Òscar Cadiach conoce bien el Broad Peak (8.051 m). No en vano ha llevado a cabo cinco expediciones a ese macizo del Karakórum, vecino de su idolatrado K2, a lo largo de 25 años. En 1990, el alpinista tarraconense ascendió su cima Norte (7.600 m). En 1992, hizo cumbre en la cima Central (8.011 m) tras abrir la ruta Fem Tarragona desde la vertiente china, tras un infructuoso primer intento en 1991. En 2012, ya metido en la carrera por tratar de completar los catorce ochomiles, intentó combinar su ascensión al K2 con la de la cima principal del Broad Peak, pero en aquella ocasión sólo pudo montar el campo 2 y ya no tuvo ocasión de volver a subir ni tan siquiera hasta ese punto. Finalmente, en 2014 realizó un intento que lo dejó a escasos 20 metros de desnivel de la cumbre y del que se retiró por ir un poco retrasado; la decisión de la agencia de abandonar la montaña no le dio opción de realizar un segundo ataque.
La próxima semana, Òscar Cadiach volverá a ponerse en marcha una vez más hacia el Broad Peak. Esta vez, sus compañeros de expedición son el navarro Patxi Goñi y los catalanes Carles Figueres y Jordi Bosch ‘Barraca’, además de Anna Pujol como médico del grupo. Además, coincidirá en el campo base con Juanito Oiarzabal y Alberto Zerain, con quienes ya ha hablado de compartir sinergias.
El año pasado fuiste con un grupo de amigos muy grande, que quizás luego fue difícil de gestionar en la montaña, ¿cómo has planteado la expedición de este año?
La idea el año pasado era que los amigos que venían tenían que ser autosuficientes, y así fue. Al final, lo más difícil de gestionar es el mal regusto de boca de no haber podido subir… Este año, por cuestiones económicas, me he tenido que juntar con un grupo de alemanes, que en principio eran pocos, igual que nosotros, para hacer equipo. Sin embargo, cuando vieron que me apuntaba yo, se inscribieron cinco alemanes más, y para ellos será el primer ochomil, y había el riesgo que fuera como el año pasado. Y yo intento mejorar. Al final, los alemanes traen su propio guía y harán su propia estrategia y yo la mía.
¿Qué novedades has introducido para intentar mejorar, como bien dices?
Nosotros seremos cinco personas. Nuestra estrategia en la montaña incluye dos aspectos novedosos. Por un lado, queremos hacer una entrada más directa hasta el hombro que hay justo por debajo del C1, porque encontramos que la entrada por la ruta normal es peligrosa. Queremos acceder hasta allí por unos corredores de roca más protegidos de las avalanchas. Esa es la idea, aunque dependerá de que una vez allí nos apetezca a todos (a nosotros cinco y a los alemanes) fijar esos 500 metros más de cuerda. También estamos de acuerdo con Juan y Alberto.
¿Es nueva esta variante?
No, ya se había hecho. De hecho, los compañeros de Girona Carles Figueras y Jordi Bosch ya contemplaron esa entrada o incluso fueron por allí en su intento de 2010. Es una variante que ya existe. En mi opinión, es más segura que la normal, aunque aquella es más cómoda. Pero después de los terremotos…
¿Crees que los terremotos de Nepal habrán afectado a las montañas del Karakórum?
No lo sabe nadie hasta que no estemos ahí. Lo cierto es que siempre ha habido terremotos pequeños y caídas de cosas. Yo prefiero apostar por esta opción, que ya habíamos pensado antes de los terremotos también. Es más directa y protegida, aunque el terreno no es excelente y también puede ser que caiga algo.
¿Y la otra idea novedosa?
La idea es montar un C4. El año pasado no tuvimos tiempo de hacerlo. Parecía que todo se tenía que resolver en un intento…
¿No fue tu decisión abandonar después del primer intento?
No, no fue decisión mía.
¿Cómo fue?
En ese intento, llegamos a los 8.000 metros un poco tarde, hacia las 11 de la mañana, después de haber salido a las nueve de la noche anterior del C3 (6.950 m). Además nos encontramos que el viento se había intensificado. Vimos que nos tocaría bajar de noche y con viento, ya que la arista de arriba es larga, con cornisas en las que te tienes que asegurar de pisar bien y cuando hay mal tiempo es peligrosa…
Al llegar al collado de bajada, comunicamos con el campo base para decir que íbamos bajando. Nuestra idea era llegar al C3 y descansar allí uno o dos días, para luego salir a montar un C4 y atacar desde allí a una hora más decente. Eso es lo que pretendemos este año, aunque dependerá del tiempo y de las condiciones.
¿Por qué no se siguió ese plan?
Cuando aparecen las congelaciones, lo primero son las personas. La idea era bajar a Anna Pujol lo más rápido posible y localizar un helicóptero para que pudiera ser evacuada. Yo estaba dispuesto a seguir a partir de ahí, pero la agencia decidió desmontarlo todo y marchar. Creo que ellos no querían estar mucho tiempo en el campo base y ser un objetivo fijo… además, monopolizaban todas las montañas. La consigna parecía clara: un intento y para casa. Añoré aquellas expediciones que se alargaban varios días más de lo previsto que se iban negociando con la agencia sobre la marcha, pero es que esta vez ni tan siquiera agotamos los días de expedición contratados. Yo iba bajando y no entendía por qué se iban desmontando las tiendas de todos los campos, la cocina, la logística… Al final, estás en sus manos, por la logística, la comida y todo. No sé si lo hubiéramos conseguido, pero creo que todavía teníamos opciones.
¿Vuelves con la misma agencia?
No. Esta vez voy con una agencia pakistaní. La nepalí Seven Summits este año sólo me ofreció un presupuesto de los que llaman full-board y yo no me lo puedo permitir, sólo puedo ir con un standard-basic. Creo que todavía soy capaz de ir así, y yo me ocupo de mis tiendas y soy responsable de mis actos.
Hablemos de tus compañeros de equipo. ¿Quiénes seréis exactamente?
Carles Figueras, Jordi Bosch ‘Barraca’, Patxi Goñi y Anna Pujol. Somos cinco. Además, habrá Juan Oiarzabal y Alberto Zerain, que estarán a expensas de cómo vaya Juan, que lleva tres años apartado de las grandes montañas, y crearemos sinergias. Por decirlo de alguna manera, él será el encargado de que yo suba y yo el responsable de que él baje. Hemos hablado y estamos de acuerdo en el tema del C4 y en el de la entrada directa, y eso es fundamental.
También imagino que es fundamental en este sentido que ninguno llevaréis oxígeno…
Exactamente. No utilizaremos oxígeno… nadie de nosotros lo llevará.
Además, entre Juanito y tú sumáis una gran experiencia en ochomiles.
Entre Juan, Alberto y yo, quizás sumamos 50 ochomiles. Pero eso no significa nada. También los otros han hecho ochomiles. Carles Figueras y Jordi Bosch ya estuvieron anteriormente en el Broad Peak, y Anna Pujol subió a 8.000 metros y se encontraba bien. Con Patxi Goñi ya he compartido varias expediciones [han coincidido al menos en el Kangchenjunga en 2007, Manaslu en 2010, Gasherbrum I en 2013]. Intentaremos corregir pequeños detalles y hacerlo mejor.
¿Cuánto tiempo de expedición esperas tener esta vez?
El permiso es de tres meses y la expedición es de dos meses. En un momento determinado, si estás esperando una ventana de buen tiempo, se puede alargar. También estamos abiertos a que sea un mal año en el Karakórum y que no se pueda subir al Broad Peak. El año pasado estaba bien y hubiera sido bonito hacer otro intento.
¿Cuál es tu percepción acerca de las cuestiones de seguridad en Pakistán este año?
Siempre es una incógnita. Las agencias quieren que el turismo vaya para allá, así que qué te van a decir… Te explican que ha habido represalias por los atentados, pero es un país con casi 200 millones de personas, donde se unen varias de las mayores cordilleras del mundo, un gran río, cinco civilizaciones y otras tantas culturas. Hay chiítas, sunnitas, talibanes, hindús, arios, mahometanos… Todo ello desencadena unas fuerzas telúricas, una energía… y eso es ancestral. Cuando fui al Nanga Parbat en 1984, la carretera de Chilas estaba cerrada por la matanza de 3.000 personas entre chiítas y sunnitas. El ministerio promete y te pide que hagas las cosas bien hechas, pero ya veremos, porque luego a veces eso significa perder semanas de tiempo. No sabemos el futuro. Está claro que los actos que hagan publicidad internacional están al orden del día. Por eso intentaremos ser discretos y, cuando lleguemos a la montaña, estaremos más tranquilos.