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Alberto Zerain: “Ya tengo ganas de volver a la arista Mazeno”

El alpinista vitoriano ha regresado con cuentas pendientes de su ambiciosa expedición al Nanga Parbat, donde tenía planeado recorrer la inédita arista Mazeno. Ha abierto unos 1.800 metros de una nueva ruta que quiere completar más adelante.

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Lo arriesgado de la apuesta estaba claro desde el principio. Recorrer una ruta que no ha realizado nadie antes, pese a haber sido intentada en varias ocasiones, es una empresa difícil por definición. Y a eso se habían consagrado Alberto Zerain y Juan Carlos ‘Txingu’ Arrieta en su expedición a la arista Mazeno del Nanga Parbat. Consistía en ascender los 3.000 metros de desnivel que separan el campo base de la más apartada de las grandes montañas pakistaníes hasta la arista, y superar desde allí media docena larga de elevaciones de más de 7.000 metros para culminar la aventura en la cumbre del Nanga Parbat (8.125 m).

Acaban de regresar sin haber podido completar la ruta (ni tan siquiera han conseguido alcanzar la citada arista) ni tampoco hacer cumbre en la novena montaña más alta del mundo por su línea normal. Eso sí, vuelven a casa sanos y salvos y henchidos de motivación por intentarlo de nuevo. En la mochila se traen unos 1.800 metros de una ruta totalmente nueva para acceder a la arista y un bagaje fundamental para próximas expediciones. Ahora ya saben qué hace falta y cómo deben organizarse para conseguir el éxito.

Alberto Zerain nos cuenta los detalles, una vez ya está tranquilo en casa.

Sabemos que no habéis conseguido realizar la ruta de la arista Mazeno y que tampoco habéis hecho cumbre en el Nanga Parbat, pero ¿cuál es la valoración que hacéis de la expedición?
En resumen, podemos decir con satisfacción que lo poco que nos ha dejado la montaña, lo hemos aprovechado.

Os habéis encontrado muy malas condiciones, ¿cómo estaba la cosa?
Nada más llegar al campo base te empiezas a dar cuenta de cómo está la montaña y vas viendo cómo acomodarte a las oportunidades que te dé. Empezamos muy bien, y en la aclimatación conseguimos llegar a una altura entre el C2 y el C3. Pero me he dado cuenta de que el tiempo cambia muy rápido y aquel mismo día cayó una gran nevada que nos obligó a bajar hasta el campo base con mucho cuidado. Vimos que la meteorología no nos iba a regalar nada. Además, dos expediciones que habían llegado antes que nosotros, unos austriacos y unos kirguises que habían llegado prácticamente a la altura del C4, nos dijeron que arriba estaba muy complicado y se marcharon. Nos quedamos solos Txingu, con algunos problemas, el argentino Leonardo Proverbio ‘Cluny’ y yo durante tres semanas.

¿Cómo era la vida en el campo base solos?
Estuvo muy bien. Aquello parecía el paraíso, todo verde y cada día con más flores a causa del aumento de las temperaturas. El campo base del Nanga Parbat está relativamente bajito, a 4.200 metros. Lo fastidioso es que llovía mucho. Lo de estar solos, se nos hacía un poco raro, ahora que se habla tanto de la masificación en los ochomiles.

¿Tuvisteis opciones de realizar la arista Mazeno?
Cuando estuvimos allí, nos pareció que sí. De hecho, encontramos una nueva ruta que nos servía de alternativa para entrar en la arista. Pronto vimos que la entrada era un poco comprometida, por culpa de la caída de piedras y de bloques de hielo. Había que saber a qué horas y en qué condiciones se podía entrar. Realizamos un primer intento en el que nos metimos hacia unas rocas, en una escalada muy bonita por algo más larga. Nos bajamos otra vez al campo base y esperamos tres días a que se llegaran otros tres días de buen tiempo que las previsiones que manejábamos habían anunciado.

Ya teníamos la ruta perfectamente clara. Salimos del campo base de madrugada para evitar la caída de piedras y esta vez nos decidimos a progresar por el hielo, que era el camino más rápido. Hicimos 1.400 metros de desnivel ese día y plantamos la tienda en el único sitio que se podía. Al día siguiente, nos enfrentamos a un tramo muy vertical (70º) de hielo muy malo. Había una alternativa en una travesía hacia la derecha, pero había que poner unos 200 metros de cuerda fija, ya que era muy arriesgado hacerlo sin ella, especialmente en caso de retirada. Así que decidimos tirar por la izquierda, hacia una sección de roca, pero nos encontramos con más dificultades y el tiempo se nos empezaba a echar encima, así que decidimos darnos la vuelta. Igual con buen tiempo le hubiéramos dado otro tiento.

¿Fue entonces cuando decidisteis cambiar de objetivo e iros a la ruta normal?
Tuvimos tres días seguidos de mal tiempo, y ya sólo pensamos en la ruta Kinshofer, que teníamos muy bien equipada hasta el C2… o al menos eso nos pensábamos. Pero cuando volvimos a subir, nos encontramos que ya no había ni rastro de cuerdas a partir de los 5.500 metros, habían quedado enterradas en el hielo. Nos tuvimos que bajar, pero no teníamos más cuerda para poner. Cortamos unos 150 metros de cuerda de la parte de abajo, donde había más de lo necesario, e intentamos colocarlas más arriba. Estaban mojadas y pesaban una barbaridad. Pensábamos que un poco más arriba de ese tramo en que la cuerda había quedado sepultada por el hielo, volveríamos a encontrar la cuerda, pero no fue así.

Además, el buen tiempo que entró fue muy malo para la ruta, porque calentaba tanto de día como de noche, provocando que cayeran muchas más piedras, especialmente entre el C1 y el C2. Decidí no arriesgar más y dar por finalizada la expedición. De hecho, una expedición checa llegó al campo base un día antes de irnos nosotros y se retiraron cinco días después, con tres cascos rotos por culpa de las piedras. Era una ratonera. La ruta al Mazeno estaba mejor.

¿Cómo se te queda el cuerpo después de bajarte de las dos rutas y volver con las manos vacías?
Lo que hemos hecho ya es bastante, por cómo estaban las condiciones. Hemos arañado 1.800 o 1.900 metros desde abajo. Además, ahora sabemos cómo es la ruta, porque de lejos engaña y parece más fácil de lo que es en realidad.

Con esta experiencia lo tendréis más fácil para la próxima… ¿Habrá próxima?
Yo ya tengo ganas, aunque igual trataría de aclimatar en otro sitio y dedicar el tiempo de una manera más efectiva para hacer algo en condiciones.

¿Te planteas algún cambio en el estilo que habéis llevado a cabo?
Creo que hemos ido un poco demasiado campechanos, por decirlo de alguna manera. Esta vez nos ha faltado algo de cuerda, e igual es demasiada carga para dos personas, ya que Txingu estuvo con problemas y a la ruta nueva solo pudimos subir Cluny y yo. Creo que una expedición de tres personas sería ideal.

Esa ruta nueva, ¿ahora la tienes ya clara?
Sí. Ya la he visto, tanto desde allí abajo como del C2 de la ruta normal. Nos faltaba poco para llegar a un terreno algo más fácil y poder avanzar hasta la arista. Aunque luego hay que poder bajar, ya que la bajada también es tensa.

El año pasado estuviste intentando el corredor Hornbein del Everest, este año la arista Mazeno del Nanga Parbat, ¿tienes pensado algo nuevo para el siguiente?
No, no tengo nada pensado. Aunque creo que lo de este año ha sido un primer capítulo que igual merece otro segundo capítulo. Así como en el corredor Hornbein no me quedaron ganas de repetir, porque ese sitio es una ratonera y no hay alternativa, aquí le he visto color a la línea. Es una ruta que promete; no sé si luego podremos culminar con la cumbre pero creo que las dificultades que puedan haber más adelante no nos pueden sorprender mucho.

¿Para cuándo entonces la vuelta al Nanga Parbat?
Igual de cara al año que viene, si se mantienen las ganas que tengo ahora.

 


 

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