Mientras la ruta normal del K2 a través del Espolón de los Abruzzos registra cifras notables de ascensiones, la cordada formada por Graham Zimmerman e Ian Welsted se ha retirado en su intento por la Arista Oeste en estilo alpino. El estadounidense y el canadiense protagonizaban la expedición más interesante de la temporada en el pico más alto de Pakistán, pero se han visto frenados por las malas condiciones.
Unas malas condiciones que no relacionan con el mal tiempo, sino todo lo contrario. Se dieron la vuelta a 7.000 metros después de haber comprobado cómo el excesivo calor a esa altitud provocaba constantes y peligrosas avalanchas y desprendimientos. Así lo explican en sus redes sociales:
Al final, nos vimos frenados en nuestro camino por unas de las temperaturas más cálidas que cualquiera de los dos hayamos experimentado en las grandes montañas. A 7.000 metros, fuimos incapaces de ir más allá debido a las constantes avalanchas y desprendimientos de rocas a lo largo de la ruta cerca de nosotros.
En nuestro vivac a 6.900 metros, registré una temperatura ambiente (a la sombra) de +10ºC. Demasiado calor para escalar una ruta como la Arista Oeste. Y con más altas temperaturas a la vista, decidimos abandonar y rapelamos durante toda la noche.
Sabía que la crisis climática estaba afectando a estas montañas, pero no puedo decir que hubiera previsto abrasarme en el segundo pico más alto del planeta.
Escalar a través de la historia
Desde la seguridad del campo base, donde Graham Zimmerman explicaba que ya estaban “sanos y salvos y cafeinados” junto con su reducido staff formado por los pakistaníes Fida Ali y Nadeem, los alpinistas hacían balance de su experiencia en una ruta histórica. Soñada por Chris Bonington, fue intentada dos veces por los británicos (1978 y 1980) antes de la primera ascensión japonesa en 1981. Solamente ha habido un par de repeticiones desde entonces, durante los años ’90.
Graham Zimmerman comenta que, a pesar de todo, han vivido “momentos brillantes” en la ruta, ya sea por la “impresionante escalada sobre laderas de hielo bajo una resplandeciente luna llena”, por el hecho de “recorrer estrechas aristas de nieve y hielo” o por sencillamente “sentarnos durante días y observar la luz del sol moverse sobre algunos de los picos más increíbles del mundo”. De sus palabras, se deduce que lo más impactante fue “sentir como si estuviéramos escalando a través de la historia, pues encontramos señales pasadas de otros escaladores en la montaña, mientras escalábamos terreno mixto”.
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