La expedición invernal a la vertiente del Rupal del Nanga Parbat se ha visto ralentizada por las malas condiciones meteorológicas del último par de semanas. En este período, tal y como estaba previsto, ha regresado a casa el estadounidense Mike Arnold, que disponía de un tiempo limitado y no tenía planes de cima.
Así pues, sus dos compañeros Hervé Barmasse y David Göttler se han quedado como únicos integrantes de la expedición. Juntos, han llevado a cabo la segunda rotación en altura, tratando de ganar la aclimatación necesaria para un futuro intento a cumbre. En la primera, el 29 y 30 de diciembre, el terceto llegó hasta los 5.670 metros de altitud, lo que significaba 2.200 metros de desnivel desde el campo base menos elevado de los ochomiles.
En esta ocasión, a mediados de enero, el objetivo de Hervé Barmasse y David Göttler era alcanzar la cota 7.000 metros, que en la ruta Schell del Rupal coincide aproximadamente con la arista Mazeno. Al atravesar la cresta, se gana acceso a la vertiente del Diamir, donde hay que emprender una larga travesía para conectar con los últimos metros de la Kinshofer en la pirámide somital.
Tres noches en altura
Los dos alpinistas partieron del campo base (3.500 m) después de comer y en apenas tres horas habían alcanzado los 5.000 metros de altitud, cargados con mochilas de más de 10 kg. Allí instalaron su tienda para la primera noche.
El día siguiente, esperaron a que el sol comenzara a calentar la pared para retomar la marcha. A las nueve de la mañana daban los primeros pasos a buen ritmo y pronto llegaban a los 5.600 metros de altitud de su anterior salida. Allí, el muro se yergue y la ruta se adentra en una canal para negociar una larga sección de terreno mixto. Es la parte donde se concentran las máximas dificultades del itinerario: “las condiciones cambian; o bien encontramos hielo tan dura que los piolets y los crampones tienen dificultades para clavarse, o bien nieve azúcar hasta la cintura. Inevitablemente, nuestro ritmo se enlentece”, explica Hervé Barmasse.
Fueron alternando largos de primero durante cinco horas hasta que por fin alcanzaron la cresta donde querían situar su segundo campamento, a unos 6.200 metros de altitud. Allí, se instalaron para la siguiente noche. Sin embargo, la nieve y escasa visibilidad del día siguiente no les permitieron progresar más. Se quedaron allí toda la jornada y otra noche más. El cuarto día, volvieron al campo base.
