“Antes, mandar lo que escribías en una expedición y conseguir que se publicase era complicadísimo”, cuenta Edurne Pasaban, y remarca que no hace tanto de aquello: completó los catorce entre 2001 y 2010, solo hace unos pocos años, aunque los suficientes para que se haya producido un cambio tecnológico muy importante que afecta al mundo de la montaña. “El otro día estaba haciendo cumbre Ferran Latorre y yo estaba mandándome Whatsapps con él. Ha sido un cambio brutal que nos ayuda a conseguir eso que tanto necesitamos y que es comunicar nuestras historias. Hay quien dice que pierde magia, pero es la manera de comunicar lo que haces y de que la gente te pueda seguir”.
¿Te hubiera gustado tener la tecnología de hoy en tus expediciones?
Hubieran estado mi madre y mi abuela llamándome constantemente para ver qué he comido, qué me he puesto. A mi madre la llamaba alguna vez y me decía que el tiempo era malo en Donosti, y yo: “Hará malo en Donosti pero eso no quiere decir que en el campo base donde estoy haga malo también”. Imagina a mi abuela, que veía en la tele imágenes grabadas del año anterior y gritaba “¡Mira, mira, Está ahí Edurne!” porque pensaba que era en directo. ¿Cómo le explicas eso? Si hubiera habido más medios no sé cómo hubiera sido, ya hubo los que hubo y me iba bien, si no me hubiera vuelto loca.
Tu abuela tenía un ritual muy particular cada vez que te ibas a marchar de expedición.
Por cada ochomil tengo una estampita de un santo, tengo todos los que existen en el mundillo. Yo nos los controlo y no pensaba que mi abuela fuera capaz de encontrar tantos. No son 14, hice veintitantas expediciones. Mi abuela también me dejaba cada vez 50 euros debajo de la televisión de mis padres y me decía que eran para «comprar pipas en el avión».
Tu madre era tu gran confidente cuando estabas en el campo base. ¿Le contabas todo?
Siempre que había cualquier problema en el campo base llamaba a mi madre, ella ha vivido muy de cerca los ochomiles y lo que pasaba allí. Sí, le contaba todo, a alguien se lo tenía que contar.
«Aunque el precio por hacer los 14 es elegido, también es alto»
¿Qué han supuesto en tu vida los 14 ochomiles?
Los 14 ochomiles han marcado mi futuro. Si no los hubiera hecho estaría trabajando en la hostelería o como ingeniera. Ha merecido la pena, han sido importantes. Sí he tenido que hacer una elección en la vida, que es la de tener 42 años y no haber formado una familia. Aunque el precio es elegido, también es alto. Con 42 años no me veo mayor, solo cuando estoy con gente de veintipico. Pienso que podrían ser mis hijos y no lo son… ¡pero me integro bien!
¿Podrías haber mantenido tu nivel deportivo si hubieses tenido hijos?
No creo que hubiese acabado los 14 ochomiles si hubiera decidido ser madre a los 36. Te llaman otras cosas y te da pena dejar a la familia. Siempre recuerdo que en una época de dudas grandes me vi en una mesa redonda de Torelló con Catherine Destivelle. Contó que después de tener a su hijo, y pese a que ella es una máquina, estar más de 15 días fuera de casa resultaba un montón. Los hijos no le limitaban en cuanto al grado pero sí influían en el hecho de estar lejos de la familia y la casa.
Para mí fue una revelación, pensé que si ella había vivido eso tenía que escucharla y renuncié totalmente a los hijos para terminar los 14 ochomiles. A mí los niños me apasionan, vivo para mis sobrinos. Tengo un poco de pena cuando veo a una mamá con un niño recién nacido, pero es una elección de vida. Otro de los precios que he pagado ha sido no dedicar el tiempo adecuado a muchas personas que me han amado mucho, que me han querido como pareja y a los que he perdido. También a los amigos que se han ido en las expediciones.
¿Cómo afectan las expediciones a las personas que tienes en casa?
La persona que acompaña a quien tiene un objetivo muy claro tiene que entender que por encima de todo está el objetivo y el trabajo hacia él. Con 30 o 35 años yo tenía claro cuál era mi objetivo. Quince días antes de marcharme ya no existía, dos semanas antes yo estaba insoportable. Además, se acumulaban todos los trabajos al final. Suma luego los entrenamientos, que también cambian tu vida porque no hay salidas, no hay cenas…
«Tengo el privilegio de ganarme la vida y aún encima tener tiempo para hacer lo que quiero»
¿Cómo ves el alpinismo femenino actual?
Hay más mujeres en el deporte en general y sus resultados son buenos. En el alpinismo de muchos meses como el que hacíamos nosotros quizá no hay tantas, pero en la escalada o en las carreras hay grandes cracks. Pese a todo, creo que la montaña siempre estará alrededor del hombre.
No lo sigo mucho, pero han «reaparecido» algunas alpinistas antiguas como Nives Meroi, pero no es como lo de antes. Hubo una época fuerte con Wanda Rutkiewicz, después un parón, luego vino nuestro tiempo con Gerlinde Kaltenbrunne y Miss Oh [Oh Eun-sun] y ahora creo que hay menos. Hay mujeres que van al Himalaya y se apuntan a expediciones comerciales pero no lo hacen como lo hicimos nosotras.
¿Qué sentimiento tienes sobre la polémica con Miss Oh ahora que ha pasado el tiempo?
Fue una manera difícil de acabar los catorce. Fue mala para mí, para Miss Oh y para el mundo de la montaña. Aquella disputa sobre quien había terminado los ochomiles pasará así a la historia pero no era lo que me había imaginado.
Con Gerlinde tienes amistad…
Con ella tengo muy buena relación, hablamos mucho, siempre decimos que vamos a hacer algo. Está muy fuerte en la escalada y vive en una tranquilidad muy grande.
¿Como vives después de tu retirada? ¿Te apetece hacer más cosas?
No puedes vivir siempre en la cresta de la ola. Vivíamos muy bien de esto, profesionalmente, pero para ello tienes que hacer expediciones y actividad. Yo, después de lo que pasó con el Everest en 2011 me quedé algo decepcionada y no tenía ganas de estar buscando financiación, patrocinadores, crear proyectos. La misma vida me llevó a descansar de todo aquello. Lo que se tenía que hacer para armar las expediciones era complicado, lo veo también ahora: sé por Ferran Latorre o Alex Txikon que no es fácil buscar financiación. Vivir de la montaña profesionalmente es muy duro y llegó un momento en el que tenía que buscar otra cosa. En ello estoy. Me encantaría volver a los ochomiles pero no con la esperanza de ser profesional. Ahora mismo tengo el privilegio de ganarme la vida y aún encima tener tiempo para hacer lo que quiero.
- Etiquetas: Edurne Pasabán, maternidad
animo Edurne, aún no se ha pasado el arroz, emplea la misma energia para tener un hijo como cuando subías a los 8 miles, estás a tiempo, eres guapa, inteligente y con valores, eso debe tener continuidad
Bueno, ha sido tu elección, cuando eras más joven. Pero ser madre sigue siendo posible a tu edad, no tires la toalla. Lo que me apena es que tú misma digas que has perdido a muchas personas que te amaron; eso no tiene vuelta atrás. Mucho ánimo, y a por esa «espinita» del Everest, que seguro lo consigues.
Se le pregunta por la tecnología como si hubiera sido himalayista cuando Mallory e Irvine …