Marko Prezelj se ha erigido, de un tiempo a esta parte, como mentor de la nueva generación de alpinistas eslovenos. El doble ganador del Piolet d’Or y una de las referencias del estilo alpino y la ética más purista ha tomado el papel de maestro de los nuevos valores de la montaña de su país. A principios de este otoño viajó al Himalaya indio con dos de sus pupilos, Ales Cesen y Luka Lindic, y juntos realizaron la primera ascensión de la cara norte del Hagshu, una vertiente que se había mantenido inexpugnable para un buen número de intentos anteriores. Por cierto que sus mediciones de gps les dieron una altura de 6.657 m, aunque otros datos sitúan esta cima en los 6.515 m o incluso 6.451 m.
Hablamos con Marko Prezelj durante la celebración de la pasada International Mountain Summit IMS en el Tirol del Sur. En el inmejorable escenario del castillo-museo de Reinhold Messner en Bolzano, nos explicó cómo llevaron a cabo la expedición sin comunicación alguna con el mundo exterior ni partes meteorológicos, puesto que el ejército de India había prohibido terminantemente el uso de teléfonos vía satélite en la zona.
Una expedición marcada por los desbarajustes burocráticos de la Federación India de Montañismo que, tras negarles los permisos de ascensión a las dos montañas que ellos habían elegido, les aprobaron otra montaña que no conocían de nada, el Hagshu. Para complicar las cosas, allí se encontraron con que ese era el objetivo de Mick Fowler y Paul Ramsden, con cuya expedición se generó cierta tensión más o menos competitiva.
Como es habitual en Marko Prezelj, hizo un despliegue de carácter fuerte y claridad de ideas en sus aseveraciones. Aderezó el discurso con bromas y chistes, rompiendo en carcajadas continuamente, sin que por ello sus argumentos perdieran seriedad ni solidez.
«Nos decidimos por la montaña a la que fuimos sólo dos semanas antes de salir de casa»
¿Cómo fue la expedición?
Muy bien, nos hizo un tiempo perfecto, aunque justo antes hubo muchas tormentas e incluso inundaciones en el Kashmir.
Has viajado con alpinistas jóvenes de tu país, ¿cómo ha sido eso?
Sí, hemos ido Ales Cesen, Luka Lindic y yo. Formamos un buen equipo. Eso sí, nos decidimos por la montaña a la que fuimos sólo dos semanas antes de salir de casa. De hecho, nos habíamos decidido por India casi un año antes, pero terminamos en el Hagshu, una montaña casi desconocida para nosotros, después de no recibir el permiso que habíamos solicitado para otras dos montañas.
Y resulta que os encontrasteis tres expediciones en la misma montaña.
Primero nos encontramos con una expedición americana que iba a la misma zona y que tenía permiso para escalar el Hagshu, pero nos contaron que no se les permitía escalarlo…. una cosa rara.
«Con Mick Fowler se generó una situación un poco incómoda: ir a la misma montaña y por la misma vertiente…»
Y también Mick Fowler y Paul Ramsden…
Mick Fowler también tenía permiso, algo que sólo supimos una semana antes de ir, con lo que se generó una situación un poco incómoda: ir a la misma montaña y por la misma vertiente… Terminó resultando que en esa pared sólo había una línea lógica realmente buena. Una vez allí, ellos nos pidieron que nos fuéramos a alguna otra parte, pero…
¿Fue como una especie de competición?
No me sentí como en una competición, sino más bien como en una situación extraña sobre de quién había sido la idea. Algo parecido a: «Esta es mi mujer, no la toques». Y: «Venga ya, no estáis casados todavía». Fue más algo así y no exactamente como una competición. Mira, nosotros llegamos allí antes que ellos y sólo había una línea obvia, que elegimos nada más llegar al campo base. Para ellos fue como si les quitáramos su línea, pero no fue así, encontramos esa línea por nosotros mismos.
¿Cómo fue el transcurso de la expedición?
Toda la expedición estuvo condicionada por el hecho de que decidimos la montaña sólo dos semanas antes de la partida, así que no sabíamos mucho de ella. No tuvimos tiempo de prepararnos y buscar información. Mick dijo que lo había estado haciendo durante 20 años… Cuando llegamos a la zona, ni tan siquiera sabíamos qué valle era, porque estaba muy nublado.
En el campo base (4.400 m), estuvo bien, porque cada día decidíamos a dónde iríamos, basándonos en nuestras sensaciones y en lo que veíamos, como si estuviéramos en las montañas de casa. Primero escalamos un pico de casi 5.300 metros, probablemente una nueva ruta. Volvimos al campo base y fuimos a otro pico de 6.300 m, el Hana’s Men, para terminar de aclimatar, y luego ya al Hagshu. Para entonces, Mick Fowler ya había llegado al campo base y nos dijo que querían que nos fuéramos a otro sitio, pero nosotros ya no podíamos cambiar de idea, así que él tuvo que elegir otra línea. [Finalmente, Mick Fowler y Paul Ramsden optaron por realizar la primera ascensión de la menos evidente cara noreste pocos días más tarde].
«Técnicamente hablando, no había ningún movimiento duro y atlético, pero como experiencia global fue todo un desafío»
¿Cómo es la línea que escalasteis en la cara norte del Hagshu?
Es una línea directa, con algo de terreno mixto pero principalmente hielo duro. Para empezar, había mucha nieve profunda, de las últimas nevadas, y luego había hielo duro y muy tumbado. Esto nos requirió mucha energía. Además, no encontramos ningún lugar para vivaquear en la pared, así que tuvimos que escalar durante más de 23 horas hasta alcanzar la arista. Allí hicimos vivac y al día siguiente realizamos la travesía de la cumbre, vivaqueamos de nuevo casi en la cima y al tercer día descendimos.
¿Qué longitud tiene la ruta?
Desde el campo base, tiene un desnivel de 2.200 metros, pero también hay que contar la arista desde la cima norte hasta la cima principal. Es una arista larga, y esta fue la primera travesía de la cima.
¿Y a nivel de dificultad?
Técnicamente hablando, en referencia a movimientos duros, no había ningún movimiento duro y atlético, pero como experiencia global fue todo un desafío. Por todas estas cuestiones logísticas, sin vivac, con una larga noche escalando… Empezamos a las tres de la mañana y no paramos hasta las dos y media de la madrugada del día siguiente, y luego todavía nos quedaba la travesía… En conjunto fue un desafío de escalada.
Además, tampoco conocíamos exactamente el descenso, así que optamos por la ruta original, la ruta Polaca de la arista sureste, que nos pareció bastante seria. Ellos la hicieron en 1989 sin permiso (la primera ascensión oficial del Hagshu es británica, y se realizó una semana más tarde) y resulta seria incluso para hoy en día. De hecho, creo que no ha sido repetida.