La idea origina consistía en abrir en el pilar Oeste, una cumbre secundaria de 6.300 m del complejo macizo del K7. Para ello eligieron su pared suroeste, de unos 700 u 800 m, para después continuar por una arista de unos 1.000 m hasta la cumbre del pilar. Después de portear el material hasta 4.600, escalar parte del muro inicial y fijar el L1 a 4.800 m, comienza el mal tiempo y se retiran. La ventana de inestabilidad vino acompañada de una subida notable de las temperaturas, lo que provocó que comenzaran a caer grandes bloques helados por la pared y el cambio de planes por parte de los aragoneses.
Eligieron otra línea de ascenso unos cien metros a la derecha, un trazado a salvo de la caída de carámbanos gigantes. Unos americanos les informan de que esa era una ruta abierta por unos eslovenos: Luna ( 1.400 m, 6b+/A2+). Nuevo porteo hasta los 4.850 m y de nuevo a fijar cuerdas. Suben todo el equipo de vivac y comida hasta el campo 2, donde pasan la noche. Fueron seis días de escalada lenta y pelea con las condiciones (fisuras romas, muy sucias y mojadas, barro…) y problemas para encontrar agua. No suben hamacas, solo sacos de dormir y esterillas, ya que las reuniones no eran sólidas. Esto les haría descender en caso de mal tiempo.
El 19 lanzan el ataque definitivo. La temperatura había subido mucho. Encuentran hielo medio desecho en las fisuras y varios tramos mojados hasta el L20. A partir de allí el carácter de la vía cambia, pasa a ser muy tumbada, con nieve blanda sobre la roca y gran cantidad de agua corriendo por todos lados. Se quedan a algo más de 100 m para llegar al final de la vía de los eslovenos; habían resuelto 1.200 m de roca.
El día 20 a las 12 y media de la noche se puso a nevar, lo que les obliga a escapar sin apenas haber dormido en las últimas noches y a montar varios rápeles para descender con todo el material, unos 60 kilos. Tras muchos rápeles (los eslovenos llevaban cuerdas de 70 m y ellos de 60) y el enganche de una cuerda, finalmente alcanzan el campo base al mediodía.