Quizá espoleados por su huida escogida del Batura II, montaña de la que se retiraban al observar una macro-expedición coreana que trabajaba en la misma vertiente que habían escogido, los italianos Simone Moro y Herve Barmasse hacen la primera ascensión del Beka Brakai Chhok, de 6.940 metros. Este pequeño sietemil se alza en el mismo área del Karakorum que el Batura y la cordada lo conquistaba como el rayo.
El Beka Brakai Chhok ya había sido intentado en un par de ocasiones, la más exitosa la protagonizaba el neozelandes Pat Deavoll, que llevaba a cabo dos intentos serios, el último a principios de este verano formando equipo con Malcom Bass.
Una larga espera de 13 días mantuvo a los italianos anclados en su campo base y apremiados por el tiempo, en apenas dos días, llegaban al hermoso balcón de la cima del Beka Brakai Chhok. 16 horas de trabajo el primer día, concluyendo en un vivac minimalista, a pelo, sin tienda, ni sacos, bajo un mínimo serac a 6.500 metros, y una brava travesía por la arista cimera, tramo que no superaban en su intento los neozelandeses, colocaba a Simone y a Herve en la cima, tras una actividad extremadamente difícil, llevada a buen puerto a base de tenacidad y “de nuestra experiencia y habilidad en los tramos de roca y mixto”, como dice Moro.
A las 2:30 p.m. contemplaban el Karakorum desde los 6.940 metros, antes de iniciar un descenso express por la ruta más directa que les colocaba en el campo base a las 3 a.m. No han podido hacer historia alpina con la conquista de una de las montañas vírgenes más codiciadas, el Batura II, pero la filosofía que destila Moro, añadida a la ingente capacidad de Herve Barmasse por recorrer caminos desconocidos, ha llevado a la cordada a protagonizar una de las exploraciones más destacadas de la temporada.