A pesar de ser la décima montaña en la lista de cumbres más altas de la Tierra, el Annapurna plantea uno de los desafíos más trepidantes del Himalaya. A su voracidad, su inmensa mole vomitando aludes continuamente, y una historia cargada de hazañas que imitar, la primavera de 2009 ha llevado a la montaña mucho sol y más nieve en polvo, complicando hasta la frustración las ascensiones programadas. «Las expediciones están abandonado el Annapurna porque las condiciones se han vuelto muy peligrosas en todas las rutas», se asegura desde Nepal. Y cuando parecía que no se podría sacar nada en limpio de la montaña, llegó un alpinista de Europa del Este, de esos que suelen hacer de la agonía y de la dificultad un estandarte que plantar en la cima.
Dodo Kopold, Elizabeth Revol y Martin Minarik llegaban al Annapurna con la intención de repetir la ruta Británica de 1970 que puso por primera vez a un hombre en la cumbre ascendiendo por su vertiente sur (Dougal Haston y Don Whillans), dirigida por Chris Bonington y en la que fallecía uno de los alpinistas con mayor proyección de su generación, Ian Clough. El Annapurna es y será, la cuna de muchas tragedias, y no fue distinto para la expedición de Kopold.
Minarik se queda en el Annapurna
Durante su segundo intento a cumbre, la francesa Elizabeth Revol y el checo Marin Minarik se veían obligados a abandonar el abrigo de su campo de altura por los severos envites del viento, forzándoles a un descenso terrible en el que Revol comunicaba vía SMS: «Martin no está bien». Era el 19 de abril y llegados a los 7.100 metros, Martin ya no aguantó más, siendo incapaz de moverse por si mismo debido a la fatiga extrema y las congelaciones. Revol sería encontrada posteriormente en la villa de Manang, desde donde era transportada en helicóptero hasta Pokara, y posteriormente hasta Katmandú, donde detallaría la ruta de descenso a Elizabeth Hawley y a los miembros de una expedición checa que habían abandonado su intento en la montaña, con la esperanza de movilizar un rescate. Los helicópteros barrieron la montaña durante dos jornadas sin éxito y dejaban a cuatro sherpas que persistían en intentar contactar con Martin. El martes 28 se cancelaba la operación, dando por perdido al alpinista.
Nacido el 27 de noviembre de 1967, Martin Minarik acumuló brillantes actividades en el Denali, Monte Logan y Aconcagua, participando en 10 expediciones al Himalaya y haciendo cumbre en siete ochomiles: Manaslu (en 1999), Kangchenjunga (2002), Broad Peak (2003), Shisha Pangma (en 2004, donde logró la cara norte en estilo alpino), Cho Oyu (2005), Lhotse (2007) y Dhaulagiri (2008).
Nueva ruta, en alpino y en solitario
Antes de la desaparición de Martin, y tras el primer intento fallido por la ruta Bonington, Dodo Kopold iba a marchar a Chamonix para asistir a las jornadas de los Piolet´s d´Or. Pero no se iba a marchar del macizo de los Annapurnas de vacío. Durante aquel primer intento infructuoso, Dodo decidió virar hacia el Annapurna Sur, cima subsidiaria de 7.219 metros, atravesando la arista oeste hacia la cumbre y descendiendo después de 40 horas de actividad ininterrumpida y tras abrir una nueva ruta.
Kopold iba a llegar solo a la cumbre, en estilo alpino ligero (y tanto): con él portaba una cuerda de 40 metros, 8 pitones, 8 clavos de hielo, algunas barritas energéticas y el imprescindible hornillo para hidratarse.
La vertiente sur de este «pequeño» Annapurna ha sido intentada en numerosas ocasiones, mostrándose como una montaña igual de dura que su hermana mayor y rechazando cada intento, excepto el de un equipo ruso en los «90.