La ubicación del Val d’Aran rompe con lo que estamos acostumbrados a este lado de los Pirineos y hay que mirar dos veces el mapa para comprender que, en esta ocasión, las montañas de mayor altura y carácter están situadas al sur, mientras que las montañas de perfiles más suaves son las que se encuentran al norte.
Aran cuenta con unas cuarenta cumbres importantes que superan los dos mil metros y muchas de ellas arañan los tres mil. Hay donde escoger y es el verano, cuando la nieve se ha retirado casi completamente de las cumbres y estas se hacen más accesibles, el momento idóneo para atacarlas.
Es una tarea delicada aconsejar unas pocas, pero los conocedores del valle coincidirán, al menos, que las que proponemos a continuación están entre las más representativas de la belleza y diversidad de estas montañas:
1 Montardo (2883 m), sin duda la montaña más popular. El camino más natural para subirla sigue el valle que comienza en Arties —desde donde ya es visible su silueta majestuosa—. Aunque en verano la ascensión puede hacerse del tirón, muchos prefieren hacer noche en el refugio de la Restanca para no perderse las luces del atardecer reflejándose en el lago.
La subida es muy entretenida; mediante una hábil trayectoria se rodea la montaña, sorteando las paredes para alcanzar la cima sin dificultad y con elegancia. Desde la cumbre se obtiene una panorámica amplísima, posiblemente una de las mejores del valle gracias a su centrada ubicación.
2 Tuc de Maubèrme (2881 m), que se levanta solitaria y poderosa en medio de una región que se caracteriza por sus relieves más bien suaves y redondeados. Su aspecto abrupto y su respetable altitud explican por qué esta montaña destaca sobre cualquier otra cumbre aranesa. Ese aspecto imponente es justamente la principal razón para ascenderlo.
El recorrido comienza en el pueblo de Bagergue y es largo y complejo (si se cuenta con un todoterreno se puede acortar yendo hasta el Plan de Tor), pero todas estas razones, que para algunos son disuasorias, son justamente las que resultan atractivas para otros.
Es una ascensión de nivel, no por dificultad técnica, que no la tiene (excepto en condiciones invernales), sino por lo inhóspito de los lugares por donde discurre, en el alto valle del río Unhola y los cercanos llanos de Liat.
El contraste entre los verdes prados, el azul intenso de los lagos y los rojos, grises y negros de las rocas confiere al paisaje un aspecto salvaje que acrecienta las ruinas de unas minas próximas al Pòrt d’Urets.
La cima se ataca por su canal noroeste y el descenso se puede hacer por el mismo camino o continuar por la cresta hacia el oeste, hacia los estanyets de Maubèrme y el Estanh de Liat, donde tomaremos de nuevo el GR-211 que nos llevará al punto de partida.
3 Tuc del Pòrt de Vielha (2605 m), que se levanta en el cordal que atraviesa el túnel de Vielha. Es una cumbre muy popular debido a su sencillo acceso por el histórico camino que unía el Espitau de Vielha con la capital aranesa por el Pòrt de Vielha (señalizado como Camino natural y como GR211.5).
El antiguo hospital que se encuentra junto a la boca sur del túnel, es el punto de partida de las dos rutas más utilizadas. La otra comienza en el mirador del Valle situado al lado de la boca norte del túnel y utiliza también el mismo histórico camino.
Ambas rutas salvan un desnivel superior a los mil metros. La excelente panorámica que se consigue desde la cumbre y el agradable camino hacen que merezca la pena su ascensión.
4 Tuc de Molières (3009 m). Dejamos para el final la guinda de las montaña aranesas pues se trata del punto más alto de la Val d’Aran y uno de los tresmiles más accesibles de los Pirineos. La belleza de sus espigadas formas y las impresionantes vistas del Aneto y de todo el macizo de la Maladeta que brinda, son argumentos más que suficientes para atreverse con él.
La ruta más habitual —a pesar de sumar más desnivel que la que viene de la parte aragonesa— comienza en la boca sur del túnel de Vielha y remonta el Vall de Molières. El camino comienza junto a la entrada sur del túnel de Vielha, y remonta el margen izquierdo del río Molières, siempre cerca de su curso.
El sendero gana altura por el lateral de una cascada y así se llega a la Pleta de Molières donde hay varias pequeñas lagunas. Habrá que salvar varios contrafuertes, más impresionantes que difíciles, hasta llegar a un pequeño refugio metálico que no está guardado. La comodidad que ofrece y su ideal emplazamiento invitan a dividir la ascensión en dos jornadas.
Desde el refugio se vislumbra el primero de los Estanhòts de Molières, cuatro pequeñas lagunas que ponen una nota amable en el paisaje mineral. A partir de aquí la pendiente se embravece. El sendero asciende sin tapujos hasta el collado de Molières.
Lo que resta es una sencilla trepada por la cresta que asciende a la cumbre situada a 3009 metros de altitud.
Los excursionistas que, por un motivo u otro, prefieran caminar en grupo y acompañados por un guía tienen la oportunidad de inscribirse en el Val d’Aran Walking Festival que este año tendrá lugar del 25 al 31 de julio.
Se tata de un evento que aúna excursionismo y caminatas por los lugares más interesantes —y recónditos— del valle, con talleres, visitas y otras actividades guiadas.
El programa de este año incluye casi treinta excursiones clasificadas en cuatro niveles de dificultad. De lo interesante que resulta este evento da fe del que fue uno de los ganadores en el concurso al mejor producto de turismo del último FITU.
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información en https://www.visitvaldaran.com/