EXPLORANDO

Gerlinde se escapa de “una ratonera” en el Nuptse

La expedición de Gerlinde Kaltenbrunner al Nuptse, igual que el resto de alpinistas en el alto valle del Khumbu, sufre por culpa de unas condiciones meteorológicas adversas.

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La alpinista austriaca Gerlinde Kaltenbrunner está experimentando los mismos problemas que el resto de expediciones del alto valle del Khumbu en su intento de primera ascensión a la arista este del Nuptse (7.861 m) de esta primavera. De hecho, esta montaña debía ser una antesala para acompañar después a su marido Ralf Djumovits en su objetivo de repetir el Everest –esta vez sin oxígeno- para borrar la O de su lista de los catorce ochomiles.

Pero de momento, las cosas no marchan favorables a las expectativas de los montañeros en la zona. La escasez de nieve, el intenso frío y los fuertes vientos han convertido este inhóspito lugar en algo peligroso y poco benévolo con los alpinistas que intentan el Everest, el Lhotse y el Nuptse.

Intento hasta el Pilar Norte

Gerlinde Kaltenbrunner y David Göttler abandonaron unos días atrás el cuestionable confort del campo base para intentar llegar hasta el Pilar Norte del Nuptse para ir instalando los preceptivos campos de altura en su ruta de ascensión. En una entrada publicada en su blog el lunes 7 de mayo, la alpinista cuenta el intenso frío que tuvieron que soportar durante su progresión, primero por un corredor que les llevó hasta casi la vertiente del Lhotse y después a los pies de la cara norte del Nuptse.

Aligeraron el paso mientras recorrían una sección casi horizontal amenazada por unos seracs colgantes, para intentar llegar lo antes posible al comienzo del Pilar Norte. Antes de eso, tuvieron que superar unas pendientes más pronunciadas y una canal de nieve, y tallar una pequeña plataforma al abrigo de una franja de rocas (6.900 m) donde montar una pequeña tienda.

Allí disfrutaron de unas magníficas vistas nocturnas de la luna llena junto a la cumbre del Lhotse. A las siete de la tarde ya se encontraban dentro del saco y pudieron disfrutar de unas horas de reposo con la espalda apoyada en la pared. Pocas horas en realidad, porque a medianoche ya desayunaban para volver a ponerse en marcha intentando evitar las horas de mayor sol y mayor riesgo.

Sin embargo, las condiciones ya se auguraban malas a esa hora. La nieve silenciosa había tapizado de nuevo la montaña y las purgas no tardaron en empezar a caer por esa cara norte. Según comenta la propia Gerlinde, se sentían como en “una ratonera” y sabían que tenían que descender cuanto antes. “Al principio, todavía éramos capaces de reconocer nuestra huella del día anterior, pero pronto tuvimos que hacer uso del GPS para ayudarnos a ver más allá de cinco pasos de distancia”, apunta.

La densa niebla se cernía sobre la montaña y varios sherpas que regresaban desde la vertiente del Lhotse se unieron a Gerlinde y Göttler en el peligroso descenso. Finalmente, consiguieron llegar de nuevo al campo base después de dejar su material en el C2, con la idea de volver a subir en cuanto el tiempo les ofrezca una oportunidad.

 

Fuente: Gerlindekaltenbrunner.at

 

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