Lo último que se esperaba Denis ayer, cuando iniciaba su rutina diaria en el campo base del Broad Peak, es que los helicópteros del ejercito pakistaní aterrizarían allí poco después para llevarle a Skardu.

No había pedido ser evacuado pero sus amigos militares pakistaníes aprovecharon que los helicópteros tenían que volar aquel día al cercano campamento militar de Paiju para recogerle.
En este texto Denis nos relata cómo tuvo lugar esta inesperada llegada de los helicópteros y su agradecimiento a los militares pakistaníes que lo hicieron posible:
– «¿Necesitas ser evacuado en helicóptero?» – me pregunta María [Así llama Denis a Pipi Cardell]
– «¡Claro que no! Soy capaz de sobrevivir. El trekking me dará tiempo para recuperarme … quizás. Paso a paso».
La noche pasó normal, a -30º bajo las estrellas con un cielo despejado. Estaba congelado, con tos, sentía dolor en los pies y en los dedos, tristeza en el corazón. Y … esperaba la llegada del sol.
Pero… la mañana del 18 de febrero -como era habitual – llegaron las nubes. No el sol. Quizás era la firma de mi suerte, tal vez. Para dar un gran buen paso hay que pagar algunos pequeños detalles malos.
Mi ex disciplina militar me empujó a empaquetar mi equipo personal … no había ninguna razón para ello. En realidad tenía muy pocas cosas. Comencé hacer algunos ejercicios y rehusé el desayuno. Así me preparaba para la dieta de escalada en roca: mi próximo objetivo es hacer 8a en los próximos 5-6 años.
Al encender mi teléfono satélite Thuraya inmediatamente apareció un mensaje de la periodista rusa Anna Piunova: «Denis, los helicópteros han partido ya de Skardu. Vas a ser evacuado. El general Khalil lo decidió».
– «Los helicópteros llegarán pronto» – dije en estado de shock al personal de la cocina. – «Es algo totalmente imprevisto».
– «¿Por qué? ¿Cómo?» – No se lo creían.
– «Tengo amigos en el ejército de Pakistán y me lo acaban de comunicar». Tampoco me creyeron demasiado.
¡Pero! Diez minutos después, la atmósfera quedó rota por el rumor de dos libélulas de hierro. No era una broma, tampoco un milagro … ¡Era real!
– «¿Quién es Denis? ¿Está aquí?» – Preguntó uno de los pilotos al aterrizar.
– «Soy yo» -respondí humildemente.- «Pero ¿Qué? ¿Por qué? ¿Dónde?»
– «¡No pierdas el tiempo! Tengo una orden para llevarte a Skardu. No hay excusas. ¡Sube! – Me dijo el piloto.
Entonces … fue increíble. Volamos a Paiju y luego…
Gracias a la ayuda de los alpinistas Nazir y Karim el brigada Rashid Ullah y el general Khalil Dar de tomaron la decisión. Los pilotos también nos conocen, por supuesto. Fue una prolongación de la historia de rescate de Tomás Humar en la que el piloto Rashid fue el principal impulsor de esa acción.
Y … ¡Gracias también a los mayores Imran, Arslan, Zaheer y Saleh!
Me transportaron a la civilización en una hora. Nada más aterrizar le informé por teléfono al Sr. Khalil:
– «Sí, mi general! Espero verte en Islamabad mañana».




Denis Urubko en su época de militar en el ejército ruso.