La situación de las dos expediciones que pretenden la primera ascensión invernal al K2 (8.611 m) de la historia empieza a clarificarse. Después de diez días de campo base que el equipo de Álex Txikon ha dedicado a construir iglús e ir a ver el aspecto de la cara este de la montaña, por fin ha empezado a trabajar la ruta del espolón de los Abruzzos durante el pasado fin de semana. Allí han coincidido con los alpinistas integrantes de la expedición ruso-kazajo-kirguís, que llevan ese mismo tiempo abriendo huella, instalando campamentos de altura y fijando cuerdas.

Chimenea House, primera dificultad
Fue Vassili Pivtsov quien informaba de ello a través de Twitter, con el siguiente mensaje:
Alcanzada la Chimenea House. Hace frío. Vamos a trabajarla mañana. Cerca de nosotros, los sherpas están fijando cuerdas en paralelo.
¿Cooperación o competición?
Precisamente el hecho de que Pivtsov puntualice el detalle de que la expedición de Álex Txikon esté fijando su propia línea en la ruta hace pensar que quizás no está habiendo colaboración entre ambos equipos. Según se había supuesto hasta ahora, se esperaba que las expediciones lideradas respectivamente por el vasco y por el kazajo unirían sus esfuerzos en la montaña al menos hasta el C3 (7.400 m) o incluso hasta los 8.000 metros.
Si no es así, como parece deducirse de la existencia de dos líneas de cuerdas fijas, se podría haber empezado una competición cara a cara por esa primera invernal al K2. Una carrera que no sería algo nuevo para Álex Txikon, que ya vivió algo parecido en el Nanga Parbat de 2016, cuando otras tres expediciones optaban a la primera invernal de este ochomil que finalmente se adjudicó él con Ali Sadpara y Simone Moro.
Comparación con los polacos de 2018
En este sentido, los polacos no consiguieron alcanzar los 6.500 metros en la ruta del espolón de los Abruzzos hasta el 13 de febrero, en una salida en solitario de Denis Urubko.