El trágico fallecimiento de Ueli Steck ha conmocionado de tal manera a la comunidad alpinística mundial que las reacciones se suceden y multiplican, agrandando su figura hasta la categoría de alpinista legendario. Ayer ya repasamos muchos de ellos, vertidos en forma de mensajes en las diversas redes sociales, y hoy seguimos con ese repaso, con las sentidas palabras de algunos de sus más cercanos compañeros.
Simone Moro: Acababa de poner los pies en el campo base del Kangchenjunga, después de pasar dos noches en la montaña para aclimatar y prepararme. Hacía un día precioso, me sentía bien, me apetecía beber una bebida gaseosa y fría, una de las que había traído todo el camino hasta los 5.500 metros. Y en lugar de una bebida fría, me esperaba una ducha de agua fría. «Ueli falleció hace unos minutos, se cayó del Nuptse mientras entrenaba. Creo que deberías saberlo, lo siento mucho«. Arjun, un joven indio enamorado de los ochomiles y que estaba presente en el campo base me dio la trágica noticia.
He perdido a muchos, muchísimos amigos en las montañas: en los Himalayas, los Andes y los Alpes. No es un precio a pagar o un tributo, ni un sacrificio para aquellos que amamos este mundo vertical. Es simplemente lo que ocurre a aquellos que eligen vivir en lugar de simplemente sobrevivir, a aquellos se rodean de gente que está intensamente viva, que dedica cada segundo de su vida amando la acción y teniendo sentimientos que florecen con cada uno de los instantes de esta completud.
No hay muerte noble o muerte miserable, sino que hay una vida vivida como un líder o bajo las órdenes de otros o influida por el miedo. Ueli no buscaba la aprobación o la comprensión, él sólo buscaba hacer las cosas de la mejor manera, según su deseo y motivación. Tenía el ‘defecto’ de ir por delante de las cosas, quizás demasiado, y es por eso que unos pocos de sus colegas en lugar de sacarse en silencio el sombrero, prefirieron levantar sospechas, dudas.
Lo conocía desde hacía mucho tiempo, nos juntábamos silenciosamente, en encuentros que podían consistir en un café y unas horas charlando a la mesa en mi casa, o en una larga caminata y algo de entrenamiento cada vez que venía Bergamo para sus regulares visitas a un patrocinador italiano.
Incluso llegamos a intentar una expedición juntos y planeamos nuestra actividad como cordada. Pero la realidad y el destino quisieron que las cosas acabaran, destruidas cuando fuimos linchados en altura en el Everest por unos sherpas jóvenes que inexplicablemente escaparon de su ancestral estilo de vida pacífico.
Ahora la pelota empezará a rodar, en parte se entiende; habrá conmemoraciones, memoriales y la beatificación de los increíbles logros y ascensiones de Ueli Steck.
Cuando mueres –y me pregunto por qué–, todo el mundo quiere beatificarte y decir lo grande que eras. Siempre he querido manifestar mi aprecio a las personas vivas. Chocar las manos y ser agradecido aporta mucho a las relaciones humanas.
Él era un campeón, en el deporte y en la vida. La vida me ha dado el regalo de haber experimentado y compartido con él partes de su existencia y planes, y ahora quiero atesorar este regalo silenciosamente, en la misma medida que necesito guardarme el dolor de haberlo perdido momentáneamente.
Adiós Ueli, ¡nos vemos por ahí tarde o temprano!
Hervé Barmasse: La voz de David se rompe por culpa de un grito imprevisto. Me llama, farfulla algo que no entiendo. Corro hacia su tienda. Sus ojos están bañados de lágrimas, la cara roja. Empieza a hablarme lentamente, casi como si quisiera contener lo que va a decirme un instante más en su corazón. «Hervé… Ueli ha muerto».
Los pensamientos se enmarañan, el vacío los impregna, pierdo el equilibrio. Las palabras de David dejan caer un peso enorme en el estómago mientras mi corazón se endurece buscando soportar un terremoto de emociones que dentro de poco me llevarán al llanto por un amigo que ya no está. A quien no veré más.
Y pensar que hace pocos días, en aquella pastelería de Lukla que le gustaba tanto, estábamos los tres riendo y bromeando, hablando de alpinismo, de sus contradicciones y sus valores. Proyectábamos y planificábamos otros entrenamientos como el de febrero, otras escaladas, y acababas de invitarme a tu casa para aprender a volar en parapente. Tú eras el hombre de los récords, yo el alpinista que veía en la velocidad una cualidad, no la finalidad de una escalada. Pero los puntos en común sobre los que estábamos de acuerdo eran en realidad muchísimos, sobre todo sobre el alpinismo en solitario, y mi estimación por tus retos, así como mi amistad, me habían hecho apreciar en ti el hombre además del alpinista. Como escalador, nadie podía cuestionarte, y quien lo hacía, era porque no había tenido nunca la suerte de compartir una jornada de montaña contigo, Máquina Suiza.
He aprendido muchas cosas en el tiempo que hemos pasado juntos, gracias de corazón, Ueli.
El alpinismo pierde un referente importante, pero tenemos un camino a seguir que lleva tu nombre, hecha de tu talento, de tu fuerza, de tus sueños.
David Göttler: Ayer recibí la noticia de que había perdido a un buen amigo. Un amigo con quien estuve en este mismo lugar hace un año, con el mismo sueño que tengo ahora.
Lloro y mis pensamientos deambulan hacia todos los momentos que compartimos en los últimos dos años. Teníamos muchos planes para el futuro. Ahora, sólo te echo muchísimo de menos, mi amigo.
¡Estoy agradecido de haber podido compartir tu camino durante un corto tiempo y aprender tanto de ti!
Tú nos seguirás ahora aquí. En cada paso, nos fijaremos en aquello por lo que tú viviste y que tanto amaste; de la misma manera en que nosotros lo amamos.
¡Adiós, amigo mío!
Jonathan Griffith: Se va a escribir mucho sobre Ueli durante las próximas semanas, sobre un hombre que inspiró más allá de las generaciones, y que cumplió quizás más hazañas montañeras que cualquier ser humano que haya caminado anteriormente sobre esta tierra. Pero yo conocí a un Ueli diferente. Fui un privilegiado por haber podido verlo como un hermano y como uno de mis amigos más íntimos. Una persona y un carácter que vi cambiar a lo largo de su carrera desde los inicios de la Máquina Suiza hasta el hombre perseguido por la prensa y las presiones de ser el centro de atención. Siempre intentando hallar el equilibrio imposible entre permanecer sincero a ti mismo como alpinista e intentar también encontrar un camino público para ayudar a inspirar a otra gente. Porque al final, él amaba a la gente.
Él era el ejemplo perfecto de humildad y honestidad en un mundo tan egocéntrico online, y cuidaba de verdad de aquellos que estaban en su círculo más cercano. Ueli tenía una parte sensible y amorosa que lo convertían en un amigo verdadero. Él hubiera dado cualquier cosa para ayudarte, cualquiera; una extraña cualidad para una persona que fácilmente podría haber dejado que su status como alpinista definiera quién era.
Debo mi carrera y mi camino vital a su fe y su confianza en mí. Compartíamos una misma visión sobre capturar escalada real y la ‘frontera’ a la que pocos deportistas profesionales están interesados en dedicar su tiempo. Pero sobre todo, Ueli nunca cambió quién era en su interior, un carpintero de Emmental. Un tío que solía repartir tickets de remontes y ahorrar para pagar por sus escaladas, un hombre que en apogeo de su carrera profesional venía a quedarse conmigo en Chamonix y estaba contento de dormir bajo la mesa de la cocina de mi minúsculo apartamento, y un hombre sensible y amable. Alguien que sentía el dolor agudo de las críticas públicas y que las llevaba en el corazón mucho más de lo que nadie se daba cuenta, y que al final no podía parar de presionarse por los últimos años de críticas y acusaciones infundadas de gente que rechazaba creer lo que era posible, simplemente porque nunca lo habían visto moverse y escalar como lo hacía. La travesía Everest-Lhotse hubiera sido su escalada de redención a los ojos del mundo; la prueba de sus habilidades que nunca debería haber necesitado.
Va a haber un enorme agujero con forma de Ueli en mi vida y voy a echarlo terriblemente de menos. Voy a echar de menos que no vea a mi pequeña hija crecer, voy a echar de menos su enorme sonrisa y sus ojos brillantes, voy a echar de menos intentar arruinar su horario de entrenamiento llevándolo a beber hasta las dos de la madrugada y aún así verlo arrastrarse fuera de la cama para ir a correr apestando a vodka, voy a echar de menos nuestras interminables discusiones sobre la vida y el trabajo, pero sobre todo voy a echar de menos su presencia y su energía; un hombre que podía instalar una sensación de «todo es posible» sólo por el hecho de pasar tiempo con él. Es reconfortante ver cuántos mensajes de cariño están surgiendo por todo el mundo. Ueli dejará un increíble legado para generaciones de alpinistas, él fue único en su especie, un pionero que abrió estilos y actitudes que serán emuladas en los años que vendrán. Un verdadero caballero que trajo elegancia y humildad a nuestro mundo. Pero lo echaré más de menos como mi amigo y mentor. Sé que el tiempo cura y que las lágrimas pararán, pero, dios, realmente lo echo de menos, no puedo creer que nunca lo vaya a volver a ver; lo más duro es no tener nunca la posibilidad de decirle adiós.
Tenji Sherpa: Todavía no entiendo qué puede haberle pasado a un alpinista tan fuerte como él. Todavía resuenan en mi cabeza las palabras que me dijo dos días antes: «pronto, estrecharemos nuestras manos para realizar las rotaciones en los campamentos de altura, en cuanto te recuperes de tus congelaciones».
Steck tenía un corazón de oro. Era verdaderamente un alpinista de récord, un tío siempre dispuesto a ayudar y con un alma bondadosa.
Juntos escalamos el Everest en 2012, el Cholatse en 2015 y varios picos en los Alpes suizos en 2016. Me siento orgulloso de ser un compañero de cordada del famoso alpinista. Mi corazón está ahora con la familia de Steck, sus amigos y la comunidad montañera.
Reinhold Messner: Ueli Steck era sin duda uno de los alpinistas más fuertes de las dos últimas décadas. Es un suceso muy dramático, trágico también por el hecho de que Steck tenía la edad de no cometer más errores. Steck tenía tanta experiencia: había hecho grandes escaladas en todas las montañas del mundo. Quizás estaba bajo presión, pero eso no lo puedo saber. Intentaba uno de los grandes desafíos del alpinismo, el primer enlace Everest y Lhotse. Esta ruta ha sido pensada por muchos, pero ninguna ha tenido realmente las posibilidades de hacerla. Steck, en mi opinión, con su velocidad, su experiencia y con el material muy ligero, teóricamente podía cumplir la empresa.