Esta mañana recibíamos la noticia que todos imaginábamos pero ninguno queríamos aceptar: una avalancha se ha llevado a Alberto Zerain y Mariano Galván cuando ascendían por la arista Mazeno del Nanga Parbat. Con ellos perdemos a dos grandes del alpinismo y, sobre todo, a dos muy buenas personas: sencillos, cercanos, discretos. Así eran Mariano y Alberto.
Los datos eran evidentes, pero todos nos aferrábamos a la esperanza, porque si algo teníamos claro quienes seguimos la trayectoria de Alberto y Mariano es que si alguien podía sobrevivir en una situación imposible eran ellos. Lo habían demostrado, juntos y por separado.
La posición que emitió el Racetracker (radiobaliza) que llevaba Alberto hacia presagiar que algo extraño les había ocurrido. Había ido situando su recorrido desde que habían partido del campamento el sábado 24 junio muy de madrugada, dejó de emitir en la arista del Mazeno a las 6:14 de la mañana (hora española). Durante una hora no envió más datos hasta que a las 7:11 volvió a emitir desde un punto situado, aproximadamente, 150 metros más abajo y a 180 metros de distancia, al final de una pendiente no muy vertical (unos 45º). La baliza siguió emitiendo hasta desconectarse, tal y como está programada, 24 horas después de haber sido activada. Había unos datos claros que hacían presagiar que la causa del accidente era una avalancha: una caída de no demasiados metros en una pendiente no muy inclinada. De no haber sido una avalancha, una caída en este terreno no parecía muy peligrosa.
¿Qué había ocurrido? El helicóptero, que esta mañana ha realizado dos vuelos en la zona, ha permitido comprobar que en el lugar donde la baliza marcó la última posición de Alberto y Mariano ha tenido lugar una avalancha. Ha sido la constatación de los datos que transmitió el Racetracker y que hacían pensar que Alberto y Mariano avanzaban por la arista Mazeno cuando fueron arrastrados por una placa de nieve.
Alberto Zerain y Mariano Galván: un mismo estilo humano y deportivo
Hemos perdido a dos grandes alpinistas y, sobre todo, a dos grandes personas. Ambos compartían una misma manera de hacer alpinismo (en estilo alpino, ligero, rápido sin utilizar sherpas, oxígeno…) y, también, una misma manera de ser: sencillos, cercanos, humanos, entrañables… Eran lo más alejado que se puede ser de los divos en que podrían haberse convertido por su nivel deportivo y las actividades que realizaban.
Una cordada nacida en el Dhaulagiri
Se habían conocido en el campo base del Dhaulagiri. Alberto había partido con Juanito Oiarzabal. Los dos alaveses eran la cordada perfecta: Juanito tenía como objetivo ascender los catorce ochomiles por segunda vez, Alberto también quería terminar los catorce ochomiles. Además de la amistad tenían otra cosa en común: les faltaba por ascender los mismos cuatro ochomiles. Juanito enfermó en el campo base, no podía intentar la cima, y Alberto hizo equipo con Mariano. Fue su primer ochomil juntos, el inicio de la cordada.
Mientras Juanito se recuperaba de su enfermedad y podía reanudar su proyecto de completar los catorce ochomiles por segunda vez, el patrocinador -Saunier Duval– decidió seguir con el proyecto apoyando a Alberto. Este siempre dejó claro que cuando Juanito reanudara su proyecto le acompañaría y no le importaría tener que repetir aquellas cimas (como era ya el caso del Dhaulagiri) que el hubiera ascendido y Juanito no. El patrocinador lo tenía claro: si el proyecto deportivo de Juanito era único a nivel mundial, la forma de ser de Alberto, su espíritu deportivo y humano, le hacían único. Por eso era evidente el hashtag con el que se le seguiría en redes sociales: #ActitudZerain.
Para Alberto, camionero de profesión, esta era una gran oportunidad que no desaprovechar. Tras el Dhaulagiri vendrían el Manaslu, Annapurna y este triste Nanga Parbat.
El Manaslu a la manera de Mariano Galván y Alberto Zerain
Mariano Galván y Alberto Zeraín volvieron a formar equipo en el Manaslu donde protagonizaron una de las ascensiones más rocambolescas de la historia del ochomilismo. La mejor definición del estilo que utilizaron la dio el propio Alberto en la entrevista que le hicimos a su regreso: «Hemos hecho el Manaslu a nuestra manera«.
Su objetivo inicial era abrir una nueva ruta, pero la tienda que tenían en el C2 (6.250 m. aprox.) desapareció. Algo de lo que culparon públicamente al jefe de una expedición comercial. Al encontrarse sin tienda en el C2 era evidente lo que había que hacer: dormir allí esa noche para, a la mañana siguiente, regresar al campo base. Pero, como relató Mariano en la conferencia que dio en la Librería Desnivel decidió quemar la frustración y seguir con el ataque él solo. Se enfrentaba a varios problemas: por un lado cruzar grietas yendo sin un compañero que le asegurara, por otro no llevaba agua ni material, aunque confiaba en encontrar más arriba la tienda de una expedición japonesa. Cuando dio con ella no estaba tan equipada como había previsto, y a partir de ahí se sucedieron tres días y tres noches, en los que caminaba en la oscuridad para controlar el frío y se resguardaba de día. Tuvo que abandonar en una zona técnica imposible de superar sin su compañero. “Privado de sueño, deshidratado, cansado y sin herramientas me fui, pero me dio la sensación de haberle dado una batalla justa a la montaña”. Al regresar al campo base encontró a Alberto preocupado al no tener noticias suyas, y una vez reencontrados, impaciente -como buen alpinista- por intentar la cima por la ruta normal. Mariano necesitaba descansar y partió 24 horas después de Alberto.
Consiguieron algo increíble: hacer cima los dos el mismo día sin encontrarse en el ascenso ni en el descenso de la montaña. En el ascenso Mariano pasó por el C3 donde descansaba Alberto sin verle pues pensaba que estaba en el siguiente campamento. Cuando Alberto partió sí que vio a Mariano por encima suyo, cerca del C4. En el descenso fue al contrario: Mariano vio a Alberto a lo lejos, pero pensó que era una alucinación. Así lo contaba después: «Totalmente agotado, bajo por el mismo camino y en una de las paradas veo que hay una persona en una de las pendientes. Me da la sensación, por el color de la vestimenta, que es un lama. Me río por mis alucinaciones, una persona ahí… Resulta que ese lama era mi compañero, subiendo el mismo día».
Lo más significativo de la actividad de Mariano no fue que ascendiera y descendiera el Manaslu en 27 horas, sino que -además- lo hizo tras haber descansado pocas horas después de su intento de tres días al Nanga Parbat por una nueva ruta en los que se alimentó poco e hidrató menos.
Mariano, un alpinista influenciado por los alpinistas polacos
Mariano estaba muy influenciado por los alpinistas polacos, el libro Escaladores de la Libertad le había marcado. Admiraba a estos alpinistas y el alpinismo que llevaron a cabo Messner, Loretan y otros grandes en los años 90. Reivindicó siempre la importancia de los ochomiles en unos momentos que el ochomilismo en masa por rutas normales hace que todas las miradas se fijen en las rutas de dificultad en los seismiles y sietemiles y, desde la élite del alpinismo, se miren los ochomiles casi con menosprecio.
Por eso, tras su ascensión en 27 horas al Manaslu nos transmitió esta idea que parece obvia y no lo es tanto «Un ochomil en el día sigue siendo un logro personal importante»
El Annapurna de Alberto Zerain
Esta primavera Juanito seguía sin estar aún totalmente recuperado y Alberto se dispuso a partir de nuevo, esta vez al Annapurna. Por la ruta normal parecía no tratarse de un objetivo excesivamente complicado para un alpinista de su nivel. Pero como nos comentó en la entrevista que mantuvimos con el antes de partir: «El Annapurna de manera limpia, ligera y autónoma ya es suficiente». Y, además, su objetivo de la temporada era la arista Mazeno del Nanga Parbat con Mariano Galván. Al Annapurna partía con un joven alpinista, Jonatan García, para el que se trataba de su primer ochomil. En esta montaña, con fama de muy peligrosa, Alberto quería disfrutar y «hacer algo que me aporte».
Y lo consiguió. Ascendió a la cima de su décimo ochomil con una cordada “mágica” de seis personas. “Unos tenían la juventud; otros, los viejos, sabíamos cómo se hacían algunas cosas. La mezcla ha funcionado muy bien”, nos contó en la entrevista que le hicimos a su regreso.
Lo ascendió junto a su compañero, Jonatan García; los italianos Nives Meroi y Romano Bennet, que con la cima cerraban sus catorce en pareja y sin oxígeno. Y dos chilenos (Juan Pablo Mohr y Sebastián Rojas) que, lo mismo que Jonatan, se estrenaban en las cumbres más altas. Aquel equipo, mezcla de ochomilistas novatos y veteranos funcionó a la perfección en un Annapurna que «era nuevo todos los días».
«El peligro es un fantasma que tienes encima. A unos les ahoga y otros saben manejarlo»
Cuando le preguntamos si merecía la pena correr el riesgo que supone una montaña como el Annapurna nos decía esto: «No nos equivoquemos, si me he metido en la montaña es porque sabía que había futuro en esa ruta. El peligro es un fantasma que tienes encima. A unos les ahoga y otros saben manejarlo. Creo que, en este caso, ayuda saber que hay una ruta que se abrió en su día y que el riesgo depende de cómo te muevas por ahí. No es el mismo para todos, hay que saber moverse en esos terrenos».
«El Nanga Parbat es una montaña que hay que respetar»
Mientras Alberto ascendía el Annapurna Mariano Galván también se encontraba en el Himalaya. Iba hacer montaña tranquila para lo que era Mariano, su plan era acompañar una amiga -Allie Pepper- en el Lhotse. Aunque estando allí un alpinista con sangre en las venas como el no pudo resistirse a intentarlo en el día desde el campo base del Everest. «No se dio, pero sirvió de entrenamiento. Me dormía en cada descanso, así que a 8.015 metros me volvía a dormir al C2 a esperar a mi compañera para su intento de cumbre. En subida, unos 2.800 metros de desnivel en 16 horas«. (El track de este recorrido está en su cuenta de movescount.com)
Y, como relata en su página de Facebook «Nuevamente me preparo para mi siguiente desafío. Lo que si les quería comentar, que no es mi estilo hacer grandes publicidades acerca de lo que puedo llegar a hacer o no, así como tampoco me interesa ser el primer argentino es escalar tal o cual pico, ese no es lo que me mueve ni mucho menos. El Nanga Parbat es una montaña que hay que respetar y ver qué se puede hacer en ella de acuerdo a las condiciones que presente. Lo mejor es estudiarla por todos los flancos y ver cual es la mejor estrategia para subir. Por lo que las opciones van desde la ruta normal, hasta la arista Mazeno, pasando por otras cosas en el medio».
«Nuevamente encaro este proyecto como lo vengo haciendo hace ya seis años, con la ayuda de familiares, amigos, conocidos y el 100 % financiado por mi bolsillo. Sin la ayuda de gobiernos, ni secretarias de deportes, empresas, etc. que me brinden apoyo económico. Quizás algún día apoyen a los DEPORTISTAS que escalamos montañas, mientras tanto… no voy a esperar sentado»
Y era así: Mariano trabajaba de guía de montaña, principalmente en la zona del Aconcagua, y llevaba una vida muy simple (no tenía casa ni coche) para ahorrar el máximo para marchar de expedición al Himalaya.
«El Alpinismo es un gran juego de ajedrez»
El oficio de periodista es un lujo: permite conocer de cerca a personas tan interesantes a nivel deportivo, como dispuestas a dártelo todo a nivel humano, como eran Alberto y Mariano. En su viaje a Nepal Mariano, una vez mas, hizo escala de varios días en Madrid y tuvimos la oportunidad de compartir horas de conversación y una larga entrevista que titulamos con su definición del alpinismo «Un gran juego de ajedrez». En aquella conversación en la que nos habló de gran objetivo de la temporada, el Nanga Parbat «Es un gran desafío al que le tengo mucho respeto. Voy a tratar de estar lo más aclimatado posible porque el factor que te puede permitir incrementar la suerte es la velocidad. Uno nunca está exento de los peligros en la montaña, pero si uno es lo más rápido posible…”. Nos dejó claro que para el ir rápido no era un fin en sí mismo sino una herramienta del buen alpinista.
Con Alberto Zerain también, antes de partir al Nanga Parbat tuvimos la oportunidad de mantener una larga conversación que en estos momentos estamos editando y publicaremos la próxima semana. Una hora y media de vídeo-entrevista en la que comparte con nosotros muchas ideas. Una conversación que en estos momentos, cuando ya ha partido, se hace difícil ver.
A pesar de aquella hora y media de conversación grabada y muchas horas mas fuera de micrófono sentía la necesidad de volver hablar con el antes de que se adentrara en la montaña. Alberto -lo mismo que Mariano- me habían llegado al corazón y quería que compartiera (como si fueran pocas) más ideas aún con nuestros lectores. Le mandé un mensaje y me respondió desde Rawalpindi, pero por esos misterios de la vida, en aquel momento fue uno de los pocos en que he estado sin la grabadora a mano. Quedamos en hablar después. Pero cuando el pudo a mi me resultó imposible y dijimos de intentarlo al día siguiente. Nos seguimos enviando mensajes pero no lo conseguimos.
Tanto Mariano como Alberto eran personas muy interesantes, dispuestos a compartir su visión de la vida y el alpinismo. A pesar de tantas veces como he tenido ocasión de hablar con ellos, siento que aún hay muchas ideas que me gustaría compartieran con nosotros… Será en otro momento, en otro lugar. Mariano y Alberto han sido sin lugar a dudas, grandes personas y alpinistas, que han servido y seguirán sirviendo de inspiración a alpinistas de todas las generaciones.
Para conocerlos mejor:
Alberto Zerain
- Los diez ochomiles de Alberto Zerain
- Alberto Zerain, recuerda la tragedia K2 del 2008: «La ambición por la cima superó lo imaginable»
- Alberto Zerain: “Ya tengo ganas de volver a la arista Mazeno”
(entrevista a su regreso de su intento 2011 en el que abrió 1.800 metros de vía con Juan Carlos ‘Txingu’ Arrieta) - Alberto Zerain el alpinista idóneo. (2008)
- Alberto Zerain en el Kangchenjunga. 20 horas C4-cumbre-campo base (2009)
Mariano Galván
- Mariano Galván: Para mí la cumbre del Everest empezó en el campamento 2
- Mariano Galván y su aventura en el Broad Peak
Tenía esperanzas de que estén con vida, pero me parece ya que es imposible. El tema del congelamiento es algo que hay que temer.. Con sólo leer un poco te das cuenta lo terrible que es esta montaña