y se complicó la cosa. Espero que este año me acompañe la suerte.

«Sin ser difícil, la arista de arriba tiene miga y allí ha desaparecido gente»

¿Qué es lo más difícil de esta montaña?
La arista de arriba, sin ser fácil ni difícil, ha sido donde ha desaparecido gente como Eric Escoffier, alguno de los polacos de la ascensión invernal, hay alguno que quedó allí, metido en un saco blanco… Tiene un poco de miga, esta arista, porque se hacen unas cornisas hacia el lado de China y si hay un poco de niebla ya sabes que el blanco se confunde y la roca no se ve… y si pisas en falso desapareces. Hay 3.000 metros por el otro lado. Eso le ha pasado a bastante gente, porque el año del K2, que subió bastante gente, esperaban todos contentos a una chica que había hecho cumbre y la chica no bajó y no la vio nadie más. O sea, que en esta arista pasa algo. Tienes que ir muy atento y concentrado.

Luego, el acceso al campo 1 también lo encuentro peligroso. Es donde cayeron los cinco aludes el año pasado cuando fuimos al rescate de la japonesa Sumiyo Tsuzuki. Es un tipo de montaña que no tendría que ser complicada, pero tampoco regala nada.

En la arista de arriba hay un tramo de roca que hay que escalar y no es fácil; hay una cuerda fina, es roca pura y dura y muy estrecha. Por un lado hay dos mil metros y por el otro también hay un buen patio. Luego hay es arista con canalizos para subir encima de un monolito que bordeas por la derecha y subes por una arista hasta el Summit Rock. En el tramo en que yo me paré, atravesé con el piolet y se veía por el hueco el otro lado. Yo estuve avisando, pero la gente va por allí un poco zombie. El K2 tiene el Cuello de Botella que impone mucho, y el Broad Peak tiene esta arista, que es lo único que veo complicado, aparte de alguna grieta que hay.

¿A qué altura está la arista?
La empiezas a 7.800 metros más o menos, y te lleva casi hasta la cima. Sube primero una pendiente de unos 40 o 45º y, cuando estás por encima del Summit Rock, tienes que descender un poquito hacia la vertiente paquistaní y volver a remontar para llegar a la cumbre, que se divisa desde allí un poco lejos. Habrá unos 400 o 500 metros. Del collado al Summit Rock no baja de dos horas o dos horas y media, y luego el regreso. Eso se suma a la altura de la que hayas salido ese día, ya sean 7.300 o 7.500 m…

«El Broad Peak tiene fama de fácil pero hay años en los que está complicado»

O sea, que te queda el último ochomil, que tiene fama de fácil, pero que tú no ves tan fácil…
Sí, tiene fama de fácil y hay gente que lo ha subido muy bien, pero tienes otros como Alberto Zerain que no pudo subirlo bien, y los que venían conmigo el año pasado como Patxi Goñi que también contaban que habían llegado dos veces al collado que siempre pasaba algo: que si el viento, que si el frío, que si la nieve profunda… No regalan nada. Para mí, es un ochomil “medio”. Fácil sería el Cho Oyu, que más o menos todos los que lo intentan acaban subiendo. Y este hay años en que lo sube bastante gente y otras veces que está complicado.

¿Con cuanto tiempo contáis? Porque decías que vais más tarde de lo que te gustaría…
Me hubiera gustado estar ya haciendo la aproximación, pero no hay que ponerse nerviosos y ya lo veremos cuando estemos allí.

¿Hasta cuándo tenéis previsto estar?
Estaremos hasta principios de agosto. Espero que sea el año adecuado y haga un tiempo correcto. Me gustaría volver a pillar la racha de los ochomiles: en 2012 fue muy bien, en 2013 fue bastante bien, y luego en 2014 no subí y en 2015 tampoco. Desde 2013 que subí el G1 no he hecho ninguno.

El Broad Peak lo subiste por una ruta nueva…
Sí, por la Fem Tarragona, que subí por la vertiente china en el 92. Y en el 91 hicimos la exploración y conquistamos el Tarraco Kangri, un 6.200 virgen que bautizamos así. Orgullosos de esa primera mundial que hicimos allí.

«Me hubiera gustado ir por una ruta nueva, pero tuve que descartarlo»

Pero ahora tendrías los catorce ochomiles si hubieras ido por la normal.
Sí, pero me acuerdo que estuvimos allí con Kurt mirando hacia la izquierda y sí que era bonito irse hacia la cumbre Principal, pero lo vimos más complicado, porque había que tomar la arista de la izquierda. Esa arista luego se intentó desde Pakistán –por los hermanos Iñurrategi–, y es a la que me hubiera gustado ir este año, pero no hubo quórum porque teníamos que ser un equipo de seis personas, y éramos seis personas con ganas, pero sólo dos y medio con ganas de pagarse su parte… Allí tienes que contar con una logística que te aporta comida y material, para dedicarte a hacer la escalada de la montaña. Tuve que descartarlo; fue un buen sueño que tuve que cambiar por subir al Broad Peak por la ruta normal, y ya estaré más que contento si lo consigo.

Serías el primer catalán en hacer los catorce ochomiles, ¿has conseguido ayuda y financiación?
Me ha ayudado sobre todo la cuidad de Tarragona. Aquí me quieren mucho y las entidades públicas y la buena gente me han ayudado, uno con el billete, otro con el seguro, otros con las llamadas… Se lo debo todo a la ciudad, aunque no tengo los recursos de una empresa privada. Pero estoy contento, porque las últimas montañas las he hecho así y me lo he currado yo. Yo a cambio hago algunos trabajos: doy charlas, conferencias, coaching, etc. Algunas personas a nivel personal también me han ayudado.

¿Has cubierto así el presupuesto de la expedición?
Sí, lo que es la expedición, sí. Lo que es poder realizar llamadas vía satélite y mandar imágenes y fotos, ya es más complicado.

¿Vas con sherpas?
No, no llevo sherpas ni oxígeno. Y tampoco sé cuántas expediciones hay allí. Creo que está Rosa Fernández, pero Juanito Oiarzabal y Alberto Zerain no van al final. Supongo que me encontraré con algunas personas más y a ver si consigo organizarme con el equipo… Es un poco diferente: en el G1 también acabé saliendo solo del campo base, pero tuve que hacer alianzas con la gente que subía el glaciar para no atravesar el glaciar solo. Al llegar a los campos de altura, volvía a estar solo, y el día de cumbre coincidí con un chaval muy majo de Malta, Greg Attard, y nos entendimos muy bien aunque él iba con oxígeno. También he coincidido los últimos años en el Broad Peak con la neozelandesa Chris Jensen Burke, con Billie Bierling… con bastante gente, e imagino que este año también habrá gente.

Es en la última parte de tu carrera ochomilística cuando más te está costando ir con compañeros…
Pues sí. Supongo que se debe a la crisis, a la falta de ánimo, a que en esto del ochomilismo necesitas un patrocinador.

«Me da vergüenza ya contar las expediciones que llevo… son más de 65»

¿Cuántos años y cuántas expediciones llevas al Himalaya?
Me da vergüenza ya contar las expediciones… llevo más de 65 expediciones y más de cuarenta de ellas al Himalaya. La primera fue en 1974.

¿Ha cambiado totalmente el Himalaya en todos estos años?
Ha cambiado el espíritu de equipo. Antes, Cuenca iba al Cho Oyu y se organizaba un festival y los equipos trabajaban dos años para ir juntos de expedición. Todo esto se ha desvanecido. En mi caso, son mis sacrificios, porque todo se resiente, tanto a nivel familiar como de trabajo. Y hay gente que no está dispuesta a ello y que tira la toalla aun siendo muy fuertes. También es cierto que en otra época hubo mucha gente que encontraba salida fácil con patrocinadores y hacía muchas expediciones de estas, y ahora se ha ido acotando tanto que está muy difícil.

Sería un sueño conseguir los catorce ochomiles, ¿qué significaría para ti?
Un objetivo que me planteé a finales de 2011 y que estoy cerca de poder cumplir. Me di un tope de cuatro o cinco años y creo que estoy en este tope… y todavía mantengo físicamente para poder hacerlo. Tenemos el ejemplo de Carlos Soria, pero tampoco es mi ilusión estar hasta los 70 o los 80 años haciendo ochomiles. Me gustaría hacer otras cosas, pero ahora tengo esta ilusión.

Si consigues el Broad Peak, ¿dejarás de ir a los ochomiles?
Esto no quiere decir que no vaya nunca más a un ochomil, pero ya desde otra perspectiva, en un plan más de asesor o de tutelaje.

Lo curioso es que ese sueño haya llegado después de tantas expediciones, porque antes nunca tuviste la necesidad de completar los Catorce…
No, y de algo que estoy orgulloso de mí mismo es que la mentalidad fue de ir sin oxígeno. Y eso ya fue desde el principio. Ahora el caso de Azim Geychisaz, que es un chico fuertísimo que acaba de hacer el Everest sin oxígeno, pero lo ha tenido que repetir porque cuando lo hizo la primera vez –fue el primer iraní en hacer el Everest– lo hizo con oxígeno. Y ahora que se ha dado cuenta de que vale para esto y que es joven, inteligente y tiene el apoyo de todo el país, ha tenido que repetir el Everest.

«Si lo consigo, de lo que estaré más orgulloso es de haberlo hecho sin oxígeno»

Además, tú tienes el Everest dos veces sin oxígeno.
Sí, y es que si Messner ya lo demostró en su momento, era una cuestión de mentalidad el cómo afrontar estas montañas. Y si lo puedo conseguir así, de esto será de lo que estoy más contento.

¿Cómo es el Everest sin oxígeno?
Muy frío. La primera vez, gracias a que estuvimos tanto tiempo aclimatando, estaba convencido de que lo podía hacer porque me encontraba bien a esta altura, aunque fuera agotador, porque era en época monzónica y te hundías hasta la cintura. Pero físicamente estaba bien, y soportar aquel vivac que hice a tanta altura y después poder reaccionar y descender no fue fácil –casi estuve rozando el coma–… si no hubiera estado tan aclimatado, o si hubiera sido en primavera u otoño con temperaturas más frías, probablemente no hubiera bajado.

El año antes del Everest hice el Nanga Parbat y me motivo muchísimo. Me di cuenta de que estaba completamente entero y con buena potencia. Subir el Nanga Parbat en estilo alpino por la pared del Rupal, en cinco días y bajarla en dos… aquello me dio alas.

¿Cuál es el ochomil que has hecho más rápido?
En cuanto a días de estancia, yo creo que fue el G1. Si no recuerdo mal, llegué el 12 al campo base, el 29 hice la cumbre y el 30 estaba ya en Concordia. Yo me aclimato bastante bien, lo probé y salió bien.

¿El ochomil más difícil que has hecho?
Lo más difícil fue la Magic Line. Aquello es un punto y aparte. No hice cumbre, pero para mí es lo más difícil y quizás lo más bonito, lo más técnico, lo más alpino… el máximo disfrute que he tenido nunca en los ochomiles ha sido la Magic Line. La arista oeste en el Everest también fue magnífica, y muy difícil… abrimos ruta al collado del Lola, subir por el corredor Hornbein, donde estuve hasta 8.500 m… Son momentos muy majos. En el Nanga Parbat también. La Free Tibet es muy aventurera y muy estética, aunque no tan complicada, pero descubres una ruta nueva y no sabes lo que te vas a encontrar. La sur del Shisha Pangma también fue fenomenal y la hicimos bastante ágil.

«La muerte de los dos compañeros que he perdido en ochomiles me ha marcado»

¿Cuál ha sido el momento más difícil que has vivido en un ochomil?
La muerte del compañero, de los dos compañeros que he perdido en ochomiles: Manel de la Matta e Íñigo de Pineda. Los dos estaban junto a mí y creo que esto me ha marcado. Incluso a pesar de haber continuado intentando ochomiles, me ha hecho como un bloqueo y antes de volver del K2 tuve que tener una experiencia interna en el Art Gilkey Memorial, donde me acompañó un iraní e hice como una pequeña ceremonia interna que me permitió desatascarme mentalmente.

Es muy duro tener que volver a un ochomil donde has perdido a un compañero, ¿no?
Sí. Y además sigo en contacto con las familias, que me han deseado suerte… en el Kangchenjunga también… Luego he revivido momentos duros y tristes, como la muerte de Juanjo Garra también me afectó. Yo estaba en el Kangchen y él estaba en el Dhaula, y durante el trekking de regreso murió y cuando llegué a Katmandú ya me dijeron que habían hecho el funeral y todo. Lo más duro es esto.

Momentos duros míos, claro que los he tenido, como cuando me pilló el huracán en el Kangchen y estuve solo durante siete días bloqueado a más de 7.000 metros… Pero son momentos que luego se van difuminando y te quedan los que has vivido con mayor intensidad.

O sea que al final te queda un buen recuerdo de los ochomiles…
Sí, pero hay que ser precavido y prudente, porque en los puntos más fáciles es cuando ocurren las cosas, y si bajas la guardia es fácil perder la concentración. Pero la vida es así.

Comentarios
1 comentario
  1. Ànimo, Òscar… Eres uno de los grandes y seguro que a la cuarta va la vencida… Espero que tengas la suerte que te mereces… Una abraçada ben forta des del Pallars…


 

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