El trío de escaladores británicos formado por Stuart McAleese, Mark Thomas y Mike ‘Twid’ Turner han regresado de su aventura ártica con un interesante logro en forma de nueva vía de big wall en un pico que se mantenía virgen hasta la fecha. Su expedición Baffin Big Walls 2010 a la mayor isla del ártico canadiense les ha mantenido tres semanas en un paraje inhóspito. Tras 18 noches consecutivas en las hamacas, han conseguido abrir Arctic monkeys, una impresionante línea vertical de 1.400 metros con dificultades de hasta VI, A4, V+. McAleese, Thomas y Turner han utilizado un estilo cápsula para esta ascensión, que culminaron el pasado día 24 de mayo a las 16 horas, bajo un impresionante cielo azul brillante. Una bondad meteorológica que no abundó durante las largas jornadas de trabajo en la pared. En las que tuvieron que hacer frente a temperaturas extremas (mínimas de unos -20ºC de media), nevadas continuas y viento persistente. El propio Turner comentaba que “el frío ha hecho la vida dura en todo momento; asegurar era la tarea más dura de todas, y a menudo requería llevar puestos dos plumas a la vez”. El escenario de la escalada es un pilar situado en el remoto Stewart Valley, en la cordillera de los Sail Peaks, una especie de Yosemite ártico a un centenar de kilómetros al norte de la última aldea habitada, el pequeño asentamiento inuit de Clyde River con 250 habitantes. Desde allí, los expedicionarios tuvieron fueron transportados hasta la base de su objetivo en un viaje de dos días en moto de nieve.
Aventura al límite
Los tres escaladores se fueron turnando en la tarea de encabezar la cordada, a lo largo de los tramos de roca, hielo y mixto que se fueron encontrando y resolviendo alternativamente. El trabajo no fue sencillo en ningún momento y se tuvieron que exprimir a fondo para progresar en una ruta que califican de muy física. Cuando alcanzaron la cumbre, habían agotado ya toda la comida y el combustible para el hornillo que llevaban. Turner describe la llegada a la cima en aquellas perfectas condiciones meteorológicas como “la justificación por todo el duro trabajo y el sufrimiento en el mal tiempo”. Pero lo peor de todo todavía estaba por llegar. Tras un rápido descenso en rápel, doce horas después de haber alcanzado la cima ya se encontraban de nuevo en la base del pilar. Eran las cuatro de la madrugada, aunque la luz del ártico acompañó en todo momento a los escaladores. Al tocar suelo se dieron cuenta de que no podrían contar de nuevo con las motos de nieve, ya que el deshielo empezaba a llegar al fiordo sobre el que se encontraban. Como premio, casi 25 km de caminata sobre fría nieve semiderretida.
En todo caso, una experiencia gratificante para el equipo. Para Turner, “fue una gran vía, un línea fantástica en un big, big wall y vertical en todo su recorrido; cuando vine a esta zona en 1999, el potencial de la línea me impulsó a regresar y ha sido claramente tan buena como la recordaba”. Por su parte, McAleese desc ribe la expedición como “muy completo; una experiencia magnífica a todos los niveles. Desde el principio hasta el final del todo, la expedición ha requerido trabajo duro cada día. Vivir y escalar en un lugar tan remoto durante un mes seguido en unas condiciones tan extremas fue duro”.