HISTORIAS DE LA HISTORIA

Manaslu, el ochomil de los japoneses… y de un sherpa olvidado

Toshio Imanishi y Gyalzen Norbu Sherpa culminaron la primera ascensión de la octava montaña más alta del mundo el 9 de mayo de 1956. Dos días después, también coronaban Minoru Higeta y Kiichiro Kato.

El Manaslu en 2011  (Xavi Arias)
El Manaslu en 2011
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La historia de la primera ascensión al Manaslu (8.163 m) es una historia escrita en los caracteres kana de la cultura japonesa. Y es que los nipones organizaron cinco expediciones consecutivas a la octava montaña más alta del mundo entre 1952 y 1956 hasta terminar alcanzando la cima por la ruta de la cara noreste, hoy en día la normal.

El primer reconocimiento del Manaslu, no obstante, fue llevado a cabo por la expedición británica a Nepal Occidental liderada por H.W. Tilman en verano de 1950. El Manaslu es la cima más elevada del Mansiri Himal y su nombre en sánscrito se puede traducir como “Montaña de los Espíritus”. Un apunte que no resultó nada trivial para los intereses japoneses.

Reconocimiento en 1952

Kinji Imanishi lideró en otoño de 1952 una expedición de reconocimiento de las posibles rutas del Manaslu, que también incluía una motivación científica. Con un equipo formado por otros tres alpinistas, exploraron la cara oeste, el collado norte y la arista este, desde su campo base situado a 3.850 m. No realizaron ningún intento y prosiguieron su exploración en el Annapurna IV y el Chulu Oeste (6.419 m), del que realizaron la primera ascensión.

Gran intento en 1953

La primavera siguiente, el Club Alpino Japonés organizó un grupo de 15 personas (incluyendo dos científicos para completar la investigación del año anterior, un doctor y un cámara) para regresar al Manaslu. Esta vez sí, el objetivo era intentar la primera ascensión, a través de la más prometedora de las rutas exploradas por el equipo de Kinji Imanishi, la del collado norte.

Liderados por Yukio Mita, volvieron a instalar su campo base en Sama (3.850 m), adonde llegaron el 13 de abril. En el siguiente mes y medio, los disciplinados alpinistas orientales y su contingente de sherpas montaron y aprovisionaron una infinidad de campamentos de altura, en un esfuerzo de proporciones difíciles de imaginar desde la perspectiva actual.

El collado Naike (5.600 m), donde hoy en día se sitúa el C1, fue entonces ya el C4. Y el collado norte, todavía a 7.100 m, fue su C8. No es de extrañar que las semanas se les echaran encima. El 19 de mayo, Kiichiro Kato y Jiro Yamada trataron de llegar al plateau que da acceso a la parte alta de la montaña, pero la nieve profunda no les permitió avanzar y tuvieron que vivaquear en una cueva de nieve a 7.200 m. Pasaron una noche muy precaria, bajo una nevada que amenazaba con cerrar el agujero y amenazados por varias avalanchas desencadenadas en los alrededores.

Después de ese episodio, necesitaron otros diez días para volver a aprovisionar los campamentos de altura y lanzar una última tentativa el 30 de mayo, ya al límite del calendario de acuerdo a sus planes y a las previsiones de entrada del monzón. Finalmente, el 31 de mayo, cuatro alpinistas japoneses y seis sherpas alcanzaron el plateau y montaron allí el C9 (7.500 m).

Kiichiro Kato, Jiro Yamada y Shojiro Ishizaka partieron de allí el 1 de junio a las 7:00 horas para progresar por el plateau helado en dirección a la cima. A mediodía, a una altura de unos 7.750 m estimaron que todavía estaban demasiado lejos de la cumbre y optaron por la retirada.

Problemas con los habitantes locales en 1954

De nuevo regresaron los japoneses a los pies del Manaslu la primavera siguiente. Esta vez su líder era Yaichi Hotta, que comandaba un grupo de 13 personas que incluía ocho alpinistas entre los que figuraban los ya experimentados Kiichiro Kato y Jiro Yamada (también había un cámara, un periodista, un doctor y un responsable de CB).

Sin embargo, ninguno de ellos estaba preparado para lo que sucedió antes incluso de llegar al campo base. Los habitantes del valle de Sama y sus lamas no permitieron que la expedición japonesa se instalara a los pies de la Montaña de los Espíritus, pues consideraban que el año anterior habían violado su pico más sagrado y ellos habían sido castigados. Ese año hubo grandes avalanchas que destruyeron el monasterio de Pung-Gyen y acabaron con la vida de tres lamas; se declaró un brote de tifus; hubo una epidemia de viruela con trece víctimas mortales; y la sequía destruyó las cosechas.

Los expedicionarios no tuvieron más opción que buscar objetivos alternativos en el Himal Chuli y el Ganesh Himal, que no terminaron ascendiendo.

Otro reconocimiento en 1955

Dadas las circunstancias, los japoneses mandaron una pequeña expedición de tres miembros en otoño de 1955 para limar asperezas con la población local, que incluyó un generoso donativo para reconstruir el monasterio.

Bajo el liderazgo de Katsuo Ohara, ascendieron hasta el collado Naike y observaron desde allí la posible ruta desde el plateau hasta la cima, confirmando que era la mejor opción y revelando algunos detalles más.

Por fin la cumbre en 1956

A pesar que los habitantes del valle permitieron la entrada de los japoneses en la primavera de 1956, lo cierto es que las relaciones ya no eran lo fluidas que habían sido. En cualquier caso, liderados esta vez por Yuko Maki, los expedicionarios nipones volvieron a instalarse en su CB a 3.850 m el 29 de marzo, con dos semanas de antelación respecto a su intento de 1953.

También corrigieron la estrategia logística de la ascensión, reduciendo significativamente el número de campamentos de altura. El collado Naike ya no era C4 sino C2 y antes de acabar el mes de abril ya habían progresado hasta los 6.550 m, donde instalaron el nuevo C4.

A principios de mayo, montaron el C5 (7.200 m) y, el 8 de mayo, la primera cordada de cima formada por Toshio Imanishi y Gyalzen Norbu Sherpa instaló el C6 (7.800 m) con la ayuda de Junjiro Muraki y otros cuatro sherpas (Ang Dawa, Chowang, Gunden y Nima Tenzing). De este modo, el 9 de mayo de 1956, Toshio Imanishi y Gyalzen Norbu Sherpa salvaban los aproximadamente 350 metros que los separaban del punto más alto y lograban la primera absoluta del Manaslu.

Justicia poética con Kiichiro Kato

Dos días más tarde, una segunda cordada alcanzaba también la cima. Estaba formada por Minoru Higeta y Kiichiro Kato. Este último había sido uno de los alpinistas más destacados en la expedición de 1953 y ambos habían participado también en la expedición de 1954 detenida por los vecinos.

La figura de un sherpa olvidado

El éxito de la primera ascensión al Manaslu se lo llevó Japón, en una época en que las grandes cumbres se conquistaban como un gran éxito y motivo de exaltación nacionalista. También los japoneses escribieron las detalladas crónicas de la aventura, centrándose básicamente en el papel de sus doce alpinistas y no tanto en los veinte sherpas que trabajaron por encima del campo base.

En particular, vale la pena restaltar el papel de Gyalzen Norbu Sherpa, que ejerció de sirdar en esta expedición, su primera experiencia con los japoneses. La suya no fue una elección realizada al azar, pues este sherpa de nacionalidad india ya tenía un destacado currículum en el Himalaya de Nepal. De hecho, participó en las expediciones francesas al Makalu de los dos años anteriores: firmó la primera ascensión del Kangchungtse (7.678 m) en 1954 junto a Lionel Terray, Jean Franco y Pa Norbu Sherpa; y también hizo cumbre en la cima principal del Makalu (8.485 m) en 1955 el día después de la primera de Terray y Jean Couzy, formando parte de la segunda cordada de cima junto a Franco y Guido Magnone.

Gyalzen Norbu Sherpa fue contratado posteriormente en otras tres expediciones japonesas. En 1960, sumó también la primera ascensión del Api (7.132 m) junto con Katsutoshi Hirabayashi. Su estrella se apagó en el Lantang Lirung (7.227 m) de 1961, cuando falleció en una avalancha que lo sepultó junto a Kaichi Morimoto y Kenji Oshima.

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