EXPEDICIÓN A GROENLANDIA

Carlos Suárez: “La lección que saco es que la cima siempre hay que merecérsela”

Vivir el sueño del principio, de cuando empezó: «Simplemente escalar y saltar», cuenta Carlos Suárez sobre su expedición a Groenlandia este verano. Hablamos también de la frustración de no hacer cumbre por mucho que uno se repita que está bien, que no pasa nada.

Carlos Suárez en el Ulamertorsuaq (Groenlandia
Carlos Suárez en el Ulamertorsuaq (Groenlandia
Darío Rodríguez | 4 comentarios |

Hacía tiempo que Carlos Suaréz quería ir a Groenlandia a intentar la famosa vía Mobby Dick al Ulamertorsuaq, abierta por Kurt Albert y liberada por Stefan Glowacz. Las malas condiciones de la pared le han obligado a modificar un poco el proyecto y, finalmente, la cumbre se le ha resistido. El viaje ha culminado con un salto BASE sobre el que también hablamos y que da pie a reflexionar sobre la situación actual de una disciplina que, por desgracia, está muy ligada a los accidentes.


¿Cómo ha sido la expedición?
Tenía muchas ganas de viajar a Groenlandia porque era una expedición que organicé con mis amigos hace cuatro años y al final yo no pude ir. Quien me habló por primera vez del Ulamertorsuaq fue Kurt Albert, él hizo una de las primeras ascensiones en libre a la montaña, la Moby Dick, y yo siempre he tenido ganas de hacerla. Con el paso del tiempo también quería saltar. Después de varios intentos infructuosos por tener compañeros de cordada al final encontré a Eric de Cima Mensales y hemos vivido una aventura diferente en muchos aspectos.

¿Cuáles?
Por un lado, Groenlandia tiene unos paisajes y lugares únicos, el campo base donde estábamos era un sitio idílico. La vía que queríamos hacer estaba húmeda todo el rato y en el último momento nos cambiamos a la de al lado, la War and Poetry, que en lugar de ser 8a era 7c, pero estaba más seca y transcurre por todo el centro de la pared. Tiene 32 largos y casi 1.200 metros. Hizo mal tiempo durante el periodo de expedición, justo cuando llegamos ya se habían pasado los días mejores. Encontramos dos días buenos seguidos y los aprovechamos para hacer lo que teóricamente deberíamos haber hecho en tres . Eric, que no tiene mucha experiencia en grandes paredes, cumplió con su palabra y su papel de ayudarme todo lo que podía. Es un figura, jumareó todos los largos y subió con mucho equipo en la espalda. Eso a mí me pasó factura.

«La cima siempre es algo muy importante en la vida de los escaladores y los alpinistas»

¿Qué consecuencias tuvo?
Al escalar todos los largos de primero llegó un momento en el que no podía más. Hicimos demasiado en dos días y cuando nos quedaban solo cuatro largos para la cima lo dejamos. Lo hicimos en un punto que considero digno como para poder, al menos, sentir que había acabado la vía, aunque no había hecho cima. Lo dejamos donde une con la vía de los suizos y ya es común hasta la cima. La lección que saco es que aunque tenía la sensación de haber acabado la vía, la cima siempre es algo muy importante en la vida de los escaladores y los alpinistas. Es el sitio donde se ve el otro lado, las vistas, ya no puedes subir más alto…

¿Cómo son las paredes de Groenlandia?
No tienen la calidad del valle de Yosemite, por ejemplo, pero tienen una roca bastante buena. Luego hice un viaje con mi mujer, Myriam, y con Ramón Larramendi, visitamos un montón de paredes por el sur hasta el Cabo Farwell y tuve la impresión de que el Ulamertorsuaq era la más vertical y la más interesante de escalar.

Después de escalar también tuvisteis la oportunidad de saltar.
Dos días después de terminar nos surgió la buena oportunidad de ir con un helicóptero a la cumbre para poder hacer un salto base. Eric está empezando en eso y está muy motivado. A mí me quedó una sensación agridulce, incómoda, como si no me mereciera la cima, como si hubiera subido haciendo trampas. La esencia de todo esto es merecer la cumbre y trabajar para ir a ella, es el regalo final que yo sentí que no había merecido. A pesar de todo ello saltamos base, hicimos algo muy sencillo que no tiene nada que ver con los vuelos en traje de alas que se hacen hoy. Todo fue muy tranquilo, seguro y correcto.

«Muchas personas que se enganchan [al salto BASE] con una experiencia muy limitada»

¿Cómo fue el salto?
Desde el accidente de Darío Barrio no hago saltos con traje de alas. Lo que hicimos fue un salto sencillo, sin el traje, solo con el paracaídas. Estás más liberado de manos y piernas. Fue como hacer sexto grado en términos de escalada. La caída libre fue de unos cinco o seis segundos y luego volamos durante mucho tiempo con las brisas que soplaban por el fiordo. Disfrutamos muchísimo del vuelo, de alguna manera estoy viviendo de nuevo el sueño que tenía cuando empecé con el salto base: simplemente escalar y saltar, aunque esta vez no lo haya cumplido a rajatabla por lo que comentábamos de la cima.

Este verano ha sido trágico para la comunidad del salto base y no parece la excepción. Desgraciadamente las malas noticias aparecen con frecuencia.
Volar engancha mucho. Es una cosa obvia pero clarísima, es como ser lo más parecido posible a un pájaro pero con una pequeña tela. Por otro lado, se está haciendo algo como si fuera casi escalada sin cuerda y sin control, una detrás de otra, y hay muchas personas que se enganchan con una experiencia muy limitada. En el proximity, cuando no hay ningún tipo de error, el salto es perfecto. Pero como lo haya se paga con la peor tragedia.

«Alexander Polli estaba en otro mundo que para mí es difícil de entender»

Este verano ha muerto Alexander Polli. Habías coincidido con él poco antes.
Sí, coincidí con él en Perú, desayunamos juntos y estuvimos hablando mucho de salto base. La impresión que me dio era que tenía una pasión especial por volar, tenía una aureola genial que rodeaba su forma de ver la vida. Venía de visitar a su chamán en Perú. Estaba en otro mundo que para mí es difícil de entender.

Mucha gente competente ha muerto. Alexander es del perfil de Dean Potter, Sean Leary, Darío Barrio, Álvaro Bultó…
La lista es impresionante. Estamos viviendo un momento único, en el paracaidismo también hubo una etapa muy dura similar a esta, y también el alpinismo tuvo la suya en los ochenta. La de ahora parece especialmente fatal porque está afectando a muchos de los mejores, que fueron también pioneros. Es difícil de entender en qué momento histórico está esto hoy. Lo que sí es evidente es que la gente no va a dejar de volar y de seguir tratando de hacer evolucionar el deporte. Aunque suene duro y cruel, esa evolución dependerá mucho de la prueba-error.

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