Un invierno cálido como el que nos ha acompañado este año no sólo provoca que las plantas silvestres florezcan antes de lo habitual, sino también altera la actividad y reproducción de la fauna. La oruga de la procesionaria (Thaumetopoea pityocampa) ve su reproducción favorecida con el clima cálido y seco. Es por ello que ya se puede ver las orugas descendiendo desde las bolsas de los árboles hasta el suelo para enterrarse.
Estudios recientes alertan de su expansión. En consecuencia, está aumentando la incidencia de patología en humanos debido al crecimiento de zonas residenciales y de actividades deportivas y recreativas cerca de pinares infestados.
Estas orugas se reconocen por desplazarse en fila, “en procesión”, como su nombre indica, y por poseer unos pelos rojizos. Pero no son estos pelos los dañinos, sino otros micróscopicos que aparecen en la fase tardía de larva, y que se desprenden ante agresiones o estimulación mecánica.
Son como arpones y son capaces de clavarse en la piel, o en la mucosa ocular o respiratoria, provocando desde lesiones como dermatitis o urticaria, hasta anafilaxia en personas más sensibles.
La afectación cutánea es en forma de habones y acompañada de un fuerte picor. Suele presentarse en zonas expuestas como el cuello, muñecas y tobillos, aunque también puede aparecer en zonas cubiertas.
Cómo podemos prevenir y manejar los problemas de salud
La mejor prevención para los posibles problemas de salud originados por esta plaga autóctona, típica de los bosques de pino, es que, tanto humanos como mascotas, evitemos realizar actividades en pinares infestados por procesionaria durante los meses en los que la oruga desciende de los pinos.
Si el invierno es frío, el descenso se producirá entre los meses de febrero a abril, y si el invierno es más suave, de enero a marzo. Sin embargo, la presencia de pelillos en el suelo y restos de las orugas puede estar durante todo el año en el pinar, por lo que podría afectarnos en cualquier época del año.
Si nos encontramos filas de orugas debemos alejar a los niños, y nunca molestarlas ni tocarlas ni barrerlas, ya que se levantarían miles de pelos urticantes.
Si están en una zona que debemos compartir como parcelas, lugares de acampada, etc, una vez están enterradas, se puede mojar la zona para fijar los pelillos de las orugas al suelo. Debemos evitar recoger objetos como piñas o leña de los pinares infestados o tocar los nidos de las orugas y no remover la tierra.
Si se realizan labores profesionales en pinares infestados se deben extremar las medidas. Es importante que los trabajadores tengan la menor superficie cutánea expuesta, usando para ello prendas adecuadas: camisas y pantalones que cubran las extremidades, botas, etc. Si se van a realizar tareas en la copa de los pinos, se deberán usar gafas protectoras e incluso mascarillas.
Los pacientes alérgicos a la oruga no deberían acceder a pinares infestados por procesionaria.
Las lesiones y el picor aparecen en todo sujeto que se ha expuesto al contacto con estos pelos. Se desarrollan a los pocos minutos o como mucho una hora después de la exposición y suelen desaparecer en 24 horas a no ser que se produzca alguna complicación.
En caso de que aparezcan, el tratamiento estará encaminado a disminuir los síntomas. En la medida de lo posible hay que evitar el rascado, porque empeorará los síntomas al clavar y rozar los pelillos de la oruga en la piel o en las mucosas. El ejercicio físico y el calor también puede agravar el problema. El lavado sin frotar con agua fría y la aplicación de gasas húmedas y frías puede ayudar a calmar el pico y disminuir la inflamación.
En ocasiones, puede ser necesario disminuir el picor con antihistamínicos orales y cremas con corticoides. En casos de sintomatología severa o que se prolongue más de 24 horas, será necesario consultar con el médico. Si se produce una reacción anafiláctica será preciso un diagnóstico precoz u tratamiento inmediato con adrenalina.
Íñigo Soteras Martínez, del Área de Salud FEDME
Robert Blasco Mariño, del Departamento Anestesiología del Hospital Vall d´Hebron.
Bibliografía consultada: Vega J, Vega JM, Moneo I. Manifestaciones cutáneas originadas por la oruga
procesionaria del pino ( Thaumetopoea pityocampa). Actas Dermosifiliogr.
2011;102:658-667