Marc Batard lideraba una de las expediciones más interesantes en el Everest de esta primavera. El veterano alpinista francés de 70 años regresaba al techo del mundo para completar un proyecto en el que había trabajado desde hacía años: volver a ascender la montaña sin oxígeno por su 70 cumpleaños y hacerlo a través de una ruta nueva que evitase los peligros de la Cascada de Hielo del Khumbu.
Obsesivo de planificación, Marc Batard ideó un programa de preparación a varios años vista, acompañado por Ali Sadpara y Pasang Nuru Sherpa. El fallecimiento del experimentado guía pakistaní en enero de 2021 lo llevó a sustituirlo por su hijo Sajid Ali Sadpara.
A finales del pasado otoño, después de haber ascendido varias cumbres y haber recuperado la forma, regresó al Everest. Entonces, su intención era comenzar a trazar la nueva línea, que debía ascender por los contrafuertes del Nuptse y enlazar con la ruta normal casi a la altura del campo 2, por encima de la Cascada de Hielo del Khumbu. Consiguió su objetivo y dejó la ruta lista para terminar de abrirla esta primavera, aunque en el camino de aproximación perdió a Sajid Ali Sadpara por cuestiones médicas.
Problemas de salud
De nuevo en el Everest esta primavera, comenzó a trabajar junto con su equipo en la equipación de la ruta. Su idea era hacerlo con material fijo, como una especie de vía ferrata de los Alpes, para que futuras expediciones pudieran usarla de manera sencilla y fiable como alternativa a la Cascada de Hielo del Khumbu.
Sus redes sociales fueron informando sucintamente de los avances, hasta que días atrás apuntaron que Marc Batard había descendido a Namche Bazar para recuperarse de unos problemas de salud que le obligaban a seguir tratamiento con antibióticos.

Decepción y abandono
En los últimos días, sin que hubiera confirmación directa por parte del alpinista en sus redes sociales, los rumores sobre una retirada definitiva comenzaron a ganar fuerza. Finalmente, se ha sabido que Marc Batard ya ha regresado a Francia y él mismo ha dado las explicaciones pertinentes, que se resumen en una inmensa decepción.
Decepción principalmente por la realidad que ha vivido en el Everest de hoy en día, muy diferente a la que experimentó décadas atrás. Los coleccionistas de cumbres, turistas de altura y amantes de las estadísticas llenan el campo base, bien equipados de botellas de oxígeno y sherpas personales. Muchos de ellos llegan ya preaclimatados –incluso desde casa– y los helicópteros suplen a los porteadores con su continuo zumbido hasta el ahora bien denominado Valle del Silencio.
Para terminar de arruinar la ilusión de un Marc Batard que quizás también sufría por la exigencia física de su empresa, las autoridades nepalíes decidieron que su nueva ruta pertenecía al Nuptse. Una decisión que le obligaba a pagar ambos permisos (Nuptse y Everest) si pretendía completar la ascensión. Ese cúmulo de circunstancias terminó llevando a la cancelación de la expedición.
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