Por fin se ha resuelto la batalla legal sobre una expedición al Everest en la que se ponían en duda las bases de la relación entre guía y cliente. Después de un año y medio de demandas y contrademandas, un acuerdo a puesto fin a la situación dando la razón a la agencia, que no deberá indemnizar al cliente disconforme por no haber podido pasar del campo base antes de que se cancelase la expedición por motivos de seguridad.
Un otoño sin cimas
El origen de esta situación se encuentra en el otoño de 2019. A diferencia de otros años, coincidieron varias expediciones en el campo base del Everest, con un total de diez alpinistas. Allí estuvieron dos estrellas mediáticas como Kilian Jornet y Andrzej Bargiel, cada uno con sus respectivos proyectos de ascender el techo del mundo de forma rápida y ligera (Kilian) y descenderlo esquiando (Andrzej). Al polaco, lo acompañaba un equipo de otros tres compañeros, incluyendo el experimentado Rafal Fronia.
También había la expedición comercial de Madison Mountaineering, liderada por Garrett Madison y en la que figuraba el director general de la marca Mountain Hardwear, así como uno de sus más ilustres patrocinados, el británico Tim Emmett. El equipo se completaba con dos directivos de sendas compañías tecnológicas estadounidenses, Kristin Bennett (de Boston) y Zac Bookman (de Silicon Valley).
Finalmente, y además del personal local de apoyo de campo base, sherpas y doctores de la Cascada, hay que contar otra potente expedición polaca que pretendía ascender el Lhotse. Iban liderados por Marcin Kaczkan y su objetivo era prepararse para un futuro intento invernal al K2.
De todos ellos, solamente Kilian Jornet se aventuró más allá de la Cascada de Hielo del Khumbu. El ultrarunner catalán alcanzó los 8.300 metros de altura, a través de una variante a la ruta polaca.
La meteorología ofreció ventanas de buen tiempo, pero nadie se atrevió a sortear la Cascada de Hielo del Khumbu debido a un enorme serac a medio camino del C1 que amenazaba con desprenderse en cualquier momento desde el Hombro Oeste, en un episodio muy parecido al que provocó la muerte de 16 sherpas en 2014.
Así las cosas, los abandonos se fueron sucediendo sin que los alpinistas pudieran realizar progresos significativos. Lo hicieron primero Tim Emmett y el director general de Mountain Hardwear, los siguieron poco después los polacos del Lhotse, los emularon unos días más tarde Andrzej Bargiel y su equipo, y finalmente también se fueron Garrett Madison, Kristin Bennett y Zac Bookman.
Demanda por fraude
En marzo de 2020, Zac Bookman interpuso una demanda contra Garrett Madison ante los juzgados de California por supuesto incumplimiento de contrato y estafa. Le reclamaba 100.000 dólares por haber cancelado la expedición sin que él hubiera tenido la ocasión de ir más allá del campo base. En su reclamación argumentaba que los seracs son elementos comunes en aquel entorno y que cancelar la expedición por la posibilidad de que uno de ellos colapse sería como no pasar por un bosque por el miedo de que se cayese un árbol en particular.
Garrett Madison consiguió el apoyo de un importante bufete de abogados, que asumió su caso como pro bono (gratuitamente) e interpuso a su vez una contrademanda en Seattle (estado de Washington, donde Madison Mountaineering tiene su sede). El argumento de la defensa era que el cliente no tenía derecho a ninguna indemnización pues así constaba en el contrato que había firmado con la agencia si había una cancelación por motivos de seguridad.
Unos meses más tarde, los juzgados de California se inhibían del caso y conminaban a Zac Bookman a trasladar su demanda a los juzgados de Washington. El demandante nunca llegó a hacerlo. Finalmente, la situación se ha resuelto a favor de los intereses de la agencia mediante un acuerdo en el que se puede leer que “el miedo a las demandas y las repercusiones financieras de las mismas pueden conducir a lesiones, enfermedades y muertes para los clientes, guías, sherpas y otros profesionales de la montaña”.
Garrett Madison, que también retira su contrademanda en virtud del acuerdo, se mostraba satisfecho por el resultado, tanto por él como por toda la industria, que se arriesgaba a un precedente de consecuencias impredecibles si un juez hubiera dado la razón a un cliente en un caso como este.