Junko Tabei nació en Miharu (Fukushima), en el noreste de Japón, en 1939. El 16 de mayo de 1975 entró en la historia del alpinismo al convertirse en la primera mujer en escalar el Everest, y sus grandes logros montañeros incluyeron también el ser la primera en completar las Siete Cumbres. El pasado jueves, a los 77 años de edad, fallecía a causa de un cáncer en un hospital de Kawagoe (Saitama), a las afueras de Tokyo.
Una pionera
Quizás el calificativo que mejor define la trayectoria de Junko Tabei en las montañas es el de pionera. La débil y escuálida niña que era a los diez años (siempre fue delgada y pequeña, con sus escasos 152 cm de altura) descubrió el alpinismo en una salida escolar al monte Nasu (1.917 m). Los pocos recursos de su familia no le permitieron apenas regresar a las montañas durante su adolescencia.
En la universidad –se graduó en literatura inglesa y educación de 1958 a 1962–, formó parte del club de alpinismo universitario, donde se sintió poco aceptada por sus compañeros chicos. Así fue como decidió fundar en 1969 el Ladies Climbing Club (LCC) de Japón. En aquel período de formación como alpinista ascendió picos como el Monte Fuji en Japón o el Matterhorn en los Alpes. Aunque la primera gran ascensión de su currículum data de 1970, cuando realizó la segunda absoluta del Annapurna III (7.555 m) por una nueva ruta en la cara sur, haciendo cordada con Hiroko Hirakawa y dos sherpas.
Primera femenina al Everest
El año 1975 fue declarado como el Año Internacional de la Mujer por la ONU, y Nepal otorgó el único permiso que entonces se daba anualmente para ascender el Everest a la expedición japonesa formada por 15 mujeres y liderada por Eiko Hisano. Entre ellas, formaba parte Junko Tabei, una de las dos del grupo que en aquel momento eran madres. El presupuesto fue muy limitado y todas tuvieron que pagar parte del coste y participar, por ejemplo, en la confección de los sacos de dormir, que cosieron ellas mismas.
La expedición comenzó a trabajar a principios de primavera la ruta normal. El 4 de mayo, el campamento de altura que las japonesas habían situado a 6.300 metros fue barrido por una avalancha, con las alpinistas y los sherpas en su interior. Junko Tabei quedó enterrada por la nieve y perdió el conocimiento durante un tiempo que se estimó en unos seis minutos, hasta que su sherpa consiguió liberarla. No hubo que lamentar pérdidas personales.
Dos semanas más tarde de aquel incidente, el 16 de mayo de 1975, Junko Tabei se convertía en la primera mujer en ascender el Everest, en compañía del sherpa Ang Tshering. Aquello le granjeó una enorme fama y la encumbró como una heroína en su país, recibiendo premios y reconocimientos del rey de Nepal y del gobierno de Japón, así como una gran atención mediática.
Siete Cumbres y otras ascensiones
La alpinista japonesa continuó con su carrera alpinística después del Everest. En su currículum figuran ascensiones como las del Shisha Pangma (1981), la cima meridional del Jitchudrake (1983), el Ismoil Somoni (1985), el Aconcagua (1987), Denali (1988) y el Monte Vinson (1992), entre muchas otras. Con su cima del Elbrus (1992) se convirtió en la primera mujer en completar las Siete Cumbres, la cima más alta de cada continente.
Hasta los últimos años de su vida, se dedicó al proyecto de ascender la montaña más alta de cada país. Para ello, partía de expedición siete u ocho veces cada año. De esta manera, en marzo de 2008 (cuando acaba la lista de ascensiones de su página web), había escalado el pico más alto de 56 países de todo el mundo.
Junko Tabei también se ha significado por sus esfuerzos medioambientales en entornos de montaña. En 2000, publicó una tesis universitaria sobre el problema de la basura en los Himalayas. También fue presidenta de la Himalayan Adventure Trust of Japan (HAT-J), una organización dedicada a la protección del medio ambiente en las montañas.
A pesar de haber sido diagnosticada de cáncer en 2012, Junko Tabei continuó subiendo a las montañas hasta el final de su vida. El pasado mes de julio ascendió por última vez al Monte Fuji con sus alumnos.
Un respetuoso adiós a Junko, una pionera en toda regla, demostrando que el valor y autenticidad ascendiendo montañas, no tiene color, religión, ni sexo. Descanse en paz.