EXPLORANDO

Benedikt Böhm, cumbre y descenso en esquí del Manaslu en 24 horas

El alpinista y esquiador alemán logró finalmente su objetivo de realizar la primera ascensión y descenso en esquís del Manaslu sin oxígeno artificial en 23 horas y media de CB a CB, unos días después de la gran avalancha que provocó 13 víctimas.

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El domingo 23 de septiembre, justo 15 minutos después de que una gran avalancha barriera el C3 y el C2 del Manaslu afectando a los numerosos alpinistas que dormían en sus tiendas hacia las 4.45 de la maña, el equipo Dynafit de alpinistas y esquiadores fue el primero de los no afectados directamente que empezó a socorrer a las víctimas. Tuvieron la suerte de haber acampado esa noche en un punto intermedio entre ambos campamentos que no estaba en el camino del enorme serac desprendido.

La tragedia, obviamente, les sobrecogió enormemente y varios de sus miembros, como el canadiense Greg Hill, decidieron dar por terminada la expedición y regresar a casa. Sin embargo, otra parte del equipo, entre la que figuraban los alemanes Benedikt Böhm y Sebastian Haag optaron por continuar en la montaña y perseverar en su objetivo de ser los primeros en ascender el Manaslu sin oxígeno y descenderlo en esquís.

Objetivo cumplido

Un objetivo que finalmente se cumplió el pasado 30 de septiembre, fin de semana en el que más de 30 alpinistas consiguieron alcanzar la cumbre del Manaslu. Entre ellos, se hallaba Benedikt Böhm, aunque en un primer momento no se confirmó su presencia en los 8.167 metros de esta cumbre del Himalaya. “La decisión de intentar la cumbre después de una tragedia como esa fue difícil, pero al final decidí escalar en honor a las víctimas. También me ayudó a sobrellevar el desafío emocional que yo también estaba pasando por el hecho de haber sido el primero en llegar a la escena de semejante tragedia”.

El ataque a cumbre de de Benedikt Böhm se inició desde el campo base a las seis de la tarde del 29 de septiembre, cuando numerosos alpinistas ya habían hecho cima. En compañía de Sebastian Haag, recorrieron la distancia hasta el C2 en unas cinco horas, según han descrito los protagonistas a EpicTV. Allí, se les unió su compañero Constantine Pade, que había salido con anterioridad, aunque tanto él como Haag ya habían perdido algo de distancia con respecto a Böhm en el C3 (6.500 m).

A su llegada al C4 (7.400 m) hacia las cuatro de la madrugada, Böhm comprobó que las condiciones meteorológicas se habían deteriorado de forma imprevista y optó por esperar a sus compañeros en el interior de una tienda vacía. Una hora más tarde, sin embargo, se dio cuenta de que Haag había pasado el C4 y continuaba hacia la cumbre, así que reemprendió el camino para atraparlo y superarlo unos 20 minutos más tarde.

Benedikt Böhm alcanzó la cima del Manaslu hacia las nueve de la mañana y ofreció allí su particular homenaje a las víctimas de la avalancha: “cogí una bufanda que me había dado un lama y la enrollé alrededor del mosquetón que había usado para llevar las botas a las víctimas de la avalancha y me tomé un tiempo para recordar a las víctimas”. Tras casi una hora en la cima esperando a sus compañeros, vio cómo estos se daban la vuelta unos 150 metros más abajo, para ahorrar energías de cara al descenso en esquís, con lo que él mismo empezó a bajar hasta allí.

Un difícil descenso

“Fue el peor descenso en esquís de mi vida”, aseguraba Böhm a EpicTV, y describía así esa bajada: “Estaba todo venteado, totalmente impredecible, y simplemente muy, muy mal. Cuando alcanzamos el C4, nos quitamos los esquís y realizamos una pequeña travesía, porque la ruta estaba helada y no quisimos arriesgar. Nos los pusimos de nuevo a 7.300 m. Cuando esquiamos bajo el gran serac pudimos ver el enorme corte de la avalancha por encima de nosotros. ¡Era de cuatro metros de profundidad!”

“Por debajo de allí, el descenso en esquís se puso incluso peor a causa de los restos de la avalancha. No fue para nada divertido, sólo nos dedicamos a comer altura. Fue difícil encontrar el camino, pero una vez llegamos al C3, la ruta fue obvia otra vez aunque todavía difícil por los restos de la avalancha. Por entonces, se empezaba a hacer tarde –eran alrededor de las once o las doce del mediodía. La mañana había sido inusualmente cálida por debajo de los 6.000 metros y quedamos horrorizados al ver cómo las grietas se habían abierto y los seracs se habían caído. Tuvimos que lanzar cuerdas y equipo para cruzar las grietas, lo que nos llevó mucho tiempo. Al final, nos llevó ocho horas y media de un descenso en esquís que parecía interminable lo que normalmente es esquiable sin problemas en cuatro horas, bajo buenas condiciones”.

Así pues, de campo base a campo base sin oxígeno, pasando por la cumbre y esquiando en el descenso, en 23 horas y media.

 


 

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