La travesía del GI y GII parece que cierra una etapa para Juan Vallejo. Por un lado, concluye el proyecto que les ha ocupado durante los últimos años a él y sus compañeros de cordada. Por otro, quizá sirva para marcar un antes y un después con respecto al compromiso: “Nos hacemos viejos”, dice entre la broma y la constatación.
La cordada ya se encuentra en plena fase de aclimatación antes de acometer el proyecto. La idea es empezar subiendo al Gasherbrum I por la ruta de Reinhold Messner. Después, descender por la ruta normal y, del collado de los Gasherbrum, subir al II por la ruta que abrió Jerzy Kukuzcka para descender por último por la normal. Hablamos con él hace unos días, antes de que se marchara de expedición, y esto es lo que nos contó.
¿Qué significa para ti el proyecto de este año?
Muchas cosas. Posiblemente sea el final de un proyecto en el que llevamos ya cuatro años con el patrocinio de WOP. Si sale bien, sería el final del programa y también significa casi el final de una carrera. Nos hacemos viejos y el cuerpo ya no da para muchas cosas de este tipo, posiblemente sea una de las últimas historias ambiciosas que haremos, así que eso lo hará más especial todavía.
¿Esta expedición es vuestro último gran proyecto?
Es más una sensación que otra cosa. Se junta todo: la edad, que cada vez es más difícil hacer proyectos… No lo estoy asegurando, pero sí que me doy cuenta de que de aquí a poco tiempo se acabará. No se va a acabar el monte, ni mucho menos, pero sí este tipo de expediciones.
«Encadenar dos ochomiles de una tirada siempre me ha parecido uno de los grandes objetivos del Himalaya»
La verdad es que habéis vivido una época muy buena en cuanto a expediciones…
Hemos sido unos auténticos privilegiados. Hemos vivido la era de oro del himalayismo, hemos podido viajar a un montón de sitios increíble, tuvimos la suerte de cruzarnos con la gente de Al filo de lo imposible… No se le puede pedir más a la vida y, como es lógico, en un momento dado, que es ahora, se le ve inevitablemente la caducidad.
¿Por qué os habéis planteado esta travesía de Gasherbrum I y II?
A mí me llama muchísimo la atención. Desde que la hizo Messner, encadenar dos ochomiles de una tirada siempre me ha parecido uno de los grandes objetivos del Himalaya. Y lo haremos sin bajar al campo base. Me parece un objetivo muy bonito y ambicioso. Había muchos otros proyectos que nos apetecía hacer, pero nos hemos decantado por este. Lo intentamos el año pasado pero tuvimos mala suerte con el tiempo. Aún así, sabemos que merece un segundo intento.
¿Cuál es el mayor reto de esta travesía?
Es un reto muy físico. Las travesías tienen su complicación, pero creo que es un reto más físico que técnico. Si las condiciones son buenas, creo que tenemos posibilidades de hacer el primer ochomil, pero mantener la fuerza una vez que bajas al collado de los Gasherbrum es un reto físico de mucha envergadura. Lo complicado es recuperar e ir a por el segundo.
Es curiosos que una actividad de hace treinta y tres años, cuando lo hicieron Messner y Hans Kammerlander, siga siendo actualidad…
Sí. De hecho, el año pasado había también unos polacos que querían hacerlo. Esto da la idea de que hace treinta años ya se hacían cosas muy difíciles en el Himalaya. Quizás en otras disciplinas el listón ha subido más, pero en el Himalaya se mantienen los récords. Eso te sorprende pero también te muestra la talla de los alpinistas de hace treinta años, que hicieron cosas que hoy en día la gente se sigue tomando como un reto de primer nivel.
«Aunque ya lo hicieran hace treinta años, el proyecto tiene vigencia hoy en día»
¿No os apetecía más hacer un reto nuevo?
El año pasado lo barajamos, pero, como teníamos claro que queríamos venir aquí, las posibilidades no eran muy claras. Lo que ocurre es que todas las vías bonitas y evidentes ya están abiertas. Lo que queda son unos curros muy serios. El año pasado sí nos fijamos en una ruta para abrir al G2, pero una vez abajo la descartamos porque nos pareció que tampoco tenía mucho interés y tenía muchísimo hielo. Abrir una vía nueva también nos llamaba la atención, pero nos emocionaban las dos cosas. Como dice un amigo mío, es mejor repetir una vía guapa que abrir una castaña. Este nos parece un reto súper bonito y, aunque lo hicieran hace treinta años, tiene vigencia hoy en día.
Es cierto que a veces se abren “castañas” aunque sea por el márketing
Sí, y se ve mucho ahora. Al final acabas casi haciendo una variante, metiendo doscientos metros nuevos y tratando de venderlo como una ruta nueva. Eso se puede hacer, claro. Pero digamos que el abanico se ha reducido mucho. Quedan por abrir vías muy difíciles, muy técnicas y rebuscadas; y nosotros ya no estamos en esa pelea. Nos apetece más algo como esto. Pero ya te digo que, si hubiéramos visto una línea bonita, evidente o interesante, la habríamos hecho.
¿Cuántos ochomiles llevas?
Ahora nueve.
Si consigues los dos Gasherbrum serían once. ¿Te plantearías completar los catorce ochomiles?
Creo que ya no estamos para hacer este tipo de cosas. Es un objetivo muy bonito a nivel personal, pero está ya muy caduco hoy en día. Luego entra el tema de los patrocinadores… No, no me veo acabándolos.
«En el Himalaya, tres es el número perfecto»
¿Nunca te ha atraído ese camino?
Hace unos años sí que tuve oportunidad de haberlos terminado, pero ves que la gente que se mete en esa pelea opta por rutas normales por las que va mucha gente, y ese no es el tipo de alpinismo que a mí me gusta. Sería un reto bonito intentarlo abriendo seis vías, cuatro invernales… pero eso lo puede hacer un Jerzy Kukuczka. No está al alcance de cualquiera.
La cordada con Mikel Zabalza y Alberto Iñurrategi viene de lejos.
Sí. Mikel, Alberto y yo llevábamos un tiempo haciendo cosas, pero hace tres años nos juntamos con esta gente de WOPeak, que querían subir al ochomil haciendo ocho etapas. Y la verdad es que ha sido un camino muy bonito que recorrer.
¿No os cansáis de ir juntos los tres?
Al final, ¿para qué vas a cambiar algo que funciona? Tenemos una relación muy buena, nos apañamos perfectamente y siempre hemos pensado que tres es el número perfecto.
¿Por qué es el ideal, mejor que dos y que cuatro?
Porque para cuatro necesitas mucha infraestructura. Tres van con la infraestructura de dos, pero más apretados. Y a la hora de abrir huella, de repartir, de trabajar… es un número muy bueno para el Himalaya. Incluso pensando en si tienes una complicación, tener a un tío de dos impedido es menos problema porque se pueden seguir haciendo cosas.
A ti te va mucho ir con el peso ajustado.
Es que al final, cuanto más ligero vas, más seguro y rápido avanzas. Procuramos reducir al máximo, dentro de lo que te permite la tecnología actual. Pudiendo llevar un saco de un kilo, me llevo ese antes que uno de kilo y medio. Hoy está muy al alcance de todo el mundo y lo miramos con mucho mimo porque es clave.
«Kilian es un fiera, pero los de antes tampoco eran mancos»
Tú que has hecho el Everest por la cara norte y sin oxígeno, ¿cómo valoras lo que ha hecho Kilian Jornet?
Kilian es un portento físico. Ha hecho unos tiempos increíbles y lo ha hecho dos veces en una semana. Ahí también vemos lo que hablábamos antes de las cosas increíbles que se hacían hace veinte años en el Himalaya: Kammerlander hizo mejor tiempo que él. Kilian es un fiera, pero los de antes tampoco eran mancos.
¿Cómo es subir sin oxígeno al Everest?
Pues es subir muy despacito [ríe]. En todas las montañas altas a las que he subido he sufrido de forma parecida. No recuerdo sufrir de forma especial en el Everest. Me costó un montón, como a todo el mundo, pero también me costó el K2. Al final, te aclimatas más y vas más preparado.
¿Cuál es tu visión del himalayismo actual?
Como me imagino que sería hace treinta años. Se siguen haciendo cosas importantes, que por supuesto son las menos, pero hay muchísima más gente haciendo rutas más normales. Cada vez sale más gente a andar, a escalar, a montar en bici… y eso se extrapola a la alta montaña. Hay más participación en actividad “de baja calidad”, pero las grandes ascensiones se siguen haciendo. Quizá no se oigan tanto, porque son menos mediáticas, pero se hacen.
Vosotros tres hacéis mucha escalada.
Sí, para mí el alpinismo y la escalada lo son todo. No nos dedicamos solo a hacer ochomiles. En casa escalamos mucho en el Pirineo y en los Alpes. Hacemos escalada en roca, hacemos esquí de montaña… al final, es un deporte que te permite tocar un montón de disciplinas que son mucho más divertidas que subir ochomiles. Eso te permite tener más nivel y hacer un entrenamiento total para intentar hacer cosas cada vez más difíciles. Lo veo como una parte imprescindible de la formación.
Al final..lo que se hacia hace treinta años por los Messner, Loretan , Kurtyka , Kammerlander…sigue siendo la referencia y no se ha superado, para mi los 80 son la época dorada del Himalayismo, por supuesto que estaba todo por hacer , pero lo que hicieron estos tios no se ha superado, y eso es lo que viene a decir Vallejo en la entrevista, y eso es lo que decía yo sobre lo de Killian en el Everest , es un portento , pero Kammerlander lo hizo en menos tiempo, esa es la realidad…
Excelente entrevista. Totalmente de acuerdo con Juan Vallejo
Interesante entrevista
Las fotos que han publicado de la primera subida al C1, muy chulas. Tiene que ser guapo estar en esas montañas. Suerte ahí.