A media mañana de hoy Alberto Zerain dejaba el siguiente mensaje: “Estoy bajo el pináculo de la cumbre. Hay mucha ventisca. Mariano ha llegado a la cumbre al 100% y yo estoy a punto de llegar. Él ha bajado ya y yo estoy a punto de llegar”. Sus palabras confirmaban que Mariano Galván también estaba en la parte alta de la montaña. Cuando Zerain lanzó el ataque a cumbre hace unos días, su compañero se encontraba en el campamento descansando por el desgaste de pasar 4 días incomunicado en la montaña, en los cuales vivaqueó tres noches.
[Ampliación 4/10 a las 16:30h] El montañero alavés abandonó el campo base a las 12:45 (hora española) del domingo en dirección a la cima del Manaslu. Aunque el tiempo no era bueno, Alberto apostó por estar en el lugar adecuado en el momento en el que la meteorología cambiase. El cambio no se ha producido pero a mediodía ha alcanzado finalmente la cumbre de su noveno ochomil tras casi 12 horas de actividad.
El resultado de todo el esfuerzo invertido ha culminado para Zerain a las 12:30 (hora española), cuando por fin ha podido asomarse al vacío de la cara sureste de la octava montaña más alta del mundo. La alegría, sin embargo, ha estallado algo más abajo, cuando se ha cruzado con su compañero, Mariano Galván, que sorprendentemente ha alcanzado la cima en un ataque non-stop y ya comenzaba el descenso. El argentino, para sorpresa de su compañero, ha lanzado un rapidísimo ataque directo desde el campo base cuando apenas llevaba 48 horas recuperándose de su anterior y desesperado intento, en el que estuvo 4 días incomunicado en la montaña y vivaqueó 3 noches.
Las condiciones en la cumbre eran muy desagradables, con mucho viento y mucho frío, por lo que Zerain apenas se ha demorado unos minutos en ella antes de reemprender el descenso. Después de un alto en el campo 4 para recuperar fuerzas, bajará hasta el campo base esta misma tarde (horario español).
La progresión se hizo muy penosa debido a que la nieve había ido sepultando la huella
La tentativa comenzó el domingo hacia las 13:00 (hora española). El tiempo no era bueno en el base, había poca visibilidad y llovía intermitentemente, pero Zerain confiaba en que las condiciones irían mejorando en las siguientes horas. A fin de estar bien posicionado en la montaña cuando el tiempo cambiase, Alberto optó en esta ocasión por renunciar a la velocidad y, en su lugar, cargar con todo lo necesario para esperar en el campo 3 el momento propicio.
“Llevo mucho peso encima, tengo conmigo todo el material: saco, tienda, hornillo…”, contaba nada más iniciar el ascenso. La mochila se hizo notar especialmente a partir del campo 1 avanzado, cuando se encaran las rampas más pronunciadas. Además, la progresión se hizo muy penosa debido a que la nieve había ido sepultando la huella. Para cuando finalmente pudo montar la tienda, a 6.400 metros, Alberto ya llevaba catorce horas ascendiendo. El mal tiempo seguía sin dar tregua, así que se dispuso a pasar el día descansando e hidratándose en el mismo campo 2 3, del que era el único habitante.
Entretanto, Mariano Galván había estado observando desde el base la progresión de su compañero. No hacía ni 48 horas desde que él mismo bajara extenuado de la montaña tras una tentativa de cuatro días sin comida ni agua, por lo que parecía que ya lo había dado todo en esta expedición.
“Hay muy poca visibilidad y mucho viento»
Hacia la una de la madrugada (20:15 hora española), una fuerte ventisca ha echado por tierra el primer intento de Alberto de salir hacia la cima. “Hay muy poca visibilidad y mucho viento — comentaba por el teléfono satélite—. Prefiero ir al amanecer, a ver si se calma un poco”. Finalmente, con la llegada del sol se ha puesto en camino, si bien las condiciones apenas habían mejorado. Ha sido en ese momento, justo antes de abandonar la tienda, cuando algo ha llamado su atención: una luz ascendía a buen ritmo hacia el campo 3 4.
Cuatro horas más tarde Zerain ha alcanzado dicho campamento. Tras descansar un rato en una de las tiendas, cuando ya se disponía a partir de nuevo, se ha llevado una sorpresa mayúscula descubrir la mochila de Mariano Galván junto a una tienda rota. Se confirmaban así las sospechas que tenía desde el campo 3 de que su compañero se había sumado al ataque. “Mariano es así, ¡es un motor!”, comentaba Alberto, lleno de admiración.
A partir de este punto las tornas han cambiado y ha sido Alberto el que ha podido disfrutar de la huella abierta por su compañero a través del plateau del Manaslu. Finalmente, cerca ya de la cumbre, ambos se han reencontrado, Mariano descendiendo y Alberto de camino a la cima. Ha sido un encuentro fugaz, pues el el tiempo era muy desagradable; pero feliz, porque hace sólo dos días nada parecía indicar que ambos fueran a poder hacer cima.
Desde ese punto Alberto ha comenzado a avanzar por la arista cimera arañándole los últimos metros a la montaña. En su última comunicación antes de alcanzar la cima comentaba: “Aquí hace muchísimo viento, te quedas helado si te paras”, por lo que no parecía que, después de tantos esfuerzos, el Manaslu fuera a ser indulgente. Pero sí lo ha sido.