ENTREVISTA

Javier Cacho: «Yo he sido de los científicos que les gusta estar al aire libre y de los que aceptan desafíos»

Charlamos con Javier Cacho, primer español que ha dado su nombre a una isla de la Antártida; un reconocimiento a su contribución en la investigación del continente helado. Acaba de recibir el premio de comunicación de la Sociedad Geográfica Española.

Javier Cacho en la Antártida. Foto de su colección.
Javier Cacho en la Antártida. Foto de su colección.
Carlos Perales Pacheco | 1 comentario |

Javier Cacho es físico y escritor, ayer –9 de marzo– recibió el Premio de Comunicación de la Sociedad Geográfica Española 2023 por llevar toda una vida dedicada a la divulgación científica y a la historia de la exploración polar. Fue miembro de la Primera Expedición Científica Española a la Antártida, donde estudió la destrucción de la capa de ozono y acabó siendo jefe de la base antártica española Juan Carlos I. Ha escrito libros como Héroes de la Antártida, Shackleton, el indomable, Admunsen-Scott o Los héroes de la conquista de los polos, entre otros.


¿Qué te llevó a la Antártida y por qué has acabado tantos años unido a ella?
El tema del agujero de la capa de ozono surgió en un congreso en Grecia cuando un científico japonés empezó a alertar a la comunidad científica al volver de la Antártida con medidas de su estación tomadas durante 30 años y había descubierto que mientras que había estado estable el nivel de ozono durante los primeros 20 años, en los últimos diez estaba descendiendo de manera impresionantemente dramática, como dicen los británicos.

Posteriormente otros científicos ingleses confirmaron lo que había descubierto el japonés, y otros norteamericanos lo confirmaron usando un satélite. A partir de aquel momento todos los científicos interesados en el ozono atmosférico volvimos la vista hacia la Antártida. Dio la casualidad de que se estaba montando la primera expedición científica española a la Antártida, que era básicamente oceanográfica, y me dejaron participar.

Me encantó el entorno, y me gustó también el espíritu que rige en la Antártida: un espíritu de colaboración entre las naciones y de solidaridad entre las personas. Es lo que me ha mantenido unido a ese continente. Y después me interesé sobre los exploradores antárticos y empecé a escribir, que es la actividad fundamental en mis últimos años.

Javier Cacho en la Antártida. Foto de su colección.
Javier Cacho en la Antártida. Foto de su colección.

¿No conocías absolutamente nada de la Antártida?
No, no conocía nada de la Antártida, a mí no me gusta reescribir la historia. Ahora yo podría decirte que desde pequeñito he sentido una fascinación especial por las regiones polares, pero no, nada en absoluto. En ningún momento había imaginado ir.

Era una persona joven que me gustaba la naturaleza, salía a la montaña, había esquiado un poquito porque era de una familia humilde y por aquellos años era muy caro. Y escalaba porque era un poco más barato.

No tenía yo ningún interés personal por la Antártida pero, y quizás por eso, me provocó una fascinación todavía mayor al conocer lo que estaba pasando allí. Y después me interesé por la historia de todos los exploradores que se habían acercado a ella siglos atrás.

¿Te gusta que te consideren explorador?
No me considero explorador. Explorador es un adjetivo que me ponen y bueno… llega un momento en el que tampoco quiero luchar contra la fuerza del destino. A veces amigos me han dicho: “En tus trabajos estás explorando el alma de los exploradores polares”. Bueno, pues acepto pulpo como animal de compañía.

O “tú exploras porque investigas” ah, bueno, vale. Al científico no se le considera explorador, pero también estudia lo desconocido. Yo he sido de los científicos que les gusta estar al aire libre y de los que aceptan desafíos. Cuando surgió la oportunidad de ir en la primera expedición a la Antártida en el grupo de investigación, yo fui el único loco. Fui el impulsor que preparó el equipamiento específico para ir a la Antártida.

Nunca fui un científico de laboratorio, ni de biblioteca, aunque ahora últimamente dedico un montón de tiempo a preparar los libros en la biblioteca, pero mi pasión siempre es el aire libre.

¿Qué es lo mejor y lo peor del día a día en una base antártica?
La Antártida es un lugar extraordinariamente duro. La vida en una base científica puede parecer muy divertida: ves pingüinos, ves focas, ves icebergs, ves pájaros que no podrías ver normalmente, puedes caminar por un glaciar y eso te puede parecer muy atrayente, pero la vida en una base también es muy estresante.

Es una convivencia muy íntima con personas con las que hasta ese momento no te unía nada. Si muchas veces surgen chispas en cualquier relación, pues imagínate allí , en ese entorno.
Otro factor es el de la preocupación. Estás en un lugar donde dices como me pase algo ¿qué va a ser de mí? Consideramos la Antártida bonita, pero hay una parte que es opresiva. En Berlín tienes un ataque de apendicitis y siempre vas a poder ir a un hospital y que te vea un médico sin problema. Pero a eso le tienes que añadir la preocupación de las personas que has dejado atrás. Todos dejamos atrás a alguien. A la novia, al novio, amigos, familia, hijos, padres. Y están tan lejos… como si estuviesen en otro mundo. En cualquier otro lado te sacas un billete y estás en 24 horas al lado de la cabecera de la cama de tu persona querida.

Pero sabes que eso allí no es así y el barco vendrá a recogerte en meses. Si tienes un accidente, intentarán movilizar un helicóptero o un barco para que te saque, pero no se van a movilizar esos esfuerzos tan grandes, que llevan asociados unos peligros, aparte de una logística carísima y complicadísima porque a tu hija le ha atropellado un coche. Recuerdo cuando hablaba con mi mujer y nos preguntamos, ¿qué tal? ¿cómo estás? Pues nos mentimos como bellacos. Yo sabía que si a mi hija le pasaba algo, ella no me lo iba a decir.

Y luego está la convivencia con los demás. Normalmente en un horario de oficina a las 5 de la tarde te vas a casa y cuando llega el fin de semana tienes dos días para despejarte, pero allí no. Allí estás 24 horas al día, los 7 días a la semana, con un jefe que te incordia o con un compañero excéntrico. Hay momentos de tensión fuertes. Y eso es totalmente compatible con que si de repente a alguien le pasa algo, todo el mundo arriesga su vida por salvarle.

Como jefe de base, ¿lo más difícil de manejar son las relaciones humanas?
Sí, es mucho más difícil que organizar la logística. Porque mira, tengo que subir al glaciar y me hace falta un guía de montaña o dos, tengo que ir a tal parte y me hace falta la zodiac, pero este otro la necesita para tal cosa.

Todo eso se maneja relativamente bien. Los problemas de combustible, quién hace los turnos… todo eso es muy sencillo. Lo más difícil son siempre las relaciones humanas. El estar pendiente de los demás, el detectar los problemas que pueden surgir entre las personas y pararlos antes de que sea tarde o bien si alguien se encuentra muy mustio, pues intentar que se abra y te cuente un poco lo que le pasa.

Al contarlo le viene bien y a lo mejor tú puedes ayudar a solucionarlo. Para mí eso es lo más importante de un jefe de base y también es lo más difícil.

Es una pena que no me formasen. Me dijeron mis jefes: queremos que seas jefe de base y me lanzan ahí. Los militares, por ejemplo, tienen muy claro que hay que formar a sus oficiales para mandar, para ejercer un buen liderazgo. Al oficial le han enseñado a hablar en público, a mí no me formaron y me parece mal. Yo creo que hay que cuidar a las personas que ejercen estos cargos.

Sin lugar a dudas te puedes encontrar a tipos que son buenos líderes, como el famoso caso de Shackleton: tiene empatía, sabe notar los estados de ánimo, sabe sacar lo mejor de cada uno. Lo mejor de todos se saca sacando lo mejor de cada uno. Poniendo a cada uno en el puesto más adecuado para él. Eso lo puede hacer un tipo como Shackleton.

Es curioso como alguien que al final no consiguió lo que se proponía sea recordado por su optimismo y por conseguir sacar a todo el mundo ileso… Me parece una figura fascinante, lo he estudiado en profundidad y escribí una biografía sobre él. No solo su parte polar sino su vida de la cuna a la tumba. Son personajes que nacen así y los demás tenemos que aprender de ellos. Era un líder nato.

¿Por qué acabó siendo tan optimista?
Porque lo era. Esa es la cosa, podemos intentar ser optimistas, podemos aparentarlo, pero Shackleton lo era por naturaleza y le gustaba rodearse de gente optimista. Creía que era una cualidad indispensable porque ante un desafío o problema una actitud positiva trata de buscar soluciones. En cambio el negativo se deja achantar inmediatamente. Puede ser que el optimista tampoco lo logre, pero lo intenta. Esa actitud no podemos perderla.

¿Qué características crees que tienen todos los exploradores en común? Porque
son personas muy diferentes y con motivaciones muy distintas.

Quieren hacer algo grande. Dejar huella creo que es la motivación principal. Todos queremos hacer algo con nuestra vida, algo más que ir a trabajar por la mañana y hacer la compra. El explorador ideal sería un “Frankenstein” con cualidades de uno y de otro.

Tienes que ser optimista como Shackleton, pero evidentemente tienes que tener más cosas. La profesionalidad que tuvo Amundsen para prepararse a fondo físicamente e intelectualmente. Me parece importante el entusiasmo de Scott y de los británicos, unas personas ajenas al mundo polar que se meten en un lío tremendo y están a punto de salir.

Otra figura que me gusta mucho es Nansen porque aparte de explorador, es un científico. No buscaba récords, quería aportar algo al conocimiento de la sociedad.

Javier Cacho en la Antártida. Foto de su colección.
Javier Cacho en la Antártida. Foto de su colección.

¿Qué etapa de la exploración polar consideras más interesante?
Está la llamada edad heroica de la exploración polar que es la época de las grandes figuras. Y podríamos recomendar esa. Es la más atractiva porque se lograron los grandes hitos, pero a mí una época que me gusta mucho es la década de los 60, incluso los 70.

Hablo más de ciencia que de exploración. Aún en el primer cuarto del siglo XX se podían hacer grandes investigaciones, después llegaron los aviones y la radio y así se fue evitando el aislamiento. Antes era una auténtica aventura ya que se metían en lo desconocido. Son historias en las que la solidaridad y el respeto mutuo salían a la luz de manera más espontánea.

¿Qué ha aportado la exploración polar a la ciencia?
La vida en los polos está al límite y por tanto si estudiamos a estos organismos y averiguamos cómo son capaces de sobrevivir y adaptarse a esas condiciones tan extremas, después podremos aplicar esos conocimientos a nuestra vida. Si vemos cómo son capaces esas pocas plantas que se adaptan a esas bajas temperaturas y a largos períodos de completa oscuridad.

Podremos llevar eso a nuestros cultivos. Otro ejemplo que me gusta comentar mucho es el del Pez Hielo, que tiene una especie de anticoagulante en la sangre y le permite resistir aguas que están a punto de congelarse.

Todo esto puede servir para crear sustancias que ayuden a personas con problemas de circulación. Hay muchos campos donde nos puede servir la investigación polar ya que estamos en unas circunstancias muy especiales. Aparte de estudiar temas como el cambio climático. Toda la ciencia aporta lentamente, son capas que poco a poco van sumando, pero no dan resultados espectaculares.

En cuanto al cambio climático, ¿qué estudios están a la vanguardia de la investigación?
Las perforaciones que nos permiten sacar el hielo acumulado hace miles o decenas de miles, incluso centenares de miles de años. Ese hielo, que se saca de esas profundidades, se puede datar. Se puede saber cuándo se formó ese hielo y se puede estudiar el aire de sus pequeñas burbujas.

El hielo Antártico, el hielo del glaciar, es un hielo muy distinto al hielo de las neveras. El hielo de la nevera, si lo miramos al trasluz, es un hielo compacto. El hielo de la Antártida, al revés, es un hielo que tiene mucha porosidad. Tiene burbujas de aire que se quedaron atrapadas cuando cayó la nieve y se fue aprisionando y atrapando en sucesivas capas de nieve.

Se puede saber incluso la temperatura de cuando se precipitó la nieve y por lo tanto se puede saber cómo ha evolucionado en los últimos 200.000 años la temperatura en el planeta o por lo menos en esa zona. Hay trabajos muy interesantes en ese campo.

Si tuvieras que recomendar algún libro, además de los tuyos, a alguien que no haya
leído nada de la exploración…

Un libro que me gusta mucho es Sueños árticos de Barry López, es un periodista americano que murió hace poco. Se fue varias veces con grupos de científicos de élite al ártico. Fíjate qué lujo. No es solamente un libro en el que describe su experiencia y lo que significa para él el ártico, sino todo el trabajo que hacen los científicos.

Es realmente fantástico, me gusta mucho y nos ayuda mucho a
acercarnos a la ciencia. En el país de la muerte blanca de Valerián Albánov y trata de unos rusos en un barco que queda atrapado en el Ártico, y su recorrido para salvarse es verdaderamente increíble. Es una hazaña, sobre todo la descripción que hace de esos meses en los que abandonan el barco.

El grupo se divide, unos se quedan en el barco y otros abandonan su seguridad, estaban condenados a muerte y la historia es francamente interesante. Otros dos serían: Lo que el hielo atrapa, escrita por el español Bruno Nievas y Las niñas buenas no van al polo sur de la noruega Liv Arnesen.

Hace poco se encontraron los restos del Endurance…
Sí, sí, sí. Los localizaron el 5 de marzo de este año pasado a 2000 metros de profundidad y como la temperatura de las aguas es muy baja no han actuado los gusanos y está en perfectas condiciones. Pero me parecen más interesante, por ejemplo, los barcos de la expedición de Franklin, el Erebus y el Terror.

Se piensa que los diarios están dentro del agua y se pueden aprovechar aunque sea parcialmente. Igual que placas fotográficas y ahí sí, en ese caso, se podrían responder preguntas hasta ahora sin respuesta. En el caso del Endurance no se puede sacar nada nuevo.

Se sabe que dentro iban 28 personas, las cuales tenían diarios y está todo registrado. El libro que escribí sobre el Fram, que por cierto su museo está en Oslo y se puede visitar, está dirigido para intentar atraer a nuevas personas a la exploración polar. No como los otros que son más para los ya amantes.

Para terminar, te quería preguntar si tienes alguna frase de algún explorador con la
que quieres que nos quedemos.

Hay una que me impresiona de Nansen, el explorador que ideó el Fram y llegó a ser Premio Nobel de la Paz tras la Primera Guerra Mundial y ayudar a paliar la hambruna de la Unión Soviética.

Esta frase se ha hecho tan popular que no se le atribuye a él, siempre me conmueve y creo que es importante tenerla presente en nuestra vida: “Lo difícil lo hacemos todos los días, lo imposible nos cuesta un poco más”.

Comentarios
1 comentario
  1. Qué suerte poder tener personas como Javier Cacho en este país, personas importantes de verdad y que su labor sea conocida y reconocida. Muy interesante la entrevista. A seguir así.

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