Natural de la región del Lazio, a unos 65 km al sur de Roma, Daniele Nardi era un alpinista con muchas horas de vuelo en el mundo vertical y en altura. Su trayectoria en los ochomiles se remonta al año 2002, con su primera experiencia en el Cho Oyu (aunque sin cima). En años posteriores fueron llegando progresivamente el Everest (2004), el Shisha Pangma Central (2005), el Nanga Parbat y el Broad Peak (ambos en 2008) y el K2, en colaboración con el proyecto científico EvK2 para situar las estaciones de monitoraje científico más altas del mundo.
Su actividad montañera no se ha circunscrito exclusivamente a los ochomiles, y no le resulta ajena la alta dificultad en montañas de menor altura. En este sentido, y además del Aconcagua, ha escalado vías remarcables en Europa, Pakistán e India. Algunas de ellas le han valido nominaciones para los Piolets d’Or así como otros reconocimientos en Italia. Destacan la apertura de Telegraph road al Farlo West en el valle de Charakusa pakistaní (2009), la nueva ruta Il seme della follia en los Bhagirathi indios (2011) o su creación en la cara noreste del Jägerhorn (950 m, TD+) en el macizo del Monte Rosa.
Dar la vida por el espolón Mummery
La vida de Daniele Nardi cambió por completo cuando descubrió el espolón Mummery de la vertiente Diamir del Nanga Parbat. Y allí es donde ha querido dejar su huella más profunda en el libro de la historia del alpinismo.
El explorador británico Albert Frederick Mummery comandó la primera expedición al Nanga Parbat en 1895, que era también el primer intento a un pico de más de 8.000 metros. Junto a John Norman Collie y Geoffrey Hastings, se lanzaron a por la gigantesca vertiente del Diamir en estilo alpino, sin crampones ni tornillos de hielo, sino únicamente con botas de clavos y una cuerda. Aun así, consiguieron alcanzar los 6.100 m por el espolón que lleva su nombre… Días más tarde, fallecía junto con dos gurjas a causa de una avalancha mientras exploraban la vertiente del Rakhiot.
Se da la circunstancia que ese histórico relieve, que llamó la atención de un escalador hace más de 120 años, no ha sido escalado jamás hasta la fecha. Y eso a pesar de que sigue siendo tan estético y llamativo como lo era a finales del siglo XIX.
Daniele Nardi se marcó en su día el objetivo de convertirse en la primera persona en escalarlo y consideró que el invierno era el mejor momento para intentarlo. En sus primeras expediciones al Nanga Parbat para intentar el espolón Mummery, también estaba en juego la primera ascensión invernal a la montaña.
Su primera expedición invernal al Nanga Parbat fue en 2013, en compañía de Elisabeth Revol. El italiano y la francesa lanzaron un ataque que los llevó hasta los 6.400 metros –la cota máxima alcanzada en el espolón Mummery–, pero la llegada del mal tiempo les obligó a darse la vuelta y regresar al campo base.
En 2014, Daniele Nardi viajó hasta el Nanga Parbat en solitario. Después de aclimatar en picos cercanos y conseguir montar el campo 1 (4.800 m), abortó su trabajo en la ruta del espolón Mummery, intimidado por el riesgo de avalanchas. De hecho, el desprendimiento de un serac generó un enorme alud que se quedó a un escaso centenar de metros de arrasar su tienda de ese C1.
En 2015, Daniele Nardi había planeado la expedición invernal al espolón Mummery de nuevo con Elisabeth Revol y con Tomek Mackiewicz. Sin embargo, la francesa y el polaco llegaron antes que el italiano a la montaña y lanzaron un ataque a cumbre por otra ruta que lo dejó fuera de juego. Realizó dos salidas en solitario por el espolón hasta los 6.200 m, antes de pasarse a la ruta Kinshofer y unirse al equipo de Álex Txikon y Ali Sadpara, con quienes alcanzó una cota de 7.830 m.
En 2016, Daniele Nardi llegaba al Nanga Parbat como compañero de Álex Txikon, después de un año de preparación conjunta. Sin embargo, las cosas no funcionaron bien en el equipo y el italiano terminó abandonando la expedición antes de hora por desavenencias con el vizcaíno y ante la inclusión en el equipo de Simone Moro y Tamara Lunger. Finalmente, Txikon, Sadpara y Moro lograron la primera invernal al Nanga Parbat ese año y Nardi lo veía desde su casa.
Después de dos años alejado del Nanga Parbat, este invierno significaba el regreso de Daniele Nardi al camino de su sueño de escalar por fin el espolón Mummery. Un sueño que ha terminado costándole la vida.
Recuerdo aquello de Carlos Soria, lo de vivir para contarlo!!!. La montaña, la naturaleza a fin de cuentas es para disfrutarla y etc. etc. etc. pero sobre todo hay respetarla !!!! .