EL ALEMÁN ES EL COMPAÑERO QUE TODOS QUIEREN

David Göttler: «El alpinismo es exploración, salir de tu zona de confort»

El alpinista alemán fue compañero en varias ascensiones de Gerlinde Kaltenbrunner, Simone Moro se lo llevó al Nanga Parbat invernal y el año que viene viajará a Nepal con Ueli Steck. Es el compañero de cordada que todos quieren.

Simone Moro y David Göttler esta noche (8 febrero 2014) en el campo 1 del Nanga Parbat.  (© The North Face/David Göttler)
Simone Moro y David Göttler esta noche (8 febrero) en el campo 1 del Nanga Parbat.
Isaac Fernández | No hay comentarios |

Quizás es poco conocido por sus logros alpinísticos, a pesar de que lleva un montón de expediciones en los últimos 15 años. Ha subido a cinco ochomiles y ha hecho otras muchas ascensiones a picos de menor altura por todo el mundo, así como escaladas de vías alpinas en los Alpes. A sus 37 años, este alpinista originario de Munich (Alemania) lleva tres años viviendo la mitad del año en España (entre Santander y Bilbao), durante el verano, y la mitad del año en Chamonix en invierno, aunque reconoce que no habla español ni francés.


«La mitad del año vivo en un estrecho valle de montaña y la mitad del año en un espacio abierto junto al mar… es un buen contraste. Y en medio, por supuesto, estoy en Nepal, el Himalaya, Pakistán… de expedición por todo el mundo. Eso es a lo que me dedico: a ir de expedición y ejercer de montañero y de guía también», se presenta.

Su experiencia como compañero es avalada, sin embargo, por algunas de las grandes figuras del alpinismo mundial. Fue compañero de cordada de Gerlinde Kaltenbrunner en varias de sus ascensiones (Nuptse, K2, Dhaulagiri…), luego Simone Moro se lo llevó con él al Nanga Parbat invernal, y el mismísimo Ueli Steck lo ha convencido para que sea su compañero en un intento de apertura a un ochomil en Nepal la próxima primavera.

Esta es la conversación que tuvimos con el en la presentación en Barcelona de  la nueva colección Summit Series de The North Face.

«No estoy sólo centrado en ochomiles»

Hablemos de esa experiencia como montañero. De todas esas expediciones que comentas, ¿cuáles serían para ti las más importantes?
Es difícil de decir… La primera vez que fui de expedición fuera de los Alpes fue en 1999 a Patagonia, para escalar el Cerro Piergiorgio. Aunque yo empecé a escalar con mi padre a los 7 años. Después del instituto me hice guía de montaña y luego ya empecé con las expediciones. Desde 1999 hasta ahora, he hecho unas 30 expediciones, es decir, más de dos expediciones por año. Así que es difícil de decir cuáles son las principales, aunque por supuesto hay algunas que recuerdo más.

Una que me gustó especialmente fue la del Dhaulagiri, donde estuve junto con Gerlinde Kaltenbrunner y donde también coincidimos con un gran equipo español, con Edurne Pasabán, Ferran Latorre y toda esta gente. Todos hicimos cumbre juntos el mismo día… eso me encantó y recuerdo perfectamente como en el último campamento, Edurne nos dio un trozo de queso manchego y Gerlinde y yo lo disfrutamos enormemente en nuestra pequeña tienda.

También he estado en el K2, aunque nunca en la cumbre. Recuerdo muy bien aquella expedición, porque lo intentamos muchísimo y estuve cuatro veces por encima de los 8.000 metros en la ruta Cesen.

Citaré otras dos expediciones que me gustaron mucho. Una fue en el Nanga Parbat en invierno, que fue mi primera expedición invernal, con Simone Moro. A pesar de que no hicimos cumbre, saqué muchísimo de esa experiencia. Aprendí muchísimo estando allí en invierno. Y la otra fue en el Maklu, otro ochomil en el que hicimos cumbre con cuatro amigos; tuvimos la expedición perfecta: estuvimos solos en la cima, después de que todos los demás se dieran la vuelta antes. Es una larga historia, pero fue algo realmente único.

Creo que esas serían las etapas que recuerdo mejor. Por supuesto, entre unas y otras, he hecho muchas expediciones a picos más bajos, de 5.000 o 6.000 metros, que también he disfrutado muchísimo. No estoy sólo centrado en ochomiles.

«Fue perfecto estar ahí de repente solos, en la cima de esa preciosa montaña que es el Makalu»

Entre los ochomiles, has hablado del Makalu como de una expedición especialmente bonita. He escuchado lo mismo de otros varios alpinistas… ¿Qué tiene de especial? Decías que hay una larga historia ahí detrás…
Sí, primero de todo, el Makalu es precioso, por su forma. Cuando miras una foto del Makalu tiene esa forma tipo como la del K2… Tiene una cara oeste impresionante, y la ruta tiene mucha variedad: hay una parte técnica en la mitad, luego la parte de la cima es verdaderamente técnica. La historia que tuvimos allí fue que nosotros subimos por la ruta normal, pero no usamos oxígeno ni sherpas mientras que el resto de equipos que subía ese día sí usaban oxígeno y sherpas. Ellos iban un poco por delante de nosotros y los alcanzamos el día de cumbre. De repente, los sherpas se quedaron sin cuerdas para fijar y todos tuvieron que darse la vuelta y mis amigos y yo nos quedamos solos allí… fue algo único, continuamos e hicimos el corredor de los Franceses, que es un couloir bastante técnico, y luego la arista cimera, sólo con una cuerda de 60 metros para asegurarnos los unos a los otros. Fue perfecto estar ahí de repente solos, en esa preciosa montaña… Alcanzamos la cima a las nueve de la mañana y tuvimos todo el día por delante, con poco viento… Lo disfrutamos muchísimo; fue una gran experiencia.

¿Con quiénes hiciste el Makalu?
Estuve ahí con tres amigos de Alemania, Michi Berger, Daniel Bartsch y Hans Mitterer, y de Suiza Stephan Siegrist, aunque él se dio la vuelta pronto por problemas con la altura.

Comentas como una de las mejores sensaciones la de la soledad, y entre tus mejores expediciones no mencionas al Everest, aunque has estado allí…
Sí, he intentado ascenderlo dos veces seguidas pero se ha cerrado prácticamente antes de que llegara al campo base. Estuve allí el año en que ocurrió la avalancha en la que murieron dieciséis sherpas, y no fue posible escalar desde el lado sur. Y luego, este año regresé por el lado norte, pero ocurrió el terremoto y tuvimos que regresar.

Pero he escalado el Lhotse y el Nuptse y he estado muchas veces en el campo base del Everest y hasta el C3, que es la misma ruta que el Lhotse y el Nuptse. Así que conozco bastante bien lo que ocurre allí… Y por ejemplo en el Nuptse tuve una sensación muy parecida a la del Makalu. Estuve allí otra vez con Gerlinde Kaltenbrunner. Después del C1 o del C2, vas hacia la derecha y de repente ya no hay nadie… Recordarás la fotografía en la que hay centenares de personas en una cola en el Everest. Pues yo tenía esa misma foto desde el Nuptse, porque fue ese día en el que ascendimos. Estábamos allí solos, porque es un 7.900; no es un ochomil y nadie está interesado en escalarlo. Nosotros estábamos allí por nuestra cuenta, abriendo nuestra huella, asegurándonos el uno al otro, transportándolo todo arriba y abajo… fue precioso ver tan cerca a toda esa gente y pensar que el Everest se estaba volviendo una locura.

«En el Everest se están poniendo ellos mismos en peligro, con tanta gente: se bloque la ruta de ascenso y descenso»

¿Cuál es tu opinión acerca de la masificación del Everest?
En general, diría que tienen que cambiar algo. No puede ser que cada vez vaya más y más gente. Se están poniendo ellos mismos en peligro, con tanta gente: se bloquea la ruta de descenso y de ascenso, hay congelaciones… hay demasiada gente, sin duda. Pero si me preguntas cuál es la solución, es difícil de decir. Es duro decirle a una persona que no se le permite ir. Por supuesto que todo el que vaya allí debería tener otras montañas, quizás otro ochomil. Ese es un buen enfoque, pero al final, ¿cómo vas a estar seguro de que se cumple? Conozco Nepal y el sistema: si puedes hacer trampas y saltártelo pagando a alguien, eso ocurrirá. Nepal es un país precioso y me encanta, pero al mismo tiempo el gobierno y todo Nepal está sumido en el caos y resulta difícil progresar, sea en la dirección que sea. Me duele en el alma decirlo, y ver como año tras año no hay progresos ni cambios. Los únicos cambios que hay son la gente en los ministerios y el gobierno, y entonces ellos empiezan de nuevo. Es frustrante.

«Para mí, usar oxígeno no es una opción»

Tus intentos al Everest, ¿iban a ser sin oxígeno?
Sí, para mí, usar oxígeno no es una opción. La naturaleza nos plantea un desafío, que es subir con menos oxígeno, y yo he optado por asumir ese desafío y ver si mi cuerpo puede con esa dificultad. Es como si te dijera que ayer escalé un 9a en Siurana, pero que lo hice agarrándome tres veces de las cintas… eso es hacer trampa y para mí eso es lo mismo que alguien que diga que ha ascendido el Everest con oxígeno. Eliminas una gran parte del desafío.

Entiéndeme, incluso subir un 9a de esta manera es difícil, y se necesita cierta fuerza. No es que no sea nada y quizás me hace feliz y hace feliz a mucha gente. Pero se tiene que decir. Se puede hacer en cualquier estilo, y eso es lo bonito del alpinismo, pero hay que explicar cómo se han hecho las cosas.

«El alpinismo es exploración, salir de tu zona de confort»

Pero al final, usen o no usen oxígeno, estamos viendo que el 99% de la gente va a los ochomiles en las mismas fechas, por las mismas rutas, aprovechando la misma huella, las cuerdas fijas… todos esos elementos que también los ayudan. ¿Por qué no se va en otoño? ¿Por qué no se va a otras rutas?
Porque creo que la mayor parte de la gente que va al Everest no tiene el mismo enfoque del alpinismo que yo. Para mí, el alpinismo es exploración, salir de tu zona de confort, buscar nuevas maneras de explorarme a mí mismo, explorar nuevos terrenos y ver qué hay detrás de la siguiente montaña. Y esa gente sólo quiere poder escribir en su currículum «cima en el Everest». Eso no tiene nada que ver con el alpinismo, son enfoques totalmente diferentes. Por eso no tienen la misma mentalidad y no sueñan con ir a otro sitio solitario o hacerlo en otro estilo… no tienen esa clase de fantasías ni el enfoque que tengo yo o muchos otros.

Tienes previsto ir con Ueli Steck a intentar una nueva ruta en un ochomil, ya ha sido compañero de cordada tuyo en otras ascensiones. ¿Cómo lo describirías como alpinista?
Admiro la manera en que se concentra y se prepara y cómo cambia la manera de ver las rutas y las montañas. Me siento muy inspirado por él y puedo ver cómo está impulsando la escalada en las grandes montañas al siguiente escalón. Y ahora estamos esperando a Kilian, para que venga y eso será otro escalón. Me gusta. Hemos coincidido algunas veces en los Alpes y siempre es divertido. Es guapísimo ver cuán cómodo va en este terreno, en el que la mayoría de nosotros sufre y tiene que ir más despacio… él simplemente tira, es una máquina.

Porque tú estuviste con él durante el proyecto 82 Summits…
Me uní a él para cuatro de las cimas en Chamonix. Yo estaba en la feria Outdoor y fui directamente a Chamonix y por la noche ya empezamos a subir y estuvimos en Les Droites… ¡lo pasamos bien! Su proyecto era simplemente impresionante, durante cuánto tiempo puede estar escalando… Yo estuve cuatro días fuera y me sentí aliviado cuando dije que tenía que volver a España y relajarme. Y él sólo continuaba y continuaba, es impresionante.

«Quiero regresar a un ochomil en invierno alguna vez»

También comentabas acerca del Nanga Parbat, tu primera experiencia invernal. ¿Cómo fue esa experiencia? Decías que aprendiste mucho…
Sí, fue algo único desde muchos puntos de vista. Primero de todo, disfruté mucho la experiencia de estar allí con Simone Moro y Emilio Previtali. Estuvimos allí durante nueve semanas, y no hubo ni un solo momento en que estuviésemos enfadados, frustrados o con tensión. Fue siempre todo bien.

Luego, en lo que a la montaña se refiere y estar allí en invierno… yo nunca había sentido ese tipo de soledad, ni tampoco esa sensación de ser un punto minúsculo. En el Nanga Parbat, todo lo que te rodea está más abajo. Desde los 6.000 metros, puedes ver como un océano de montañas a tu alrededor: hasta India, el K2 y los Gasherbrums lejos a la izquierda. Y te sientes muy solo allí, a pesar de que yo iba con Simone y los polacos. Es un sentimiento totalmente diferente al que tuve en verano en otros ochomiles… En el Makalu nos quedamos sólo los cuatro al final, pero sabes que abajo hay mucha gente y que hay un buen calorcito. En invierno te sientes mucho más expuesto. Por poco que se intensifique el viento hace muchísimo frío y tienes que protegerte del viento. Tienes que ser mucho más ordenado. En verano, puedes llegar y pensar donde montar la tienda, pero primero descansar un rato. En invierno, tienes  que montar la tienda inmediatamente y meterte en ella para calentar tus manos, y sólo entonces puedes pensar sobre el resto de cosas. Todas estas cosas fueron impresionantes y nuevas para mí… No totalmente nuevas, pero es como ir un poco más allá, y eso es lo que me gusta. Para mí, fue un éxito, de alguna manera, por haber aprendido tanto, por haber disfrutado tanto de estar ahí… Dije que quería regresar alguna vez a un ochomil en invierno. No tiene por qué ser el Nanga Parbat, puede ser cualquiera. Para mí no es tan importante ser el primero en ascenderlo en invierno. Para mí, la ruta es mucho más importante que ser el primero en la cumbre en invierno.

«Tomek Mackiewicz tiene una mentalidad diferente sobre como enfocar el alpinismo invernal»

Estuvisteis en la vertiente del Rupal, ¿cómo era la pared y la ruta? ¿Crees que fue la mejor decisión?
Es una buena pregunta. Honestamente, no tengo ni idea. Es difícil de decir qué ruta es mejor… Hablé un montón con Simone y con otros alpinistas que han estado en el Nanga Parbat en verano, sobre otras rutas y otras opciones, y es muy difícil decir cuál es la ruta correcta. En el Rupal tienes mucho más sol y en la ruta Schell no hay zonas peligrosas, sin seracs, pero luego tienes esta travesía súper larga por el lado del Diamir que no sé si es posible en invierno. Ese año estuvimos allí, justo antes de la travesía y la ves interminable, un kilómetro a unos 8.000 metros… Y luego ves que en el otro lado es también muy difícil… El pasado invierno seguí a Álex Txikon, y fue muy frustrante, en el día de cumbre estaba seguro que lo hacían, pero en algún punto se equivocaron de camino… Esta ruta ha sido intentada muchísimas veces… Realmente no sé qué vertiente es la mejor.

En tu Nanga Parbat llegaste hasta el último momento, a ver esa travesía, con Tomek Mackiewicz. ¿Cómo es él? Se le ve como un tipo loco invernal…
¡Es exactamente un tipo loco invernal! Tiene una mentalidad totalmente diferente sobre cómo enfocar el alpinismo en invierno que Simone y yo. Nosotros intentamos movernos verdaderamente rápido arriba y abajo mientras que él prefería quedarse tres días allí arriba en la tienda, descansando a 7.000 metros… Nosotros le decíamos «¡es una locura, baja!» Y él contestaba «no, no, está bien; y quizás mañana subiré un poco más»… Su enfoque es totalmente diferente, está loco… Recuerdo una historia de esa expedición: estábamos juntos en la tienda, porque Simone se había dado la vuelta en el C2 con problemas estomacales y Tomek y yo nos unimos y subimos al C3 y al C4… y allí me dijo: «David, si el tiempo empeora, tengo un buen plan B: podemos bajar como Messner, por el lado del Diamir, que es una ruta fácil». Y yo le dije «Tomek, no sé, si recuerdo bien la historia, un Messner murió en esa ruta y el otro apenas sobrevivió… no sé si esa es una buena opción para bajar en invierno». Y contestó «quizás tienes razón y no es un plan tan bueno». ¡Él hubiera bajado por esa ruta! Es un suicidio, para mí. Messner tuvo mucha suerte de llegar vivo. Él es así. Fue interesante estar con él allí arriba, pero para ir con él de expedición, creo que tenemos dos enfoques totalmente diferentes de la montaña. Él tiene una mentalidad súper fuerte.

«Simone Moro es capaz de estar relajado en una expedición invernal»

Luego está ese gran personaje que es Simone Moro. ¿Cómo es ir con él de expedición?
Fue genial ir con él. Y aprendí un montón, porque probablemente es el ochomilista invernal con más experiencia que tenemos a nuestro alrededor, con la excepción de los polacos como Wielicki. Me gusta porque es capaz de estar relajado allí. No tiene esa terquedad de «tenemos que hacer cima», sino que es más bien «si no podemos hacerlo, podemos volver el año que viene, porque no vale la pena congelarse un dedo o perder la vida por una montaña». Eso no significa que no lo intente con todas sus fuerzas, sino que realmente sabe cuándo es el momento de tomar una decisión y darse la vuelta. Eso lo respeto muchísimo y me gusta verlo en mi compañero de ascensión y no como Tomek, que siempre es «vamos, vamos, vamos» y luego te caes por el abismo y eso es todo. No vale la pena.

Dices que quieres volver a un ochomil en invierno alguna vez… ¿no este invierno?
Este invierno, no. He cambiado ligeramente mis planes. Inicialmente había planeado ir, pero ahora he estado cuatro semanas en Kirguistán y acabo de regresar. Y en primavera tengo una gran expedición en mente. Así que estar fuera todo el invierno otra vez… no creo que me pueda recuperar del todo entre las dos expediciones. Al final, tengo que tomar una decisión. Creo que este invierno será maravilloso para esquiar y practicar escalada alpina en Chamonix.

«Demasiada gente este año en el Nanga Parbat invernal y no sé si quiero eso»

Parece que va a haber una gran fiesta en el Nanga Parbat este invierno…
Sí, y esa es otra cosa: demasiada gente este año y no sé si quiero eso. Siempre me hace feliz que la gente consiga estos grandes logros, y seguro que me dará un poco de envidia y pensaré que debería haber ido y que me gustaría haber sido el que estuviera allí arriba, pero me alegrará que Simone lo pueda lograr este año, o Álex. Y no me arrepentiré de no haber ido, estaré feliz por ellos. No puedes estar en todas partes y creo que tengo buenos objetivos para la próxima primavera. Estoy trabajando con un entrenador para conseguir una mejor preparación y alcanzar una mejor forma. Sería demasiado ir a otra expedición después de las cuatro semanas de Kirguistán y pasar al menos dos meses en invierno, y luego otra vez en abril a un ochomil de Nepal. Tienes que tomar decisiones.

Cuéntanos sobre esta expedición a Kirguistán… ¿Qué hicisteis?
Era un proyecto especial. El Club Alpino Alemán tiene este programa de formación alpinística de tres años de duración para jóvenes, a los que entrenamos en terreno alpino, desde escalada en hielo, a escalada en roca en Dolomitas y todo eso. Al final, en el tercer año, se organiza una expedición y fuimos a Kirguistán. Yo fui su entrenador; estuve a cargo de que todos regresaran sanos y salvos, y escalamos dos cincomiles, hicimos líneas preciosas, algunas primeras ascensiones cerca del Khan Tengri y el Podeba, en una zona verdaderamente bonita. Nunca había estado antes; me encanta Kirguistán y tiene un gran potencial para proyectos futuros también. Quiero volver. Y ver a esta gente joven, y cómo han mejorado durante estos tres años es increíble de ver. Y si al final tienes una buena expedición y ves cómo les gusta, es genial.

«No quiero hacer todos los ochomiles pero sí hay cuatro que me gustaría subir»

Y has comentado que en primavera tienes un gran proyecto en un ochomil… ¿en qué consiste?
No quiero hablar mucho de ello, pero queremos ir a intentar una nueva ruta a un ochomil con Ueli Steck. Yo tengo cinco ochomiles y tampoco es que los quiera hacer todos, pero hay cuatro a los que realmente quiero ir, y es uno de ellos.

David Göttler está patrocinado por The North Face


 

 

 

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