RETRATO DE UN ALPINISTA DE LEYENDA

Ueli Steck (1976-2017), se apaga la ‘Máquina Suiza’

La noticia de su fallecimiento ayer en el Nuptse acaparó la portada de los medios de comunicación de todo el mundo. Así fue su trayectoria vanguardista, única en el mundo del alpinismo, que queda huérfano de una figura que realizó ascensiones en tiempos increíbles en los Alpes y las grandes montañas del Himalaya.

Ueli Steck aclimata en el C2 y el Hombro Occidental del Everest para la travesía Everest-Lhotse (abril 2017).  (© U. Steck)
Ueli Steck aclimata en el C2 y el Hombro Occidental del Everest para la travesía Everest-Lhotse (abril 2017).
Isaac Fernández | 35 comentarios |

Ueli Steck fallecía ayer a causa de un accidente mientras escalaba el Nuptse en solitario para aclimatar de cara al intento de completar la primera travesía Everest-Lhotse sin oxígeno. La consternación se apropiaba de la comunidad montañera y de aficionados al alpinismo. Se va uno de los mejores y corresponde echar la vista atrás y recordar todo lo que ha sido Ueli Steck para el alpinismo, tanto desde la perspectiva deportiva como humana.

El Eiger y el alpinismo de velocidad

El alpinista suizo, carpintero de profesión, inició su carrera deportiva de alto nivel en 1995, a los 18 años, cuando realizó la primera de sus muchas ascensiones a la cara norte del Eiger. Este pico alpino ha sido siempre como el patio trasero de su casa, al que ha vuelto una y otra vez a lo largo de los años hasta haberlo escalado en 41 ocasiones por la cara norte, según desvelaba en una entrevista concedida el año pasado a Desnivel.com, después de haberlo subido tres veces en menos de dos semanas: «Una vez dije de broma que quería escalarlo por la cara norte una vez por cada año de vida que tuviera. Ahora tengo 39 años, así que tengo algo de saldo adelantado, aunque dependiendo de lo que viva quizá necesite acumular escaladas ahora para poder cumplirlo».

En la cara norte del Eiger perfeccionó su particular estilo de alpinismo de velocidad, reduciendo hasta lo increíble el tiempo necesario para realizar una escalada de moderada dificultad como la de la ruta Heckmair. El 11 de noviembre de 2015 estableció junto a Nicolas Hojac un nuevo récord para una cordada, con 3:46 horas, rebajando en 39 minutos el mejor registro anterior, de Roger Schaeli y Simon Gietl desde 2011. El 16 de noviembre de 2016, establecía un nuevo mejor tiempo en solitario (2 horas 22 minutos y 50 segundos), superando el tiempo de Dani Arnold (2011) en seis minutos. Era el tercer récord de Ueli Steck en la cara norte del Eiger en solitario, tras los de 2007 (3:45) y 2008 (2:47:33).

Trayectoria alpina

Pero el Eiger no fue el único terreno de juegos de Ueli Steck y su alpinismo de velocidad en los Alpes. La trilogía de esta montaña junto al Mönch y el Jungfrau, el Cervino, el Mont Blanc por la Innominata, o el desafío 82 Summits en el que ascendió los 82 cuatromiles de los Alpes en 62 días han sido otros logros que le llevaron a ganarse el apodo de la Máquina Suiza.

Salto al Himalaya

Durante los primeros años del nuevo milenio, Ueli Steck comenzó a ganar experiencia lejos de la cordillera alpina. En 2001, hizo la primera ascensión de la cara oeste del Pumori con Ueli Buhler. En 2002, estrenó la cara este del Monte Dickey en Alaska. En 2003, escaló la Punta Herron en Patagonia. Y en 2005 firmó su declaración de intenciones himaláyica con la expedición Khumbu Express en la que realizó las dos primeras ascensiones en solitario a la cara norte del Cholatse (6.440 m) y a la cara este del Tawoche (6.505 m), en el valle del Khumbu de Nepal.

Sus expediciones a las grandes montañas fueron ganando en ambición deportiva. En 2006 completó la primera ascensión de la cara noreste del Gasherbrum II Este (7.772 m). En 2008, escaló con Simon Anthamatten la cara norte del Tengkampoche (6.500 m) en estilo alpino, lo que les valió a los dos suizos el Piolet d’Or.

En verano de 2009 subió su primer ochomil, que fue el Gasherbrum II (8.035 m) en solitario, al que sumó el Makalu (8.485 m) ese mismo otoño. Posteriormente, llegaría el primero de sus logros más impresionantes en el Himalaya: la solitaria a la cara sur del Shisha Pangma (8.027 m) en 10:30 horas. Un par de semanas más tarde, haría el doblete con el Cho Oyu (8.188 m) por la normal. En 2012, sumaría a su ya destacadísimo palmarés la cima del Everest (8.848 m) sin oxígeno por la ruta normal de la cara sur.

Marcado por el Annapurna

Si una montaña del Himalaya ha marcado a Ueli Steck, esa es el Annapurna, y más específicamente su vertiente sur. Realizó su primer intento a la cara sur del Annapurna en 2007. En aquella ocasión, salvó la vida de milagro después de ser alcanzado por una roca que golpeó su casco, quedar inconsciente y deslizarse unos 70 metros por la vertiente. Recuperado, lo volvió a intentar el año siguiente, cuando el riesgo de avalanchas motivó su retirada. Aunque el Annapurna de 2008 quedaría grabado en la historia por el intento de rescate de Iñaki Ochoa de Olza, del que Ueli Steck fue uno de los principales protagonistas; fue el único del grupo de rescate que consiguió hasta donde se encontraba y la última persona que lo vio con vida.

Regresaría una vez más en otoño de 2013. Esta vez sí consiguió su objetivo de escalar la cara sur del Annapurna, en solitario y en un ataque exprés de 28 horas entre subir y bajar. Una ascensión extrema que generó una enorme repercusión y que le valió su segundo Piolet d’Or, a la vez que despertaba algunas críticas por la falta de fotos de cima y otras pruebas que certificaran la veracidad de la ascensión.

Dimensión humana y controversias

El Annapurna resume todas las facetas de Ueli Steck: por un lado fue un indudable logro alpinístico por otro el inicio de una controversia que -muy a su pesar- lo ha perseguido. Hasta el punto que en torno a este tema (la necesidad de aportar pruebas de sus escaladas por parte de los alpinistas de alto nivel) giró una mesa redonda del reciente Piolet d`Or 2017, en la que participaron importantes figuras del mundo del alpinismo.

La magnitud de la figura que Ueli Steck se ha ido labrando con el tiempo lo ha convertido en una verdadera estrella en el mundo del alpinismo, hasta el punto de que ninguna de sus actividades o declaraciones pudiera pasar desapercibida. Para lo bueno y para lo malo. Todo ese interés y presión mediática se intensificó en los últimos años debido, también, a varios hechos que saltaron a la portada de los medios de comunicación.

Su ascensión a la cara sur del Annapurna, de otoño de 2013, vino precedida por un auténtico terremoto en el Everest en la primavera de 2013. El 27 de abril, Simone Moro, Ueli Steck y Jonathan Griffith estuvieron a punto de ser linchados en el campo 2 del Everest por un grupo incontrolado de sherpas después de una discusión con el equipo que fijaba las cuerdas de la ruta normal entre C2 y C3. Los tres tuvieron que escapar como pudieron al campo base y dieron por canceladas su expedición, en un confuso episodio que evidenció el resentimiento de algunos sherpas con los alpinistas occidentales. Posteriormente, Ueli Steck consiguió rehacerse de aquello y regresó al valle del Khumbu en más de una ocasión, e incluso compartió ascensiones con alpinistas de la etnia sherpa, como su compañero en la presente travesía Everest-Lhotse, Tenjin Sherpa.

Después del Annapurna, Ueli Steck reconoció públicamente que creía que había ido demasiado allá en cuanto al riesgo asumible. El alpinista suizo hacía propósito de enmienda y admitía en una entrevista a Desnivel.com que «ya no quiero llevar las cosas tan al límite» y que iba a dar un paso atrás en cuanto a dificultad y riesgo.

Y parecía que así iba a ser, cuando en otoño de 2014 se fue al Shisha Pangma con su mujer Nicole, «de vacaciones», según sus propias declaraciones. Una vez allí, no pudo evitar unirse a un equipo de alpinistas en un año en que la montaña presentaba malas condiciones. En su intento a cumbre, se produjo una trágica avalancha que acabó con la muerte de Sebastian Haag y Andrea Zambaldi, así como la milagrosa salvación de Martin Maier, quien lanzó posteriormente algunas críticas sobre Ueli Steck y Benedikt Böhm por no haber hecho lo suficiente por rescatarle.

Su siguiente expedición, la que lo reconcilió con la montaña, fue el proyecto 82 Summits, llevada a cabo con amigos y en los Alpes. Sin embargo, tampoco allí se mantuvo exento de críticas y controversias: continuó el proyecto en solitario tras el forzado abandono de su compañero Michi Wohlleben, y su nombre saltó a los medios por el fallecimiento del holandés Martijn Seuren, quien se le unió en la ascensión a las Grandes Jorasses y cayó en la arista Rochefort. Ueli siempre explicó que Martijn no era compañero suyo ni formaba parte del proyecto, sino un alpinista que ascendía detrás de él en esta montaña.

El último episodio de carácter humano vinculado a Ueli Steck ocurrió durante su fallida expedición con David Göttler a la cara sur del Shisha Pangma, cuando dieron con los restos mortales del histórico Alex Lowe y David Bridges, fallecidos 17 años antes.

Había preparado con la meticulosidad que le caracterizaba la travesía Everest-Lhotse que quería realizar con Tenjin Sherpa hasta el punto que el pasado mes de febrero estuvo entrenando en Nepal con con otros dos alpinistas de vanguardia David Göettler y Hervé Barmasse, quienes se preparaban para su proyecto en el Shisha Pangma.

 

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