La estación está situada en un estrechamiento del glaciar Dongyonbu, y es la más alta del mundo. Los técnicos y científicos, expertos montañeros, que han participado en su instalación aseguran que servirá para medir la temperatura, presión, humedad, radiación solar y las precipitaciones, además de las turbulencias atmosféricas.
Toda una serie de datos que vendrán de perlas a los alpinistas destacados en el Everest. Caso de compartirlos porque, al fin y al cabo, las autoridades chinas no han confirmado si pondrán estos datos a disposición de las expediciones europeas o estadounidenses que traten de alcanzar la cumbre del Everest.
Más seguridad
La estación del Everest es una más de otras muchas estaciones chinas. Forma parte de una tupida red de 41 centros repartidos por casi todos los picos de 7.000 y 8.000 metros de Tíbet, y que se ocupan de dar datos de velocidad del viento, humedad y temperatura ambiental. Los datos servirán para que las expediciones (al menos las chinas) puedan tener previsiones meteorológicas de los picos de la zona muy precisas, aumentando la seguridad de las ascensiones de forma notable.
Nueva medición
Los científicos chinos que han formado parte de esta expedición también tienen ante sí otro encargo de tamaño colosal: 8.848 metros. Tienen que volver a medir la montaña, ya que la última medición es de 1975 y a estas alturas ya se preguntan si fenómenos como el calentamiento global o los sucesos geológicos han hecho variar su altura.
Uno de los científicos de la expedición, el geólogo Ding Lin, descubrió recientemente, basándose en unas grietas de la cara Norte de la montaña, que ésta, producto del choque de la placa tectónica India y la Euroasiática (como el resto del Himalaya), llegó a alcanzar hace 13 millones de años los 12.000 metros de altura. Por el bien de los alpinistas, que no siga encogiendo.