[Actualizado 27 julio a las 15.00 -18,00 en el Karakórum-] Alberto Iñurrategi, Juan Vallejo y Mikel Zabalza acaban de llegar al campo 1, situado a 5.200 metros, desde el campo de hamacas que instalaron a 5.700 metros. Se han puesto en marcha a las 8 de esta mañana. En total 10 horas para descender los tres con todo el material al campo 1, donde pasaràn esta noche. Juan Vallejo, que recibió el impacto de una piedra en el hombro izquierdo en los últimos metros de la Torre se encuentra bien. Los tres con ganas de llegar al base porque están «agotados».

Noticia publicada ayer 26 julio:
La información que disponemos en estos momentos es muy breve pues la comunicación se ha cortado enseguida al terminarse la batería del teléfono satélite. Mikel Zabalza ha llamado y ha explicado que Alberto Iñurrategui y él han terminado la nueva ruta que estaban trazando en la pared sur del Paiju Peak. Ha explicado que Juan Vallejo no ha podido escalar con ellos los últimos largos pues le había caído una piedra en el brazo y había tenido que permanecer (suponemos) en el último campamento. Por lo demás Mikel Zabalza, un alpinista de altísimo nivel, acostumbrado a enfrentarse a itinerarios comprometidos y de gran dificultad ha explicado que «es la vía más dura que he hecho en mi vida». También ha explicado que los cuatro últimos largos transcurren por terreno mixto. Respecto a la posibilidad de alcanzar la cima desde el punto en que se encuentran ha explicado que «es una locura». En ese momento la comunicación se ha cortado. Por tanto no sabemos si seguirán hacia la cima o no, pero tal y como se han expresado parece que no lo intentarán.
Alberto Iñurrategui, Mikel Zabalza y Juan Vallejo partían del campo base el pasado lunes día 19, por lo que habrían terminado la ruta en ocho días. Habían previsto 12 días pero en este tiempo estaba incluídos los alrededor de 700 metros de mixto, hielo, nieve y roca, que llevan a la cima de la montaña, desde la parte final de la pared, que es casi seguro, como explicábamos antes, que debido a las condiciones, no lleven a cabo.
El equipo ya había intentado la ruta el año pasado por lo que tenían muy claro antes de partir las dificultades a las que se enfrentaban. Así nos lo explicaban el día de su partida: «En comparación con las montañas a su alrededor no es muy alta, pero las dificultades que tiene son muy grandes, pues tiene unos 1.200 metros de pared vertical. Vamos a tener que escalar unos cuarenta largos de roca y a todo esto habrá que añadirle una última jornada comprometida de hielo y nieve hasta llegar a la cumbre. Esta ruta combina un big wall con una parte más alpina. Después de una pared de 1.200 metros, nos vamos a encontrar con unos 700 metros de hielo y nieve. Todo esto nos va a exigir otro planteamiento y vamos a tener que llevar mucho equipo».
Respecto a la estrategía seguida el año pasado así la analizaban y planteaban la que seguirían en este nuevo intento: «Hace un año íbamos un paso por detrás de la montaña, demasiado justos y sin margen de maniobra, como se vio, en caso de mal tiempo. Así, en ésta ocasión volveremos a emplear el estilo cápsula pero con al menos 300 metros de cuerda fija de margen para poder retirarnos hasta el último campo en caso de mal tiempo y poder regresar hasta el punto más alto alcanzado cuando escampe. Además, dormiremos en hamacas ancladas a la pared de roca puesto que los tres neveros estratégicos que contempla la pared pueden ser una ratonera en caso de que se acumule la nieve: podría arrastrarnos un alud”. En 2013 escalaron 500 metros de pared, “pero lo que queda será ciertamente más complejo de resolver, más técnico y seguramente tendremos que tirar de escalada artificial para progresar”.
El Paiju Peak fue escalado por primera vez el 21 de julio de 1976 por los paquistaníes Bashir Ahmed, Nazir Sabir y el norteamericano Allen Steck. Accedieron a la montaña por su vertiente Norte a través del Glaciar Uli Biaho.
En agosto de 1981, una cordada italiana formada por Alberto Enzio, Giovanni Calcagno, M. Pellizzaro y Tullio Vidoni abrió una vía en la arista izquierda de la cara Sur del Paiju.
Esta es la información que publicábamos el pasado miércoles 23, tras su última comunicación a través del teléfono satélite:
Suena el móvil. Es el teléfono satélite desde el campo 2, a 5.500 metros aproximadamente, en un nevero de la Cara Sur del Paiju Peak, una montaña colosal de 6.610 metros en el Karakórum. Es Mikel Zabalza, el navarro de la cordada que completan Alberto Iñurrategi y Juan Vallejo. Su voz suena bien, optimista. “¿De verdad se mantiene el parte de buen tiempo hasta el sábado?”. Mikel habla con frases rápidas. Hay que ahorrar batería para que el Thuraya aguante los 12 días que calcularon para hacer cima y regresar, y que empezaron a contar desde el lunes 19.
Acompañados por el cámara David Maeztu, Iñurrategi, Vallejo y Zabalza, cargados con los últimos kilos de material, salían el sábado 19 del campo base (3.400m) del Paiju Peak e iniciaban así el intento de llegar a su cima (6.610 m), por el vertiginoso pilar que destaca en su cara Sur, trazando una vía nueva para los mapas del alpinismo. Escalada alpina en el Karakórum: escalada muy técnica, acrobática, buscando fisuras, grietas, puntas de roca que les permitan ascender hasta el final de esa aguja rocosa de unos mil metros de altura para superar después, con crampones y piolets y las fuerzas que les queden, los 600 metros de mixto, hielo, nieve y roca, que llevan a la cima de la montaña.
Una vía nueva para los mapas del alpinismo
El sábado llegaron al Campo 1 (5.200), tras la ya familiar pedrera rompepiernas de 1.800 metros de desnivel y el domingo, cargados de nuevo “como mulas” ascendieron al Campo 2 a unos 5.500 metros. Agotados. Hasta ahí habían equipado anteriormente la pared con una cuerda para restarle días al intento, no jugársela con la cambiante meteorología de la zona y lanzarse a escalar «a saco” en esa parte alta y majestuosa, inexplorada del pilar de roca que sujeta la cima de hielo de la montaña.
“El lunes avanzamos muy poco. Nos encontramos con mucho hielo por encima del campo 2; pasamos por fisuras taponadas de hielo, chimeneas muy lisas con hielo malo donde apenas podíamos agarrarnos. La escalada en hielo es extenuante, técnicamente difícil e inestable. Que yo recuerde, son de los largos de escalada más horribles que he visto en mi vida”. Lo dice el actual director del Equipo español de Jóvenes Alpinistas, autor de innumerables aperturas y un currículum de vértigo.
«No había una sola pequeña repisa para las reuniones»
“El martes”, prosigue Zabalza, “hemos llegado al campo 3, que estará entre los 5.700 y 5.800”. Debido a los cambios en la presión barométrica el altímetro da variaciones que llegan a los 150 metros en un mismo punto. En otras montañas, el histórico de las numerosas expediciones suple el problema. “Hemos hecho 5 largos de escalada en roca muy verticales. Esa parte alta de la pared es muy vertiginosa y no había una sola pequeña repisa para las reuniones; las hemos hecho en estribos, todo el tiempo colgados. Mañana trasladaremos el campo de los 5.500 a esos 5.800 metros y el jueves y viernes intentaremos llegar al final del pilar”.
No hay tiempo para más. “Cierro el teléfono. En dos días mandadnos otro parte meteorológico”. No hay tiempo para explicar el laborioso trabajo de artesano que implica ascender esa colosal pared sur en estilo “cápsula”. Ascender durante horas y días por la pared, metro a metro, a 20 metros por hora, colgando en el vacío, tratando de que no se te escapen los estribos, hundiendo las clavijas en incómodas posiciones. Estar colgado durante horas en el vacío, a miles de metros, sostenido tan solo por unos clavos metálicos, cuya seguridad depende de tu pericia al encajarlos. Escalar un largo tras otro, abriendo vía en este caso, y equipándolo con una cuerda fija; bajar al campo a dormir, escalar de nuevo al día siguiente y así sucesivamente ganando metros en la pared hasta encontrar un punto al que trasladar el campo. Desmontar todo, subirlo por la pared y vuelta a montarlo, asegurar todo el material para que nada caiga al vacío. Todo medido. Todo calculado. Un trabajo minucioso, de esfuerzo y paciencia.
«La cara sur del Paiju Peak es hermosa como una catedral»
David Maeztu, el cámara, ha bajado al Campamento base para recargar baterías y enviar algunas imágenes. Una de ellas muestra la noche estrellada del Karakórum sobre la tienda donde descansan los tres escaladores de la expedición WOPeak. Sobre la tienda, la silueta sobrecogedora de la pared sur del Paiju. Sebastián Alvaro dice de ella que es hermosa como una catedral. “La parte de arriba de la pared sirve de sujeción a su cumbre de hielo, pero la parte de abajo es una catedral, llena de agujas y arbotantes que sujetan la parte de arriba”.