Hector Fernández y Darío Rodríguez entrevistaron a Alex Txikon hace unas semanas en el programa de radio Al Primer Toque, cuando aún estaba en el campo base del Nanga Parbat. Recuperamos esta entrevista para echar la vista atrás ahora que la expedición ha llegado al C4 y cuenta con una esperanzadora ventana de buen tiempo que, parece, les puede ayudar a llegar hasta la cumbre. Si la consiguen, Alex Txikon, Tamara Lunger, Ali Sadpara y Simone Moro se apuntarían la primera invernal en el Nanga depués de 30 años de intentos.
Ha habido muchas expediciones que han intentado la primera invernal durante años, ¿cómo está el ambiente este vez?
Ha habido 26 expediciones en 30 años que han intentado la primera cumbre invernal en el Nanga Parbat y ninguna lo ha conseguido. Este año éramos cinco expediciones al principio, pero a los 15 días ya había gente que se marchaba. Ahora quedamos dos expediciones y nos hemos unido para trabajar en equipo. Hay otra por la vertiente del Rupal [días más tarde, el equipo polaco liderado por Marek Klonowski también decidió abandonar por motivos económicos].
¿El número de expediciones aumenta la competitividad por llegar antes?
Este invierno ha habido más tensión y más grupos, pero no hay competitividad por ser el primero. Nosotros hemos optado desde el principio por la ruta Kinshofer del año 62, que requiere mucho trabajo, por eso no estamos en la carrera por la primera ascensión. Los medios de comunicación y los malentendidos generan tensión, pero a medida que han pasado los días se ha ido tranquilizando todo.
«Parecía que el Nanga invernal era una presa fácil, pero las expediciones han ido cayendo»
Llevas varios inviernos ahí. ¿Cómo está siendo este invierno que parece el definitivo?
Es un invierno inusual. Hubo un momento en el que había más periodistas que escaladores. Parecía que el Nanga invernal era una presa fácil, pero las expediciones han ido cayendo. El Nanga es un macizo que está solo, no como el Broad Peak o el Gasherbrum, que están en mitad del glaciar Baltoro; aquí las condiciones meteorológicas son más complicadas.
¿Qué tal la temperatura?
Ahora mismo no hace frío, estaremos a 15 o 17 grados bajo cero. El cielo está despejado, pero se está cubriendo, hay amenaza de nieve y cuando nieva no son tan bajas las temperaturas. Otros días hemos estado a 22 o 24 grados bajo cero en la cota de los 4.200 metros. En campamentos de altura hemos llegado a los 30 o 35 bajo cero. Sabemos que en la cumbre está el jet stream, que son vientos huracanados de 100 o 150 km/h, y la temperatura será de 40 o 50 grados bajo cero. ¡No hablemos de la sensación térmica que rondará los 70 bajo cero!
Partiste con Daniele Nardi y parece que se retira ya. Ahora Simone Moro, Tamara Lunger y los pakistaníes habéis unido fuerzas…
En el caso de Daniele, era su cuarto invierno aquí; el año pasado ya comentaba que sería el último invierno, pero le insistí en que viniera. Creo que no venía bastante motivado, y cada vez que subíamos buscaba excusas. Hemos pensado diferente y al final ha pasado muchas jornadas aquí abajo. Hace dos días decidió marcharse. A Simone le conozco desde el 2003, y lleva ya 15 invernales, hemos decidido trabajar conjuntamente este mes y medio que nos queda.
¿Qué te aporta una expedición invernal?
Una invernal es maravillosa y preciosa. Hay momentos en los que pienso “¿qué leches haré aquí!”, pero tiene algo especial y maravilloso. Trabajas codo con codo con los compañeros mientras vas ganando metros. La montaña no tiene nada que ver en verano y en invierno debido a las condiciones. Trabajas a 35 o 40 grados bajo cero, no te puedes equivocar y creo que eso lo hace especial. Además, por supuesto, hay mucha menos gente, aunque no sea exactamente así este año.
«Parece evidente cuando lo ves, pero cuando llegas a oscuras hay muchos corredores y no es fácil atinar»
El año pasado estuvisteis muy cerca de la cima pero tuvisteis un error de orientación. Este año, ¿hasta cuándo tenéis previsto quedaros?
Es complicado, tenemos entre 45 y 50 días de campo base y de permiso, así que tendríamos que pagar más días y renegociar la estancia, porque ya llevamos 40. Estamos esperando una ventana para atacar la cumbre, pero se está complicando porque parece que el viento no va a amainar en una semana o 10 días. Toca pensar y barajar varias posibilidades. Ahora mismo estamos por quedarnos hasta el final y gastar hasta el último cartucho. Intentamos ver la montaña de otra manera diferente a la del año pasado, estuvimos 3 semanas esperando la ventana. Este año tratamos de movernos a diario para no agarrotar nuestros cuerpos. Subir al C1 y bajar.
La clave del Nanga Parbat es el último día, ¿no?
Sí, la ruta por la que vamos está lejos de la cumbre. Salimos de un C4 a 7.250m más o menos, atravesamos una cuenca ascendiendo por unas rampas de unos 25-30º, y de repente estás bajo un trapecio cimero a 7.500m. Ahí se empieza a complicar la cosa. Parece evidente cuando lo ves, pero cuando llegas a oscuras hay muchos corredores y no es fácil atinar. El día de cumbre hay que tener en cuenta que las temperaturas oscilan entre 40 o 50 grados bajo cero. El cuerpo se va desgastando, perdemos musculatura. El día de cumbre es muy importante, pero los previos también.
¿Crees que ya se está convirtiendo en obsesión?
En el 2012 estuvimos en una expedición invernal al Gasherbrum I que ya habíamos intentado en 2011. Cuando volvimos éramos el doble de personas, y de siete no regresaron tres. Eso lo que tenemos que evitar, que se convierta en obsesión. Cuando te obsesionas te equivocas y no tomas las decisiones acertadas. Estamos deseando hacer cumbre, pero hay que tener cabeza fría, no te puedes equivocar en ningún momento.
Puedes oir el podcast con la entrevista en Al primer toque, en este enlace.