No es el más amigo de las estadísticas, pero desde luego, Carlos Soria, está añadiendo su nombre a varias de ellas, todas meritorias. No conforme con intentar un ochomil a sus casi 70 años, Carlos, con más de 30 años de nieve y roca haciendo mella en su piel, ha ascendido el Makalu (8.465) y sin oxígeno, pudiendo haber batido dos récords al mismo tiempo: ser la persona de más edad que corona dicha montaña y la de más edad que lo logra sin utilizar O2 suplementario (éste por confirmar). Dos datos que, alejándonos de los meros números, ponen de manifiesto el espíritu inagotable de Carlos Soria y sus ganas, a pesar de la edad y sus achaques, de hacer montaña de una forma limpia y con estilo.
Carlos no solo es un ejemplo para el alpinismo, es un ejemplo de combatividad contra el tiempo, de perennidad, de juventud cerebral.
Además, desde que se jubilase, el de Ávila no ha parado. Ochomiles, un viaje a la Antártida, algún que otro desierto, a montañas que han supuesto «asuntos personales», como el Dome Kang, habiéndose retirado en ocasiones, pero nunca habiéndose rendido.
Desde que en 1988 intentará la ruta Kinshofer del Nanga Parbat, llegando hasta los 7.400 metros, montaña en la que posteriormente haría cumbre junto a Pedro Nicolás, se ha plantado bajo la solemne figura de un buen puñado de ochomiles, conquistando el Gasherbrum II por la normal en el 92, el Cho Oyu en el 99, el K2, donde también se convertía en el «decano» de la montaña, el Everest y, la temporada pasada, el Broad Peak.
Carlos logra otro éxito en su dilatadísima carrera, superando los problemas físicos, dedicando horas de entrenamiento y encontrando la amistad, una vez más, en la montaña, con compañeros que le está trayendo buena suerte.
Ahora, Carlos descansará, regresará a la civilización y no tardará mucho en echarse a correr por el monte para preparar su siguiente expedición, en julio, al Gasherbrum I.