El Manaslu (8.163 m) es la octava montaña más alta del mundo y coronada por primera vez por una expedición japonesa, que puso en la cima a Toshio Imanishi y a Gyalzen Norbu el 9 de mayo de 1956. En el también conocido como Kutang I se escribió otra página de la historia, con la primera femenina a un ochomil, a cargo de otra expedición japonesa íntegramente femenina, en 1974. Además, la primera española a un ochomil principal también se logró en esta montaña en 1975.

Fue el 26 de abril de 1975, cuando Jerónimo López, Gerardo Blázquez y el sherpa Sona Wolang alcanzaban los 8.163 metros de la cima del Manaslu sin utilizar oxígeno artificial. Culminaban así con éxito la segunda expedición castellana a este pico, tras no haber alcanzado la cima en 1973. Liderada por Jaime García Orts, en ella también participó Carlos Soria, entre otros varios alpinistas.
Casi 50 años más tarde, el Manaslu parece haber perdido toda aura de terreno inhóspito y de aventura este otoño. El mundo de las expediciones comerciales se ha concentrado en la montaña a raíz del cierre por parte de las autoridades chinas del Cho Oyu, que otros años atraía a gran número de guías y clientes. Centenares de personas se han acumulado este otoño en el campo base del Manaslu y en su ruta normal de la cara noreste, equipada hasta la misma cima. Masificación en el campo base y largas colas de alpinistas sin experiencia en las cuerdas fijas han caracterizado las fotografías en la montaña esta estación.
Entre los numerosos aspirantes a la cima, el Manaslu tuvo a sus pies a la andaluza Lina Quesada, que pudo hacer cumbre sin oxígeno y lograr así su quinto ochomil. También al grupo catalán liderado por los guías Xavi Arias y Lluís Ràfols e integrado por Fèlix Díaz, Carles Verdaguer, Montse Soler y Antonio Mendoza. También ellos pudieron hacer cumbre sin oxígeno; fue el séptimo ochomil para Xavi Arias mientras Fèlix Díaz (19 años) se convertía en la persona más joven en ascender al Manaslu sin oxígeno, igualando en edad a dos sherpas.
En total, según los cálculos de Xavi Arias, “de unos 200 alpinistas, unos 10 aproximadamente habremos subido sin oxígeno ni sherpas”. Hablamos con Xavi Arias desde Katmandú –a punto de partir hacia el Ama Dablam– para que nos cuente algunos detalles de cómo ha vivido este otoño en el Manaslu:
“Para ir a la cima, tuvimos que esperar al final para no encontrarnos con colas”
¿Cómo fue vuestro ataque a cumbre?
Fue el último ataque a cumbre de las expediciones que había en la zona. El grueso de expediciones ya habían hecho cima los días 26, 27 y 28 de septiembre (aproximadamente el 95%). Nosotros esperamos para no encontrarnos con colas, tal como les sucedió a otros.
Fuimos hacia la cumbre con una expedición alemana (de la agencia Amical), un par de rusos y un italiano que compartían campo base con nosotros. La previsión meteorológica era perfecta para el día 1 de octubre, pero decidimos ir el 30 de septiembre aunque con un poco de viento. La cuestión era que así sabíamos que el día 1 sería fantástico para bajar.
En el C4 (7.400 m) hacía mucho viento, aunque sabíamos que a pesar de ello a la hora de caminar bajaría y podríamos seguir subiendo. De hecho, este campo hace de criba para quien no lo sabe: ven que hace viento y se dan la vuelta.
¿En qué fechas concretas salisteis del CB y en qué campo de altura fuisteis día a día hasta la cima?
Hicimos dos equipos: el primero salió el 26 de septiembre para hacer C1 (5.800 m), C2 (6.300 m), C3 (6.700 m), C4 (7.400 m) y cima (8.163 m), mientras que nosotros hicimos C2, C3, C4 y cima. Todos nos encontramos en el C2 y de allí fuimos juntos hasta la cima.
“Una montaña no puede asumir esta cantidad de gente”
¿Cómo os encontrasteis la montaña después de que hubiera pasado tanta gente?
Como se suele decir, me gusta que me hagas esta pregunta… Una porquería; una montaña no puede asumir esta cantidad de gente. Parecía que hubiese pasado un huracán, con tiendas rotas, un montón de basura, esterillas, botellas de oxígeno, gas… Nosotros nos propusimos bajarlo todo (incluida nuestra basura) y así lo hicimos. Incluso otras expediciones utilizaron nuestras tiendas y dejaron dentro su basura.
¿Hasta dónde había cuerda fija? ¿La utilizasteis igualmente?
Hay que decir que desde hace unos años el Manaslu se ha convertido en la joya del otoño. Los sherpas equipan la montaña con miles de metros de cuerda hasta la cima. Se pagan unos 125 dólares por persona y está todo montado como si fuera la Cascada del Khumbu en primavera, con cuerdas, escalas, etc.
Y sí, sí que nos cogimos a ella, por supuesto. En otras montañas, he instalado yo personalmente la cuerda (Dhaulagiri, Shisha Pangma…) o no la hemos utilizado porque no había (Broad Peak), pero aquí no tenía sentido no agarrarse a ella. Íbamos dos personas con experiencia y cuatro que era la primera vez que se metían en un follón de estos… Aunque sólo he visto a una persona caminar a un metro de la cuerda: Gerlinde Kaltenbruner en nuestra ascensión al Lhotse en 2009… ¡brutal!
¿Cómo ha sido la convivencia en un campo base tan concurrido?
En mi opinión, fantástica. El campo base es suficientemente grande como para no molestarse los unos a los otros. A mí me gusta pasearme por todas partes, con lo que conocía gran parte de las expediciones y a sus líderes y sherpas. Nos encontramos muy a menudo y vale la pena ir a saludar y presentarse.
“El Manaslu y el Cho Oyu ya tienen más ascensiones con oxígeno que sin”
¿Qué tipo de personas eran las que querían subir al Manaslu este otoño y qué experiencia te parece que tenían?
Pues gente que posiblemente no volverá nunca a un ochomil, entre otros. Muchos grupos haciendo prácticas de yumar y rápel en el campo base, que en mi opinión ya me parece bien. Así al menos, cuando van para arriba, les suena algo de lo que se encontrarán. Una gran cantidad de chinos y otras nacionalidades, todo el mundo con oxígeno y sherpas.
Una gran agencia, la mayor a día de hoy, vendía un paquete por unos 10.000 euros, con oxígeno, sherpas, comida de altura, tiendas montadas en los campos… los clientes solo tenían que llegar y allí les deshacían en agua y les daban la comida o cena… Recuerdo charlar con un chico que conocí allí que me decía que a las 20:00 horas le enchufaron el oxígeno en el C3, subió hasta el C4, descansó un rato y tiró hacia la cima, llegó entre las 4:00 y las 5:00 de la madrugada. Cumbre sin ver nada de nada… y para abajo. Qué más te puedo decir…
Hablando con Billi Bierling, de la Himalayan Database, el Manaslu ya tiene más ascensiones con oxígeno que sin, igual que el Cho Oyu. Es un cambio que ha habido en los últimos años.
Tú especificas bastante que vosotros fuisteis sin sherpas. ¿Qué trabajo hacen los sherpas para estas grandes expediciones?
Los sherpas realizan un gran trabajo. Lo primero, abrir la vía e instalar las cuerdas, de las que pagarom 125 dólares, podría decir que las hemos utilizado en pequeña proporción, pues son ellos quienes han abierto y equipado la ruta. Por otro lado, cargan hasta 30-40 kg para montar los campos de altura, con tiendas, oxígeno… ayudan a progresar a sus clientes, abren huella si hace falta… Son los amos.
Otra cosa es a la hora del ascenso. En nuestro caso, nosotros cargamos, hacemos plataformas, plantamos tiendas, nos deshacemos el agua, cocinamos… Es un contrasentido: me he llevado a pocos sherpas en mis expediciones, pero tengo muy grandes amigos sherpas con los que nos vamos encontrado en los CB de las montañas del Himalaya y paso muchos ratos con ellos, charlando y tomando té en las cocinas, donde suelen estar mientras descansan.
También te puedo decir que, si existe otra ocasión de volver a subir una gran montaña con un grupo, no descarto llevar sherpas, ya que una cosa es escalar por tu cuenta, con tu filosofía, y la otra dar un servicio a los clientes de cara a facilitar las cosas.
Dices que ya no piensas en los catorce ochomiles. ¿Tienes algún proyecto u objetivo alpinístico innovador o interesante concreto?
Pues sinceramente de momento no tengo nada en la cabeza desde el punto de vista alpinístico. Me gustaría hacer muchas cosas y hay alguna idea, pero la familia, mi hijo Malik de 3 años y el trabajo hacen que para mí un proyecto prioritario sea hacerlos felices, trabajar en mi agencia de viaje y compañía de guías y seguir subiendo montañas y conocer mundo.