El rescate del espeleólogo Cecilio López-Tercero se ha ganado el primer puesto en la lista de las misiones difíciles. Casi todos los que han intervenido en él lo tienen claro: habían formado parte de otros rescates, pero nunca se habían visto en uno así.
“Lo más difícil ha sido la suma de dificultades, como la patología del herido, el desconocimiento de la cavidad, el lugar donde se ubica y la distancia de los efectivos que venían de España” explicaba Luis Díez, miembro de la Federación Madrileña de Espeleología (FEM) y coordinador técnico del rescate en Perú.
Subida hasta la cueva en mula si el tiempo no dejaba viajar en helicóptero.
Como ejemplo, el viaje hasta la cavidad, digno de una película de aventuras. Los espeleosocorristas aterrizaban en Lima, montaban en un autobús veintiséis horas si las condiciones no permitían tomar un avión, luego sumaban tres horas más de carretera hasta el pueblo más cercano a la cavidad y, tras todo esto, el remate final: subida hasta la cueva en mula si el tiempo no dejaba viajar en helicóptero.
Cuando llegó hasta allí la médico de espeleosocorro de la FEM, Mª Eugenia Gómez, su primera misión fue liberar a Cecilio de las molestias. “Mi primera preocupación al entrar a la cavidad era quitarle el dolor”. El personal que estaba con él le había mantenido caliente, le había hidratado y alimentado, tal y como sugieren las normas de aplicación en estas situaciones. “Me sorprendió verlo tan bien, Cecilio es muy fuerte psicológicamente ”.
Un rescate “con la solidaridad de todos”.
El diagnóstico provisional -que después se ha confirmado- fue rotura de vértebras y eso condicionó la misión, pues había que sacar al herido de forma horizontal por una cavidad que invitaba a salir en la posición inversa. Ha hecho falta mucho material, mucho personal y mucha paciencia. Además de solidaridad, que es la palabra que más repite el presidente de la FEM, Ángel San Juan, aún maravillado por cómo se ha gestionado un rescate “con la solidaridad de todos”.
Por su parte, el coordinador técnico del rescate considera que el desconocimiento de las autoridades españolas ha quedado al descubierto: “No saben, no ayudan y reducen la capacidad de actuación de los espeleólogos”.
«Se le debería prestar más ayuda y respeto a la espeleología».
El colectivo se siente infravalorado y recuerda en qué consiste su disciplina, a caballo entre el deporte y la ciencia: la espeleología explora geográficamente las cavidades y sus informes y mapas van a parar a las autoridades. Ayuda a la comunidad a saber “qué es lo que hay debajo de nosotros, a dónde va y cómo se comporta. Es una contribución importante y se le debería prestar más ayuda y respeto”, concluye Luis Díez.