En una época en que las rutas normales a los ochomiles son desafíos poco emocionantes para el alpinismo más comprometido, parece que han cobrado un nuevo vigor las ascensiones a ochomiles seguidas por descensos en esquís. Ese interés por este tipo de actividades quedó demostrado el pasado verano, con el primer descenso en esquís del K2 por parte de Andrzej Bargiel, uno de los más consumados especialistas.
Este otoño, dos expediciones se han fijado en sendas grandes montañas de Nepal, el Lhotse y el Annapurna, para intentar coronarlas y descenderlas esquiando. Con el aliciente añadido de que en otoño tendrán poca compañía.
Única expedición al Lhotse
Quienes se pusieron antes a la faena fueron los integrantes de la única expedición de este otoño al Lhotse (8.516 m). Está liderada por los estadounidenses Hilaree Nelson y Jim Morrison y cuenta también con la participación de los holandeses Michael y Nicholas Kalis, así como cinco sherpas, egún The Himalayan Times. Inicialmente, también debían sumarse al grupo Adrian Ballinger y Emily Harrington, aunque finalmente no pudieron ir.
El rotativo nepalí señala que el progreso hasta la fecha es satisfactorio. Los Doctores de la Cascada habían completado ya el lunes 17 de septiembre su trabajo, equipando el tramo más complejo del itinerario, que va desde el campo base del Everest-Lhotse hasta el valle del Silencio. Así las cosas, los alpinistas se pusieron en marcha inmediatamente hacia el C3, que suele instalarse a unos 7.200 metros de altura.
Nelson y Morrison tienen planeado intentar su descenso por la conocida como Dream Line. Esta línea comienza con un corredor de unos 700 metros que desemboca en la pared abierta por donde recorre otros 1.400 metros hasta el Valle del Silencio. Nadie ha completado un descenso integral del Lhotse en esquís, que presenta las mayores incógnitas en su parte más elevada.
Ambos acumulan una dilatada experiencia en freeride y han escalado juntos montañas como el Denali o el Cho Oyu. En la faceta montañera, Hilaree Nelson escaló el Lhotse y el Everest en 2012, mientras que Jim Morrison esquí partes del Everest esta misma primavera, aunque no desde su cima.
El esquí en el Lhotse fue actualidad el pasado mes de mayo, cuando Matt Moniz y Willie Benegas se metieron en un lío por esquiar sin el preceptivo permiso entre C3 y C2.
Los rusos van al Annapurna
Mientras tanto, otro reto similar empieza a desarrollarse en el Annapurna (8.091 m). Allí, los protagonistas son los rusos Anton Pugovkin y Vitaly Lazo, inmersos en la segunda etapa de su proyecto Death Zone Freeride, que estrenaron en septiembre del año pasado con el descenso en esquís del Manaslu (8.156 m).
El dúo ruso lleva un par de días en el campo base del Annapurna y ya ha iniciado la aclimatación con una primera rotación hacia el C1. Su filosofía consiste en ascender sin oxígeno las diferentes montañas de su proyecto, para a continuación bajarlas esquiando. Esta montaña ya registró una ascensión sin oxígeno seguida de un descenso en esquís en 1995, a cargo de los hermanos eslovenos Davo y Andrej Karnicar, por la cara norte.
En el horizonte del proyecto Death Zone Freeride figuran el Nanga Parbat (en mayo de 2019), Everest (abril de 2020) y K2 (verano de 2020).