Isidora Llarena, Rebeca Cáceres y Nadine Lehner figuran entre las alpinistas más destacadas del momento. Sus aventuras patagónicas de los últimos años les granjearon una beca Grit & Rock Awards 2022, destinadas a financiar primeras ascensiones femeninas. Y justificaron hasta el último céntimo con una nueva incursión en el Campo de Hielo Patagónico Norte que culminaron en la cima del Cerro Arenales (3.437 m).
Cerro Arenales, un viejo objetivo
Nadine Lehner cuenta que el Cerro Arenales había estado en su mente desde hacía algún tiempo. Y no solo en su mente, puesto que estuvo por intentarlo ya antes de este año. Junto con Isidora Llarena, llevaron a cabo en 2020 una expedición al vecino Cerro Nora, desde donde divisaron una posible nueva ruta en la cara norte del Arenales.
El año pasado, en noviembre de 2021, Nadine Lehner, Isidora Llarena y Rebeca Cáceres volvieron al Campo de Hielo Patagónico Norte, para escalar el Cerro Silvia. En el camino de regreso, estudiaron más de cerca el Cerro Arenales y a punto estuvieron de intentarlo, pero tampoco se dieron las condiciones.
Sin dejar pasar más tiempo, planearon una nueva expedición para 2022, con el Cerro Arenales como guinda de un pastel que incluía una larga travesía. En total, diecinueve días sobre el Campo de Hielo Patagónico Norte.
El Cerro Arenales fue ascendido por primera vez en 1958, por una expedición liderada por el japonés Tanaka. Cinco años más tarde, en 1963, el grupo de Eric Shipton también lo coronó durante su travesía por el Campo de Hielo Patagónico Norte. La tercera y última ascensión conocida se remonta a los años ’70.
Un glaciar en deterioro
A pesar de las copiosas nevadas del invierno, Nadine Lehner, Isidora Llarena y Rebeca Cáceres se encontraron un glaciar en claro deterioro, que les presentó un desafío constante durante la larga aproximación. Finalmente, consiguieron montar campamento a 2.600 metros, desde el que atacar la cumbre.
En su primer intento, no obstante, la montaña se mostró inaccesible y la ruta que habían planeado, imposible. Antes de retirarse, se fijaron en otra línea escondida por debajo del plateau de su CB. Y al día siguiente lo intentaron por allí.
Esta vez la ruta sí fue desplegándose con continuidad a medida que ganaban altura, aunque no se hicieron ilusiones de cima hasta que consiguieron llegar al hongo cimero. Por el camino, puentes de nieve y formaciones de hielo para todos los gustos. “A 3.437 metros, nos sentimos en la cima del mundo”, admite Nadine Lehner.
La aventura todavía tenía capítulos por delante, los de una larga travesía de vuelta hasta la civilización.
Un pajarito me dijo!! Que habían llegado en helicóptero a la base del cerro!! Es cierto?..por que no decirlo? Quita mérito?