Hace seis años, el 9 de marzo de 2012, los alpinistas polacos Adam Bielecki y Janusz Golab consiguieron la primera ascensión invernal al Gasherbrum I. Lo hicieron por el Corredor de los Japoneses, en la cara noroeste, sin oxígeno, después de 49 días de trabajo liderados por su compatriota Artur Hajzer. Él, precisamente, era el eslabón que unía el éxito que tuvo el equipo con la edad dorada del alpinismo en Polonia.
Hajzer despuntó en la década de los 80, cuando se forjó el mito de los Hombres de Hielo o los Zorros Invernales, como se les ha llamado en algunos medios a los escaladores polacos que consiguieron las ocho primeras cimas invernales en los ochomiles del Himalaya entre los años 1980 y 1988. Él, en particular, sumó a la lista el Annapurna, que escaló junto a Jerzy Kukuczka en 1987.
Un año después, con el Lhotse, se acabaron las conquistas invernales para cualquier nacionalidad (no los intentos), y las puertas de las montañas no se abrieron hasta el nuevo milenio, cuando apareció en escena Simone Moro, el alpinista italiano que desplazó a los polacos de su pedestal dorado del ochomilismo en la estación más fría.
Por todo ello, la conquista del Gasherbrum I en 2012, protagonizada por polacos, sonaba a retorno a los orígenes.
Tragedia en la montaña
«Si ellos lo consiguen, los cinco seremos los primeros en escalar el pico en invierno», dijeron Bielecki y Golab después de bajar de la cima del Gasherbrum I. Se referían a la cordada que formaban el astriaco Gerfried Göschl, el suizo Cedric Hählen y el pakistaní Nissar Hussain, a los que también hoy, hace 6 años, se vio por última vez 250 metros debajo de la cima del G1 cuando lo intentaban por la cara sur. Fue el alpinista Alex Txikon, que también estaba allí, el último que los divisó.
Se pusieron en marcha tareas de búsqueda y rescate con los helicópteros del ejército pakistaní, pero no dieron con ningún miembro de la cordada y los tres alpinistas se dieron oficialmente por desaparecidos varios días más tarde.
Sigue la tradición polaca
En el año 2013 llegó un nuevo éxito del alpinismo invernal polaco con la conquista del Broad Peak, cuando Adam Bielecki sumó su segundo ochomil al alcanzar la cima junto a Artur Malek, Maciej Berbeka y Tomasz Kowalski (los dos últimos, por desgracia, fallecieron en el descenso). Vendría después el Nanga Parbat en 2016, pero en esta ocasión no hubo ningún polaco en la cima, sino el español Alex Txikon, el italiano Simone Moro y el pakistaní Ali Sadpara.
Ahora el K2 es el único ochomil que queda virgen en invierno, y los polacos lo persiguen para cerrar el círculo: ellos alcanzaron la primera cima y ellos quieren pisar la última. La expedición de esta año, comandada por Krzysztof Wielicki y con Bielecki entre sus filas, no ha tenido éxito, y hace unos días el equipo anunció que volvía a casa.