Alberto Zerain afrontó en 2008 el reto de ascender el K2 yendo solo (aunque en la montaña había otros muchos alpinistas). El mismo día que hizo cima tuvo lugar una tragedia que se llevó la vida de once personas. Ocho años después revive la sucesión de acontecimientos que hicieron de aquel día el más trágico de la historia del K2. Ya en el campo base percibió que había mucha presión, en las distintas expediciones, por alcanzar la cima. Y mucha gente en la montaña. Por eso, mientras más de treinta personas dormían en el campo 4 optó por quedarse en el campo 3 y partir a la cima desde allí. Subió tan rápido que cuando alcanzó el campo 4 todos dormían, excepto sherpas y porteadores de altura pakistaníes que empezaban a prepararse para partir a equipar la ruta. Alberto ascendió y descendió tan rápido que se enteró de la tragedía que tuvo lugar a sus espaldas cuando se encontraba de regreso al campo base.
En esta entrevista que mantuvimos con Alberto antes de que marchara al Dhaulagiri (es compañero de Juanito Oiarzabal en su proyecto 2 x 14 x 8.000) revive los acontecimientos que vivió aquel día.
«Fue un ataque un poco a la desesperada porque se estaba acabando la temporada»
¿Cómo recuerdas los días previos a aquella trágica jornada?
Recuerdo que fue un ataque un poco a la desesperada porque había hecho mal tiempo los días anteriores y se estaba acabando la temporada. En cuanto se supo que venía bueno, todo el mundo se puso nervioso, había muchas expediciones y muchas sentían que el K2 se les estaba escapando. Se habían celebrado reuniones en las que parecía que todos los grupos estaban aunando fuerzas para equipar desde el campo 3 hacia arriba. Ese trabajo en un solo ataque les resultaba muy estresante.
Se notaba, entonces, que la gente no estaba muy cómoda con la estrategia…
Me he quedado con la imagen de las expediciones en silencio esperando en el campo 2. Toda la gente escuchaba [en lugar de hablar], estaban muy metidos en ellos mismos por ese estrés que tenían, iban a hacer algo que no se sabía cómo iba a venir, había mucha incertidumbre. Llegó el día, salimos todos hacia el campo 3 y ahí decidí quedarme solo, ese fue el punto de inflexión que me dio seguridad y una visión lúcida de lo que iba a hacer, que era intentar la cumbre desde el C3.
«Cuando vi el serac de hielo al amanecer, lo que quise fue correr»
¿Por qué?
Yo sabía que si tiraba el primero iba a hacer las cosas como había pensado, es decir, abriendo hasta el Cuello de Botella y luego siguiendo hasta la cumbre en solo. Después, en la bajada, vi que la gente iba tarde pero no sabía todavía nada de los accidentes. Podemos decir que tuve esa ventaja.
En realidad hubo accidentes sobre los que aún hay distintas versiones…
Como muchos de los desprendimientos ocurrieron de noche, se sabe que cayó algo y que algunos alpinistas fallecieron directamente porque fueron empujados al abismo. Otras personas, al haberse perdido la cuerda fija que había en la travesía, no fueron capaces de bajar. Como era de noche pensaron que lo más conveniente era pasar un vivac, pero era el K2 y a mucha altura…
«Normalmente la suerte te acompaña y no pasa lo que ocurrió aquel día…»
¿Fallo humano o mala suerte?
Hay mucha suerte en la montaña. Normalmente esta te acompaña y no pasa todo lo que sucedió entonces. Analizado con el paso del tiempo, se cometieron varios fallos humanos, eso hay que reconocerlo para que no vuelva a ocurrir. Aparte de esto, hubo caídas de hielo porque este había estado demasiado tiempo expuesto [al calor]. Eso determinó la tragedia, también el cansancio, que llega porque la gente se exige de más.
¿Podía intuirse el desenlace?
Cuando vi el serac de hielo al amanecer, lo que quise fue correr. Yo volaba por no estar ahí porque estabas a tiro, ves trozos de hielo desenganchados de la masa grande, y tienes claro que cuanto menos estés ahí, más seguro estás. A mediodía es peor, es cuando más boletos tienes para que te caiga, por eso hice una bajada tan rápida. Me libré de todo por suerte, yo siempre cuento con ella, aunque no lo dejo todo a su merced. Tenemos que estar contentos de que normalmente, al afrontar riesgos, los alpinistas tienen la suerte de su lado. Hay veces que pasas por sitios por donde hay restos de avalanchas, por lo tanto sabes que te pueden caer. Uno pasa por allí porque debe hacerlo, es el juego, no suele estar todo el día cayendo. Cuanto más rápido pases, menos peligro. Otra cosa es que justo te toque.
«La ambición de un ochomil superó todo lo que uno se puede imaginar»
¿Valen los sextos sentidos?
Suelo ver el peligro antes de llegar verdaderamente a él. Me da peor impresión ver un ambiente muy templado o las nevadas de días anteriores. Tengo cierta intuición y hay veces que me bajo de los sitios porque no lo veo bien, aunque el día engañe. También me pasa que si el peligro está en un lugar concreto, como en el caso del K2; entonces analizo y digo: “Si esta zona se ha cruzado siempre, es un lugar como otros pero a mucha altura. Lo que hay que hacer es pasar lo más rápido posible, para eso he llegado hasta aquí”.
Tu ascensión a la cima desde el campo 3 fue muy rápida…
Cuando vas solo y te planteas un acosa así, te cargas de energía. Subir al campo 4 me costó dos horas y media, se me hizo cortísimo. Llegué allí fresco, quizá demasiado pronto, era de noche. Si hubiese amanecido mientras llegaba igual hubiera seguido sin mirar, pero vi la noche muy oscura y decidí esperar en el campo 4 hasta que se hiciera de día o aclarase, la luna estaba muy pequeña. Ahí empezaron a moverse los sherpas, saludé a algunos…
«¿Cómo es posible contratar a personas para llevarlas hasta el último suspiro?»
La tragedía tocó de lleno a los sherpas y porteadores de altura pakistanies…
Habían hecho una reunión todos los alpinistas y habían decidido que subirían dos horas después de los sherpas, que iban poniendo las cuerdas. Yo salí con ellos, con las frontales se veía mejor el camino. Yo me fui adelantando con uno de ellos. Poniendo las cuerdas se perdió mucho tiempo, tengo que decir que ellos iban muy cargados. Los sherpas tenían que hacer todo el trabajo en ese ataque y eso es un desastre. Me gustaría denunciar ¿cómo es posible contratar a personas para llevarlas hasta el último suspiro?: cargaban con el oxígeno, las cuerdas, llevaban toda la responsabilidad. Los jefes de expedición de los grupos no fueron conscientes de a dónde llevaban a las personas que habían contratado. Lo de los sherpas fue un desastre añadido a lo que vino después. No se había visto ninguna tragedia [en el K2] donde murieran [tantos] nepalíes y pakistaníes haciendo su trabajo. La ambición por alcanzar la cima de un ochomil superó todo lo que uno se puede imaginar.
Para conocer mejor a Alberto Zerain y lo ocurrido aquel día en el K2
11 muertos en el K2 (publicado el 4 de agosto 2008)
Tragedía histórica en el K2 (4 de agosto 2008)
Zerain, el alpinista idóneo (20 octubre 2008)
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