Se podría pensar, pues parece razonable, que el tamaño de la mochila es el parámetro básico que debe marcar su elección. Pero lo cierto es que resulta mucho más importante su forma, sus accesorios, la longitud, diseño y ergonomía de su espalda y hombreras…
El tamaño es igualmente decisivo, sin duda. Pero conceder importancia a este último por encima de otras consideraciones puede sugerir que es posible acometer actividades tan dispares como el trekking, el senderismo o el alpinismo con un elemento de determinado volumen, cuando realmente no es así.
Las mochilas diseñadas para la trekking cuentan con unos detalles exteriores que pueden impedir la progresión por una pared, mientras las ideadas para alpinismo obligan a deshacer el conjunto para extraer algún elemento de uso frecuente en el transcurso de la actividad.
Estos son solo dos ejemplos escogidos al azar y simplificando mucho, pues los perjuicios de unas y otras en los campos para las que no han sido diseñadas son abundantes y podrían llevarnos a derramar ríos de tinta.
Senderismo o trekking
Las características que priman en las mochilas de trekking son la ventilación de sus espaldas y un buen número de bolsillos. En cambio, las ideadas para alpinismo son fuente de minimalismo, ligereza, compacidad y estabilidad.
Trekking es, etimológicamente, caminar durante varios días por lugares remotos con los escasos medios que se transporten a la espalda. Eso significa que la mochila debe tener una capacidad suficiente donde albergar todo lo necesario para “vivir” el tiempo que dure la actividad, y ello conlleva necesariamente un importante volumen.
Sin embargo, el término se aplica coloquial y erróneamente a caminatas cortas de unas horas (máximo una jornada de duración), disciplina que realmente tiene el nombre de “senderismo” y para el que una mochila tipo “daypack” (mochila de día) acostumbra a ser más que suficiente.
Daypack es un anglicismo muy extendido que designa las mochilas dirigidas a las excursiones de una jornada por lugares poco comprometidos. Contenedores con unas capacidades que rondan los 20-30 litros y se extienden hasta un máximo de 0-45, cifras que ya rayarían el volumen de donde suelen partir las clásicas mochilas para trekking propiamente dicho.
Una mochila para senderismo tiene, igualmente, un cinturón y región lumbar más estrechos y probablemente sin el acolchado y ergonomía que equipan las de trekking. En este cinturón puede ir ubicado algún bolsillo o bolsillos donde almacenar la documentación, un teléfono móvil, algún accesorio u objeto de pequeño tamaño, o incluso alimentos de asimilación rápida.
Las de trekking, por su parte, incorporan regiones dorsales de mayor longitud (como corresponde a una mayor capacidad) con un acolchado más abundante y de mayor densidad, además de la posibilidad de acceder al interior sin necesidad de deshacer todo el equipaje a través de unos compartimentos donde alojar elementos como un saco de dormir, etc. a los que se llega mediante accesos por cremallera.

Uno o varios días
Las actividades de varias jornadas con pernoctas fuera de casa han descendido notablemente. Si ello se traslada a las mochilas, podemos concluir que los litrajes más utilizados se concentran actualmente en 20 a 35 litros para esos ataques rápidos de senderismo, e incluso alpinismo, siendo las de 40 y máximo 50 las pensadas para escaladas invernales o escaladas técnicas que puedan comportar varios vivacs.
Por supuesto, los periplos de trekking por lugares remotos, donde hay que cargar con saco de dormir, combustible y gran cantidad de comida, imponen elementos que arrancan de esos 50 litros y se extienden hasta volúmenes impresionantes.
Para simplificar este tratado nos centraremos en los tamaños más demandados, comparando y oponiendo características (ofrecidas y necesarias) para que la elección sea lo más certera posible en función de la actividad elegida. Con esa finalidad rescataremos el concepto “Daypack” (mochila de día) citado con anterioridad e introduciremos el de “Alpine tools” (mochila de alpinismo o de ataque), que nos servirán para referirnos a las mochilas de senderismo y a las diseñadas para alpinismo, respectivamente.

Mochila de día o de ataque
Un tamaño y una capacidad similares pueden poner en duda el auténtico destino de las mochilas si no se atienden algunos detalles importantes. Por lo general, una mochila actual de día para excursionismo y senderismo tiene un compartimento principal al que se accede mediante cremallera. En cambio, las que están pensadas para alpinismo prescinden de este sistema de apertura para evitar riesgos de rotura que puedan comprometer la seguridad del usuario. No siempre es así, pero hay que tenerlo en cuenta como un detalle que marca o puede marcar la diferencia.
La forma de unas y otras también indica el campo de acción para el que han sido diseñadas. Las de senderismo son anchas en su base y más reducidas en la parte superior, mientras las de alpinismo son estrechas abajo para crecer progresivamente hacia arriba.
Los accesorios también aportan mucha información. Un daypack completo tiene múltiples bolsillos con cremallera, anillos y cintas de los que suspender accesorios, además de sistemas para colgar como mínimo un bastón y, como mucho, un único portapiolet. Las dirigidas al alpinismo llevan compresores para reducir su tamaño cuando no están llenas, doble portapiolet y, tal vez, un bolsillo portadocumentos en su parte superior, aunque la tendencia apunta a la desaparición de las hasta ahora conocidas tapas en favor de leves apósitos que ciñen la boca principal cuando que se tracciona del cordón de cierre.
Algunas, incluso, se cierran y comprimen con un sistema enrollable heredado de las bolsas secas que además sirve para incrementar su estanqueidad, especialmente si sus costuras han sido termoselladas en la cara interna (ideales para alpinismo invernal, escaladas en zonas húmedas, lluvias inesperadas…).
Accesorios y materiales
Como se exponía con anterioridad, el uso de cremalleras para el cierre del compartimento principal o para acceder tanto a este como a algún otro departamento es casi exclusivo de las mochilas de senderismo y excursionismo. Se trata de un procedimiento inspirado en los sistemas de compartimentación de las de gran litraje (trekking clásico, viaje…) ideados para extraer, por ejemplo, el saco de dormir sin deshacer todo el conjunto.
No es difícil, tampoco, que las mochilas para senderismo incluyan un bolsillo en el que se oculta un cubremochila, muy útil en caso de lluvia. Las de alpinismo, en especial en sus tamaños menores, pueden tener algún accesorio para inmovilizar y transportar una cuerda o un casco en el exterior. Pero atención, porque dichos elementos de seguridad deberían ir, a ser posible, protegido de los rayos ultravioleta y eventuales roces y enganchones con rocas, ramas…
También pueden contar con un bolsillo o correas donde transportar unos crampones, si bien generalmente destacan por una limpieza de líneas que pretende evitar roturas y que no se impida el movimiento de su usuario por lugares accidentados o pasos estrechos.
Aunque los materiales de unas y otras son similares las de escalada y alpinismo van contando, adicionalmente, con componentes termosellados en busca de estanqueidad sin necesidad de complementos como los citados cubremochilas.
En oposición a las rejillas transpirables de los dorsos de las de trekking, senderismo y excursionismo, las de alpinismo suelen construirse con dorsos termoformados o espaldas que no cuentan siquiera con canales de ventilación, constituyendo lo que se conoce como “de contacto”.
La transpiración se ve comprometida, pero la solidaridad de la mochila con el cuerpo del escalador es máxima, lo que aumenta la estabilidad en la vertical. Los materiales robustos con un ligero acolchado interior (que en ocasiones puede extraerse para ser utilizado como pequeña colchoneta de vivac) son lo más habitual para reducir el riesgo de enganchones y roturas, más susceptibles en los dorsos de rejilla “tensa” tan extendidos en la actualidad para mantener fresco al senderista.
Los excursionistas gustan de llevar sus botellas “a mano” en bolsillos laterales. En cambio, los alpinistas prefieren un departamento interior para un depósito flexible que facilita ir bebiendo a través de una tubería sin necesidad de quitarse la mochila.
Las mochilas de trekking, con muchos bolsillos, facilitan el almacenaje de elementos muy dispares en diferentes compartimentos. En ellos se puede desde separar las prendas sucias de las limpias, transportar en un lugar específico un botiquín y en otro unos mapas, una brújula y un GPS. Si además tienen un buen número de correas y bucles admiten el transporte exterior de accesorios como bastones o una colchoneta.
Habrá a quienes parezca interesante contar con elementos modulares que permiten adaptar la mochila a cada situación. Los bolsillos desmontables son una gran opción, del mismo modo que la posibilidad de añadir o retirar correas. Del mismo modo que las mochilas de gran capacidad fuerzan que siempre esté instalado, por motivos evidentes del reparto de carga, en las de menor tamaño viene bien que el cinturón (riñonera o anclaje ventral) sea desmontable.
Los senderistas casi no la echarán de menos y eliminarán unos gramos, y los alpinistas eliminarán un elemento susceptible de engancharse con aquello que lleven colgado del arnés.
Conclusión: bueno para unos, nefasto para otros
Donde un escalador vislumbra detalles innecesarios o incluso engorrosos, voluminosos y pesados, un senderista puede ver complementos imprescindibles. Gran cantidad de bolsillos, un cubremochila escamoteable, un cinturón acolchado con cremallera para la documentación, cintas donde colgar accesorios… vienen de lujo al caminante, pero lastran y perjudican a aquellos que buscan un sistema de porteo compacto que no comprometa su progresión.
Robustez, algunos bucles para izar la mochila, transportar los piolets y algún anillo portamaterial en los tirantes son más que suficientes para un alpinista. Ello nos lleva a concluir que la mochila “para todo” no existe, aunque tenga los mismos litros que se elegirían para caminar pero también para escalar. La especialización ha conseguido la puesta en el mercado de productos específicos que, bien escogidos, hacen más fácil y cómoda la estancia en la montaña.
José Isidro GORDITO
PENSADAS PARA MUJER
Muchas firmas ofrecen mochilas específicamente diseñadas para la morfología femenina, que presentan en general una espalda más estrecha y corta, hombreras contorneadas y cinturón más ancho para una mejor adaptación a las caderas, además de otros detalles como la cinta pectoral regulable en altura.
Eras (y eres) muy buen alpinista y ahora un gran articulista 😉
Gran artículo; sobre una cosa aparentemente muy básica, aportas mucho conocimiento. Es de gran ayuda.
Enhorabuena!